Opinión

La raqueta rota

Alicia Álamo Bartolomé:

 

Me duele una raqueta rota por el acto de frustración de un tenista. Es un instrumento de trabajo deportivo, fino y caro que, a lo mejor, muchos jóvenes prendados del deporte blanco no pueden comprar. Ese fenómeno del tenis, el serbio Novak Djokovic, nunca ha sido de mis simpatías por esos actos de soberbia herida que desahoga batiendo raquetas contra el suelo. Me choca, es un acto infeliz y ofensivo al deporte. Ahora acaba de hacer lo mismo en la primera jornada del Master 1000 de Cincinnati, el brillante joven español Carlos Alcaraz, heredero indiscutible del arte y la gloria de su compatriota, el gran Rafael Nadal, quien jamás ha hecho tal malacrianza. Te falta aprender de tu modelo, Carlitos.

 

Jugaba el joven murciano frente al veterano francés Gael Monfils. Un partido accidentado, suspendido por lluvia y continuado al día siguiente. Parece que la lluvia disolvió los ímpetus de Alcaraz, porque había ganado el primer set, pero perdió los dos siguientes jugando un tenis errático, inusitado en él. Como si los ecos de los juegos olímpicos, donde perdió la medalla de oro frente Djokovic, le afectaran todavía. Porque entonces lloró y en Cincinnati perdió la compostura. Bueno, es un chico de 21 años, casi un crío, a quien todavía se le pueden perdonar estos desplantes. Pero que no se repitan en la fulgurante carrera que tiene por delante.

 

La violencia no es buena consejera, ni en contra ajena ni en contra de nosotros mismos. Porque alguno dirá: qué importa que rompa una raqueta, después de todo es suya.  Ahí está el error, no es suya como no son tuyos ni míos los instrumentos de trabajo. Dios nos  entregó la Tierra para que la trabajaramos y nos proporciona los medios, a manera de préstamo. Hasta la propiedad privada es un préstamo, va a manos diferentes al paso de las generaciones y está obligada a compartir sus frutos con cada una. Nada es tuyo, ni mío, ni de aquellos. Todo es nuestro. El planeta es “nuestra casa común”.

 

Debemos respetar la propiedad porque tiene unos dueños que la administra para nosotros. Pero se olvida a menudo la función social de la propiedad y por eso en la legislacion de los paíeses debe haber leyes para proteger esos intereses. No es que el Estado sea dueño de todo, sino que debe ser la auroridad vigilante para que se cumpla con la justicia.

 

Decía Lucien Levy-Bruhl, sociólogo  y antropólogo francés (1857-1939): “La autoridad es el equilibrio de la libertad y el poder”. A pesar de que este artículo empezó por hablar de las raquetas rotas, cabe aquí hacer esta suerte de paréntesis, para hablar de temás, en apariencia,  más trascendentes. En apariencia, porque toda actividasd humana tiene su lugar e importancia para el bien común, desede la del labriego que nos procura alimento, la del científico que avanza la civilización, la del educador, la del político que ejerce el arte de gobernar, hasta  la de los artistas y deportitas que propoprcionan recreacion en las horas de descanso. Todo contribuye al equilibrio físico-psíquico-espiritual de la humanidad.

Desgraciadamente, tenemos ante y entre nosotros, demasiados casos de degradación de esa autoridad, de la cual habla Levy-Bruhl. Ya no es el equilibrio de la libertad y el poder, sino el abuso de la autoridad sobre la libertad. Lo vemos en nuestro país: Edmundo González Urrutia  gana legítimamente en las elecciones presidenciales y la chupamedias autoridad electoral encompinchada con la ilegítima que sustenta el poder, niega las cifras reales, irreversibles porque las actas originalesles las tiene ya el mundo entero, gracias al colosal trabajo realizado por la oposición venezolana comandada e impulsada por la indiscutible líder  del pueblo, María Corina Machado.

 

Señores, no sé si se habrán dado cuentan o son de los apocados y entristecidos por nuestro momento políco actual: ¡si es para estar alegres, muy alegres y orgullosos, porque Dios nos ha hecho de la generación presente en el cambio radical y único en la historia de Venezuela! Tengo 98 años, ya csasi 99 y nunca viví una hora semejante: una mujer fina y distinguida, convencida de su ideal de patria, enamorada de la libertad, ha sabido hablar a su pueblo convencerlo a seguirla con su mismo coraje, coherencia y espíritu de lucha, hasta hacer termblar a una feroz dictadura, que no encuentra como detenerla, a pesar de que le ha cerrado todos los caminos. Matría Corina va a donde quiere ir y habla. ¡y cómo habla! Lenguaje para cualquier nivel cultural, claro, senicillo, sin retórica, ni chabacanerías. Habla de los logros, alcances, lo que falta, pero nada se astribuye, jamás dice yo, sino nosotros. Eso es epíritu de grupo, generosidad para compartir.

 

Por fin tenemos guía, líder, no Mesías. Ya hubo uno y basta: Cristo y está aún vigente. En la política ese ha sido  nuestro error, buscar figuras mesiánicas que lo arreglen todo. No, toca a ese “nosotros” que con tanto énfasis emplea María Corina. La lucha no es fácil. No sólo estamos ante una dictadura apoyada por fuerzas armadas corruptas, fuera de toda conciencia de lo que es su deber, aunque esperos aque haya una parte de la milicia descontenta, en espera del momento propicio para cambiar de rumbo. Es que hay algo más: una penetración de cubanos formados en una ideología de izquierda radical, de carácter interrnacional y, ligado a ésta, el imperior del poder económico a través del narcotráfico. No, la lucha no es fácil, es David contra Goliat. Pero David triunfó. Escudado en su fe, el pequeño y frágil guerrero encontró su rústica honda para dar la pedrada mortal. Nosotros también la encontraremos, si no nos falla la fe.

 

Estoy muy contenta. Veo luces en el horizonte. Cada ataque contra María Corina y sus seguidores, es una muestra de debilidad del gobierno. Esas canalladas sólo han servido para agigantar la figura de la Machado. El oficialismo ha resultadoo ser el mejor agente de publicidad -y gratuito, además- de la incansable luchadora.

 

Estamos cerca de un final feliz, de un futuro de paz, armonia, justicia y trabajo para Venezuela. Mientras las concentraciones de la oposición están plenas de entusiasstas seguidores, tanto en el país, como en el mundo entero, las de la dictadura son a vacío de calles. Ellos están angustiados, muertos del miedo, rabiosos, herida su soberbia por una indomable Antígona venezolana. Por eso les digo: ¡Ea! Maduro, Padrino, Cabello, Rodríguez y demás secuaces demoníacos del régimen, ¿qué esperan?  ¡Corran a romper sus raquetas!.-

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