Testimonios

Wyssenbach, un Sacerdote de excepción

Una estricta exigencia académica, armonizada con un excelente sentido pastoral

P. José Andrés Bravo H.:

El 17 de junio de 2024, nos deja un Sacerdote de excepción, Pastor y Maestro, el Padre Jean Pierre Wyssenbach S.J. El modo como profundizó en los estudios bíblicos, lo convierte en un amante de la Palabra de Dios. Tuvo la sabiduría de enseñar los Evangelios con sencillez y extraordinaria pedagogía, como solo un sabio lo puede hacer. No se queda con la exégesis, aunque necesaria, sino con una sabrosa hermenéutica que nos conduce hasta la vivencia más profunda del misterio de Jesús. Además, encarnada en la realidad de los pueblos latinoamericanos, una clara entrega amorosa por los pobres y oprimidos; pero, una estricta exigencia académica, armonizada con un excelente sentido pastoral. Disfrutábamos, pero nos motivaba a leer e investigar con seriedad y profundidad. Así como daba, exigía estudio e investigación.

Su acción pastoral en la Capilla El Carmen de La Vega, en Caracas, fue admirable. También ahí fue Maestro. Yo tuve la dicha de recibir sus clases en el Seminario y ser su alumno en la acción pastoral. Una de sus más extraordinarias enseñanzas es la vivencia de Comunidades Eclesiales de Bases, propias de una opción pastoral de la Iglesia en América Latina. La educación fue una de sus más bellas inquietudes. En todo era creativo, nada importaba, sólo el hacer el bien y enseñar a hacerlo en medio de difíciles situaciones sociales. La gente del barrio construyó con él una escuela, pegando bloques y mezclando cemento. Pero también haciendo tomar consciencia de que el Reino de Dios se construye con sacrificio, en entrega amorosa que se concreta trabajando todos por el bien de todos. Es por eso que en la Capilla celebraba la Eucaristía los domingos, en el resto de la semana la misma Capilla se convertía en centro de formación para el trabajo. Con responsabilidad todos estaban motivados a trabajar. Más tarde, inventó el Liceo en Vacaciones, donde sus alumnos de la Universidad Católica Andrés Bello, a quienes enseñaba Antropología Cultural, daban clases de recuperación a los niños y jóvenes del barrio. Así nace el Grupo Utopía. Lo que hace bien a mi barrio, me importa, decía Wyssenbach. Una de sus preocupaciones era hacer que los niños y jóvenes del barrio se superaran en sus estudios. Para ello, proyectó las diferentes olimpiadas, especialmente, de Matemática, de Lenguaje y de Historia, con un éxito excepcional. Eso lo hacía feliz.

Años después, lo enviaron a Maturín siguiendo su entrega Sacerdotal. En un tiempo, dictó un curso de temas bíblicos en nuestro Seminario de Maracaibo y nos habló en una Reunión del Clero. También en nuestra Arquidiócesis dirigió un Retiro para Sacerdotes. Nos tomamos un café juntos; ahí se dio una conversación edificadora, como siempre, estimulando y contando sus experiencias pastorales. Un Sacerdote realmente excepcional.

Hasta la Eternidad, Wyssenbach.-

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