“Decir Cuba es decir Virgen de la Caridad. Todo cubano, esté donde esté, lleva a Cuba en su corazón”

Multitudinaria fue la procesión con la imagen de la Virgen de la caridad del Cobre en La Habana este 8 de septiembre 2024, en una muestra pública que la devoción del pueblo cubano por su patrona va más allá de las divisiones religiosas o políticas.

Se presentan a continuación, las reflexiones y oraciones usadas este año en cada una de las estaciones por las calles coloniales de La Habana; con imágenes que hablan por sí mismas de la fe y de la cultura de ese pueblo probado y fiel, que camina junto, bajo el manto de la madre común.

Agradecimiento especial al padre Ariel Suárez, secretario de la Conferencia Episcopal de Cuba y párroco de la Virgen de la Caridad del Cobre en La Habana, quien facilitó todo el material para Religión Digital.

 

Procesión 8 de septiembre de 2024. La Habana.

Primera parada:

Queridos hermanos y amigos, una vez más, el Dios del Amor y de la Vida nos permite celebrar, todos juntos, la fiesta hermosa de nuestra Patrona y Madre, la Virgen de la Caridad. Reconocemos que Ella se mantiene invariable. Es siempre tierna, siempre cariñosa, siempre acogedora, siempre Madre… aunque nosotros hayamos dejado de ser los mismos. Por eso invocamos su intercesión maternal para que nos ayude como familia, Iglesia y pueblo. A cada oración, responderemos:

Virgen de la caridad, ruega por nosotros.

 Para que aprendamos a tomarnos en serio la vida y a no malgastar el tiempo. Oremos.

Para que aumente en nosotros el gusto por la oración, por el silencio y la escucha de la Palabra de Dios. Oremos.

Para que nuestra fe en Cristo y en la Virgen de la Caridad no se quede en ritos externos, sino que transforme nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes. Oremos.

Para que volvamos con más autenticidad a Dios y le abramos el corazón. Oremos.

Para que tengamos gestos concretos de amor con los más pobres y necesitados. Oremos.

Para que aprendamos a respetarnos todos, por encima de las legítimas diferencias y puntos de vista. Oremos.

Para que nunca un cubano considere a otro cubano como su enemigo. Oremos.

Para que los adultos mayores, los presos, los que sufren marginación o rechazo, experimenten el amor de Dios a través de nuestra cercanía. Oremos.

Segunda parada:

Con mucha frecuencia, delante de Dios y de la Virgen pedimos por nuestras necesidades y las de aquellos que amamos especialmente. Es una cosa muy bella, porque expresamos así nuestra confianza en el Señor y en Su Madre. Y al mismo tiempo, rezar por otros es un gesto hermoso de amor al prójimo. Pero nos cuesta más trabajo, encontrar motivos para dar Gracias. Y se nos olvida esa linda oración que es el Agradecimiento. Dediquemos este segundo momento de oración a la Acción de Gracias, diciendo todos juntos:

Con María de la caridad, te damos gracias, Señor.

 Por nuestros padres, familiares, amigos y bienhechores.

Por aquellos que nos muestran afecto sincero y están a nuestro lado en las buenas y en las malas.

Por los que nos enseñan el camino de Jesucristo y nos alientan en la vivencia de la fe.

Por los que nos corrigen con cariño y nos ayudan a no hacer cosas malas.

Por las personas de nuestra familia, vecindario o trabajo que ayudan a los demás con desinterés y alegría.

Por los que comparten su tiempo, sus bienes y sus propias personas con otros menos favorecidos.

Por las personas que siempre sonríen, son positivas y no se echan atrás ante las dificultades.

Por aquellos que, con su ejemplo de vida, son un testimonio de la presencia de Dios en medio de nuestro pueblo.

