Entrevistas

Mons. Nizar Semaan: «El Estado Islámico intentó erradicarnos, pero fracasó»

En el día de ayer, 6 de agosto, su cumplió el décimo aniversario de la invasión de la Llanura del Nínive en Irak por parte del Estado Islámico. La presencia cristiana en la región estuvo al borde de la desaparición absoluta. Pero Dios no lo permitió. Y hoy muchos de los que tuvieron que huir han vuelto en buena medida gracias a Ayuda a la Iglesia Necesitada

 «No hay palabras para describir lo que vivimos hace diez años. El Estado Islámico intentó erradicarnos, pero fracasó», ha dicho Mons. Nizar Semaan, arzobispo siro-católico de Adiabene, en el norte de Irak. «La gente aquí es como los olivos. Puedes podarlos y quemarlos, pero al cabo de 10 o 20 años seguirán dando fruto. Lo han intentado todo, pero nosotros seguimos aquí y, como Iglesia, hacemos todo lo posible por transmitir un rayo de esperanza», ha añadido durante una conferencia organizada por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).

Aunque la violencia haya remitido en Irak, Mons. Bashar Warda, arzobispo caldeo de Erbil, que también participó en la conferencia, afirma que la amenaza actual de un conflicto regional entre Israel, Hamás, el Líbano y quizá incluso Irán mantiene en vilo a los cristianos, pues estos son conscientes de que, en circunstancias como estas, suelen convertirse en objetivos directos de fundamentalistas o en objetivos colaterales en guerras de terceros. Estas divisiones también siguen manifestándose en el ámbito político. «La tensión es alta, muy alta, entre algunos partidos», cuenta el arzobispo. «Uno tiene la sensación de que podría ocurrir algo en cada momento, que hay que estar alerta y bien preparado, pero, de momento, no hemos visto que el conflicto se vuelva violento».

Reconstruir casas y vidas

En el punto álgido de la crisis se temía que, si no se hacía nada, toda la comunidad abandonaría la Llanura de Nínive y quizás incluso el país. Desde entonces, gracias a los proyectos de reconstrucción financiados por ACN, «las novedades son mayoritariamente positivas», asegura el arzobispo Warda. «En 2014, teníamos a 13.200 familias registradas, y 11.000 se quedaron», cuenta. «De estas, 9.000 han retornado a Nínive. Esto es algo por lo que estar agradecidos». Alrededor de la mitad de los cristianos de Qaraqosh -la mayor ciudad exclusivamente cristiana de Irak, cuya población huyó en masa antes de que el EI la ocupara-, también han regresado. «Antes de invasión por el EI había 50.000 personas en Qaraqosh, y ahora quizá sean 25.000», señala Mons. Semaan.

«Os animo a ayudar pastoralmente a la Iglesia, porque si la Iglesia es fuerte, la comunidad se quedará aquí. Si el sacerdote se marcha, la comunidad se marchará. Las familias se quedaron cuando vieron a su pastor junto a ellas. Aquí, en Irak, sea lo que sea que afecte a las familias, estas acuden a su Iglesia, que no tiene horarios: la gente puede llamar en cualquier momento y el sacerdote responde. Por tanto, la Iglesia es mucho más que un centro espiritual para la misa y la oración; todo está relacionado con ella», asegura el arzobispo.

Cualquier otra persona se quejaría por este agotador estilo de vida, pero no estos obispos. «Nos hace sentir vivos. Nuestros teléfonos nunca están apagados, tenemos que atender llamadas, tenemos que salir, abrir nuestras puertas a todo el mundo. Cualquiera puede acceder a nosotros sin problemas; sólo tiene que venir y llamar a nuestra puerta. Eso es lo que significa ‘Iglesia’. Nuestra gente está muy unida a la Iglesia, y eso es bueno», comenta Mons. Semaan.

Mucha gente se implica en el servicio de la Iglesia, y cuando ves a muchos jóvenes en la iglesia das gracias a Dios porque eso es lo que significa ser Iglesia. Esa es la forma de mantener viva nuestra Iglesia. Así que damos gracias a Dios».

Para ACN, ver a la Iglesia iraquí con vida y bien, pese a las reservas y los temores, es señal de un trabajo bien hecho. «A raíz de la invasión del Estado Islámico, los cristianos huyeron al Kurdistán, donde al menos estaban a salvo, aunque la mayoría careciera de todo. ACN fue la primera organización internacional que acudió en su ayuda», detalla Regina Lynch, presidenta ejecutiva de ACN International, también presente en la conferencia en línea. Y añade: «En los años posteriores ayudamos primero a cubrir las necesidades básicas de los desplazados, luego nos ocupamos de su alojamiento y, por último, de la reconstrucción de sus hogares, para que aquellos que desearan regresar a sus ciudades y pueblos pudieran hacerlo tras la retirada del Estado Islámico».

Desde 1972, ACN ha estado promoviendo proyectos en colaboración con las iglesias locales en Irak. En julio de 2014, ACN fue la primera organización en ayudar sobre el terreno y, desde entonces, la fundación pontificia ha apoyado, con más de 56 millones de euros, casi 500 proyectos que incluyen asistencia humanitaria, iniciativas de reconstrucción y la concesión de becas.-

(ACN/InfoCatólica)

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