Testimonios

Un Papa en el Teresa Carreño: «Venezolanos, aunque sean serias las dificultades e inmensos los desafíos, grande ha de ser vuestro empeño»

"La Iglesia —fiel a su misión y abierta a todos los creyentes, así como a los hombres de buena voluntad— tiene una palabra que decir ante estas situaciones"

Papa Juan Pablo II:

“De vosotros depende, en gran parte, la tarea de la construcción de una Venezuela cada vez mejor que, recogiendo lo más precioso del pasado, camine hacia el progreso y el bienestar integral de todos y cada uno de los miembros de la comunidad nacional.”

No se debe olvidar que el proceso de empobrecimiento material conduce muchas veces a un empobrecimiento moral y espiritual de las personas y de los grupos sociales, especialmente de los jóvenes y adolescentes. Ello origina una grave crisis por la ausencia de valores en el campo de la ética, de la justicia, de la convivencia social y del respeto a la vida y dignidad de la persona. Esto, ciertamente preocupante, lleva a la desorientación, provoca desaliento y desesperanza, así como una cierta desconfianza en las instituciones.

La salida de esa situación es anhelada cada vez más por quienes piden el respeto y promoción de su inviolable dignidad de personas en todos los ámbitos de la sociedad.

La Iglesia —fiel a su misión y abierta a todos los creyentes, así como a los hombres de buena voluntad— tiene una palabra que decir ante estas situaciones.

En esta circunstancia quiero alentar a todos los venezolanos —y particularmente a vosotros que constituís este grupo tan significativo de la vida nacional— e infundir esperanza en la edificación de una sociedad nueva, basada en la cultura de la vida y de la solidaridad, en lo cual consiste, como he dicho en muchas ocasiones, la civilización del amor.

El necesario cambio, que ha de ser «de mentalidad, de comportamiento y de estructuras» (Centesimus annus, 60),favorecerá una cultura de la solidaridad, que prevalezca sobre la voluntad de dominio o de una vida egoísta, así como una economía de participación en vez de un sistema de acumulación de bienes, que provoca un gran abismo no sólo entre los diferentes Estados, sino también entre los ciudadanos de un mismo país.
En esta hora difícil, pero decisiva en la vida de la Nación, exhorto a los políticos y a cuantos ocupan puestos directivos, a trabajar incansablemente por el verdadero bien del país, secundando eficazmente las iniciativas que lo favorezcan y dando claro testimonio de honradez en la vida privada y profesional.

El estamento militar, heredero de Bolívar y Sucre, está llamado a vivir su vocación castrense trabajando por crear condiciones de seguridad, estabilidad y fraternidad en un mundo donde la guerra quede desterrada y la paz sea un bien real. Por eso deseo animar a todos sus componentes a garantizar siempre la paz en libertad, soberanía y dignidad.

Venezolanos, aunque sean serias las dificultades e inmensos los desafíos, grande ha de ser vuestro empeño. Ante un presente con incertidumbres y un futuro con interrogantes, haced valer las propias capacidades con imaginación y sobre todo con generosidad, confiando en Dios: Dios ama al hombre.

Venezuela ocupa un lugar de relieve en un gran continente lleno de esperanza. Afrontando sin miedo los retos de vuestra historia, alzando los ojos a lo Alto y con un corazón solidario, caminad con paso firme hacia el Tercer Milenio, aportando generosamente vuestros talentos a la construcción de un nuevo orden más justo por ser más humano.-

Teatro Teresa Carreño de Caracas Sábado 10 de febrero de 1996

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