Tercera parada:

Hay un Don de Dios muy necesario para vivir, que es la Esperanza. Como todos los dones, la esperanza se tiene que acoger y cuidar. Hay que cultivar la esperanza, crear ámbitos para ello. La sabiduría popular nos dice que “lo último que se pierde es la esperanza”. Tenemos que confesar, con dolor, que en el mundo de hoy y también en nuestra patria, hay mucha gente sin esperanza. Las guerras, las divisiones y odios, las injusticias sociales y los sufrimientos que de ellas se derivan, las familias separadas, las carencias de bienes esenciales y básicos para la vida, el deterioro creciente de valores humanos, el egoísmo y la desidia que con frecuencia se instalan en nuestros corazones, no ayudan ciertamente a fortalecer la esperanza. Un síntoma de esa falta de esperanza que preocupa a los cubanos y que, quizá por ello, aparece cada vez con más frecuencia en las telenovelas, seriales y películas cubanas son las adicciones, concretamente a las drogas. El maltrato a las mujeres y los robos no deberían convertirse tampoco en una realidad habitual entre nosotros.

Recemos con mucha fe y determinación, y repitamos:

Virgen de la caridad, alienta la esperanza de tu pueblo.

 Para que las familias cubanas puedan conservar la unión y la armonía en cada hogar.

Para que todos los cubanos tengamos el pan material, el techo y los medios honestos para vivir con dignidad.

Para que los esposos sean fieles a su mutuo amor y eduquen a sus hijos en la fe.

Para que los que sufren cualquier tipo de adicción, encuentren el camino de la sanación y la recuperación.

Para que podamos realizar nuestros sueños personales y familiares en la tierra que nos vio nacer.

Para que seamos capaces de cuidar la vida, comenzando por la vida del bebé en el seno materno, hasta la vida de nuestros abuelitos o de los enfermos.

Para que podamos vivir en la verdad y en el amor.

Para que los cubanos nos reconozcamos hermanos, hijos todos de Dios Padre y de la Virgen de la Caridad.

Cuarta parada:

Decir Cuba es decir nuestra historia, nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, nuestros campos y playas, nuestra peculiar manera de ser y decir, nuestra música, ritmos y bailes, nuestro gusto por el deporte y por la fiesta, por la mesa de dominó, por la tacita de café compartida. Decir Cuba es también Virgen de la Caridad. Todo cubano, esté donde esté, lleva a Cuba en su corazón. Por eso son tantos los que, antes de partir para un viaje temporal o definitivo, para una misión en otra tierra o para establecerse en otro lugar, viene antes a despedirse de la Virgen al Santuario y se llevan consigo una estampa o una imagen de la Madre de la Caridad. Hoy donde quiera que hay un cubano, se ha elevado una oración, se ha encendido una vela, se le ha puesto un ramo de flores a la Virgen de la Caridad.

Vamos a pedirle a nuestra Patrona y Reina que interceda por todos los cubanos, por todos los que nos aman y nos ayudan desde otros pueblos, por los que llegaron de otras tierras a vivir aquí y se han hecho cubanos de corazón. Lo hacemos convirtiendo en oración el Himno Nacional, que ahora cantamos todos juntos:

¡Al combate corred, Bayameses!

Que la patria os contempla orgullosa

No temáis una muerte gloriosa

Que morir por la patria es vivir

¡Al combate corred, Bayameses!

Que la patria os contempla orgullosa

No temáis una muerte gloriosa

Que morir por la patria es vivir

En cadenas, vivir es vivir

En afrenta y oprobio sumido

Del clarín escuchad el sonido

¡A las armas, valientes: corred!

¡Del clarín escuchad el sonido

¡A las armas!, valientes: corred!

No temáis; los feroces iberos

Son cobardes cual todo tirano

No resisten al brazo cubano

Para siempre su imperio cayó

¡Cuba libre! Ya España murió

Su poder y su orgullo ¿do es ido?

¡Del clarín escuchad el sonido

A las armas!!, valientes: corred!

¡Del clarín escuchad el sonido

¡A las armas!, valientes: corred!

Contemplad nuestras huestes triunfantes

Contempladlos a ellos caídos

Por cobardes huyen vencidos

Por valientes, ¡supimos triunfar!

¡Cuba libre! Podemos gritar

Del cañón al terrible estampido

¡Del clarín escuchad el sonido

¡A las armas!, valientes, corred!

Después del Himno, el Arzobispo, cardenal Juan de la Caridad García Rodríguez, impartió a todos su bendición.-

 

10.09.2024 | Dumar Espinosa Ariel Suárez/RD