Economía Política: La Verdadera Cara de la Economía
José Antonio Gil Yepes:
¿Por qué, en vez de continuar el agro, la cría y la agroindustria y desarrollar el turismo, desarrollamos el petróleo y lo hicimos sin sembrarlo?
Para responder esta pregunta podemos recurrir al concepto de economìa políticaporque el concepto de política económica no es suficiente para ilustrarnos.
La economía política es una disciplina que estudia la relación entre la economía y la política, en particular, cómo los sistemas políticos influyen en las decisiones económicas y, a su vez, cómo las condiciones económicas afectan el comportamiento político. Incluye temas como la distribución del poder, la toma de decisiones políticas, las instituciones, la cultura y su influencia en el desarrollo económico, así como las interacciones entre el Estado y el Mercado.
La política económica se refiere a lo que hacen los gobiernos para influir en la economía de un país. Esto incluye las políticas fiscal, monetaria, cambiaria y otras intervenciones, supuestamente, para alcanzar el crecimiento económico, la estabilidad de precios, el pleno empleo y la equidad social.
Las decisiones de política económica que toman los gobiernos no son inocentes, están determinadas por los factores que definen la economía política; es decir, por la perspectiva que tengan quienes gobiernan sobre los impactos que tienen sus decisiones económicas sobre el reparto o concentración de las cuotas de poder político.
A juzgar por la historia de la humanidad, en esa perspectiva de los gobernantes parece haber privado el interés de concentrar el poder, en vez de beneficiar a los pueblos. Si, por el contrario, en la políticas económicas hubiese privado el interés por el bienestar económico de los pueblos, éstos se hubiesen empoderado, en detrimento de la concentración del poder en pocas manos. Pero el poder no se reparte, se conquista. El poder de los sectores no oficiales se obtienen cuando los sectores no gobernantes se articulan internamente y algunos entre si para tener poder suficiente para exigir y mantener sus respectivas cuotas de poder. Este proceso se facilita cuando los gobernantes se debilitan.
La historia de la humanidad también nos sugiere que la gran mayoría de quienes han gobernado y gobiernan no ven, o ignoran concientemente, que la consecuencia sus decisiones mezquinas en política económica es la desestabilización del régimen de concentración del poder político del que disfrutan. De allí que en la historia de los países predominen los casos de fracasos (¿Por Qué Fracasan las Naciones? de Daron Acemoglu y James Robinson) y que sean muy pocos los casos de éxito (El Pasillo Estrecho, de los mismos autores). Por eso muy pocos regímenes son estables y estos coinciden con los pocos países que son verdaderamente democrático-pluralista y desarrollados (Politics and Markets, Charles Lindblhom), mientras los gobiernos que aplican políticas económicas empobrecedoras son inestables.
Estas consideraciones nos explican por qué no sembramos el petróleo para diversificar nuestras fuentes de riqueza. De haberlo hecho, nos hubieramos democratizado mucho más, para lo cual había que continuar el desarrollo de nuestras vocaciones primarias, el agro, la cría, la agroindustria y, luego, el turismo (como Noruega); en vez de usar el ingreso petrolero para hacer dependientes a pobres y ricos, repartiéndoles créditos o bienes de consumo, en vez de promover la educación y oportunidades de inversión y empleo.
Si le hubiésemos prestado atención al artículo de Arturo Uslar Pietri, “Sembrar el Petróleo” (Diario Ahora, 14-07-1936), seríamos un país desarrollado. Pero, en tan sólo ocho años después de que el petróleo superara el café como nuestra principal exportación, AUP predijo: “Esta gran proporción de riqueza de origen destructivo crecerá sin duda…hasta acercarse al sueño suicida de algunos ingenuos que ven como el ideal de la hacienda venezolana llegar a pagar la totalidad del Presupuesto con la sola renta de las minas, lo que habría que traducir más simplemente así: un país improductivo y ocioso, un inmenso parásito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora y abocado a una catástrofe inminente e inevitable.” Lo mismo dijo Juan Pablo Pérez Alfonzo cuando publicó El Excremento del Diablo en 1958.
No se trata aquí de sugerir evitar la producción y exportación petrolera, sino de recuperarlas para usar sus ingresos para pagar y para sembrarlos, en vez de usarlos para dominarnos. Insistir, como algunos, que “el petróleo sí se sembró” porque se construyeron infraestructuras, que no tienen la mayoría de los países en vías de desarrollo, es una manipulación de quienes no construyeron una sociedad de socios sino de concreto, pobre y polarizada (Poder, Petróleo y Pobreza, José Antonio Gil Yepes).
En el siguiente artículo analizaremos como el agro, la cría, la agroindustria y, sobre todo, el turismo compensan los problemas sociales, económicos, políticos y culturales que algunas características de la explotación petrolera per se y el mal uso de sus ingresos imponen al país.-
@joseagilyepes