Lecturas recomendadas

Amar a los enemigos

  1. Javier Duplá s.j.

 

“Amen a sus enemigos, bendigan a quienes les maldicen, hagan bien a quienes les aborrecen, y oren por los que les ultrajan y persiguen” (Evangelio de Mateo 5, 38-48). Pienso que este es el mandamiento más elevado y difícil que pronunció Jesucristo. Ante la violencia ejercida contra uno lo normal sería devolver mal por mal, hacerle al agresor todo el daño posible. En el Antiguo Testamento se quiere frenar el exceso en la venganza y por eso se inculcaba “ojo por ojo y diente por diente” (Éxodo 21,24). Era la base de cualquier justicia. Jesucristo cambia las tornas: el que es ofendido no trate de ofender, sino que vaya mucho más allá hasta hacer bien al ofensor.

Nos podríamos preguntar si eso no va contra la naturaleza humana, contra el principio de conservación. Jesucristo fue hombre y sufrió toda clase de incomprensiones y rechazos, incluso de sus seguidores. Es más, sufrió en su cuerpo toda clase de agresiones, golpes, escupitajos, heridas, y en su espíritu toda clase de mentiras, malentendidos, acusaciones, burlas… hasta ser atravesado con clavos y colgado en una cruz. Pero no devolvió mal por mal, aunque podía haberlo hecho con su poder. Al contrario, perdonó a los agresores “porque no saben lo que hacen”. Claro que sabían que estaban torturando, como ahora los torturadores en todo régimen dictatorial saben el daño que causan. Se comportó con una heroicidad increíble, y ahora nos la pide a todos los que queremos ser como él. ¿Es posible hacerlo?

El diácono Esteban, primer mártir cristiano, probó que es posible porque perdonó en voz alta a los que le apedreaban. Nelson Mandela fue un héroe del perdón. Pasó 27 años en prisión por querer liberar a su país del apartheid, y luego perdonó a sus agresores y se convirtió en el líder de todos, blancos y negros.

Hay enemigos personales, familiares, políticos y sociales. Los enemigos personales o familiares se conocen de cerca, sus rostros, sus hechos. Son producto de envidias, pasiones, abusos de todo tipo. Los enemigos políticos son fruto de ideologías contrarias, excluyentes, condenatorias. Si están en el gobierno no respetan vidas y bienes ajenos. Muchos dictadores han sabido con su elocuencia entusiasmar y prometer, han llevado a guerras terribles sin sentido. Alejandro Magno, Napoleón, Hitler, Stalin son ejemplos hartamente conocidos.

¿Cómo se puede perdonar a gente de semejante calaña?, ¿hacerles bien, devolverles bien por tanto mal que han hecho? Se podría pensar que desear la muerte a los dictadores y sus entornos es para evitar que causen muerte, desolación, hambre y penuria a los que están bajo su imperio. Lo veo difícil, muy difícil, y le pido a Jesucristo que me cambie el corazón y también, y sobre todo, se lo cambie a ellos.-

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