Opinión

¿Cómo Seríamos Democráticos?

Un componente clave de las sociedades democráticas es el pluralismo

José Antonio Gil Yepes:

La democracia la hemos identificado con libertades y no asociación para no perder la individualidad. Obviamente, la democracia necesita de la libertad, pero no es el individualismo lo que la caracteriza. En el otro extremo, la democracia ha sido identificada con igualdad y colectivismo.  Obviamente, la democracia necesita de cierta dosis de igualdad, pero no es el igualitarismo lo que la caracteriza.

Libertad e igualdad son parte de una díada o par de conceptos supuestamente antagónicos, pero que se necesitan el uno a otro, tanto para poder ser definidos como para que se produzca la síntesis dialéctica del equilibrio necesario para la coexistir en paz. Esto implica que no pueden ser considerados democráticos los extremismos liberales individualistas ni los igualitarios colectivistas.

Para llegar a ser una democracia se necesita la coexistencia, el diálogo, la negociación y la cooperación entre individuos y, sobre todo, entre los grupos que se articulan para definir, implementar y defender las libertades y derechos coincidentes con algunos otros miembros de la sociedad (“grupos de interés”), debiendo asumir el reto de encontrar fórmulas de convivencia, cooperación e interdependencia con otros individuos y grupos diferentes.  En ciertos aspectos pueden cooperar, haciendo lo mismo, como proteger el medio ambiente. En otros aspectos pueden complementarse, como es el caso de las relaciones empresa-trabajadores. En otros pocos aspectos pueden ser iguales; por ejemplo, al identificarse todos con la misma región, nacionalidad o religión.

No sería democrática la supremacía del libre mercado si ésta absorbe otras dimensiones como sucede si los miembros de la sociedad se concentran y contentan con trabajar, consumir y preocuparse exclusivamente de su empleo e ingreso, por más satisfactorios que estos puedan ser. A este economicismo le falta lo social, lo cultural y la injerencia de los miembros de la sociedad en la política, o sea, en construir la sociedad. Una versión de esta desviación es confundir libertad con individualismo extremo, lo cual es un desorden infantil.  Este es el riesgo que corren las sociedades occidentales.

Tampoco son democráticas fórmulas excesivamente políticas, como la igualación social, económica y política impuesta a través del colectivismo, ni la polarización o división de la sociedad en dos bandos: “conmigo o contra mí”. Este es el riesgo que corren las sociedades orientales. El colectivismo es una viveza de unos pocos para controlar a muchos pobres, engañados y reprimidos.

Un componente clave de las sociedades democráticas es el pluralismo. Este concepto refleja tres aspectos de la democracia: 1. La coexistencia de intereses, culturas, individuos y grupos diferentes. 2. La necesidad de que los individuos se organicen en grupos para poder formular, implantar y defender sus libertades y derechos. Para tener derechos, es necesario estar asociados con otros que tengan el mismo interés en disfrutarlos y defenderlos. Las libertades y derechos se implantan y  mantienen con el potencial de influencia o fuerza que da la organización. Ningún individuo tiene derechos si no se asocia para implantarlos. 3. El pluralismo supone que los individuos y grupos de interés no queden sólo yuxtapuestos como vecinos, sino que dialoguen y negocien entre sí para cooperar o complementarse en sus funciones para generar la paz entre entes que son, al mismo tiempo, diferentes en algunos aspectos e iguales en otros. Es de allí que surgen las satisfacciones económicas, sociales, culturales y políticas identificadas con la democracia.

Podemos concluir diciendo que si un grupo se sobre ordena a los demás, ello significa que 1. Tiene mayor nivel de asociación interna que los demás. 2. Ese grupo sobre ordinado puede contar con aliados que lo apoyen en su juego de poder. 3. Que los grupos subordinados no están suficientemente articulados internamente. 4. Siendo más débiles, los grupos subordinados tienden a no ser atractivos para otros que, por lo tanto, no optan por formar alianzas para defender sus intereses conjuntamente. 5. Mientras se mantengan los desequilibrios en la articulación interna y potencial de influencia entre los grupos, la sociedad en cuestión no puede llegar a ser pluralista y, si no es pluralista, no puede ser democrática; y sus miembros, no pueden gozar de libertades, derechos ni bienestar. 6. Mientras los ciudadanos o grupos de interés estén esperando que otros logren y dirijan la democracia por ellos, no tendrán derechos, ni libertades, ni bienestar, ni vivirán en democracia ni en paz porque nadie que logre el poder lo reparte, ni los unos ni los otros, hay que conquistarlo; no necesariamente por la fuerza bruta, sino aplicando el conocimiento de qué es el pluralismo lo que nos hará libres e iguales sólo si hacemos respetar y respetamos los derechos de cada sector. Pero estos puntos no parecen estar claros. Toda la fórmula que se necesita para ser democráticos está resumida en las tres palabras de la Revolución Francesa: “Libertad, Igualdad y Fraternidad.” Léase esta última como pluralismo y solidaridad implantados por inteligencia y convicción individual y no por imposición ni dádivas.-

@joseagilyepes

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