Alfredo Gómez Bolívar:
Como médico y profesor universitario existen una gran cantidad de anécdotas, pero no podemos decir lo mismo como novicio en la Cartuja ya que de éstas se conocen muy pocas. Seguramente se debió al estilo de vida que tuvo que adoptar José Gregorio en ese lugar. Nos comenta el Dr. Sanabria en su biografía de José Gregorio Hernández titulada: “José Gregorio Hernández de Isnotú 1864 -1919”, donde nos dice lo siguiente:
“La regla que rige la vida cartujana no fue escrita por su fundador (San Bruno) quien sin ninguna compañía se retiró a un lugar solitario para vivir una vida santa. Los primeros cartujos siguieron como norma de vida la Sagrada Escritura y el ejemplo y práctica de su fundador. Poco a poco se elabora una regla utilizando la experiencia adquirida por los años; pero con el crecimiento de la orden fue necesario establecer normas escritas de conducta, y Don Guido, Quinto Prior de la Gran Cartuja, escribió en 1.127 el primer reglamento llamado Consuetudines, que fue aprobado en 1.133 por el Papa Inocencio II. Se denominó más tarde Estatutos de Guido. Con el tiempo estos estatutos han sufrido modificaciones y adiciones que no lo afectan en su esencia. El escudo de la Orden Cartujana es un globo rodeado por una cruz y siete estrellas y que tiene por lema: Stat crux, dum vovitur orbis, lo que significa: La cruz se mantiene firme, mientras el mundo gira.
En la Cartuja viven los religiosos profesos o monjes verdaderos, llamado venerables padres y hermanos legos, que los hay de dos clases: los conversos y los donados. Los hermanos legos, se ocupan de los trabajos manuales. Quien gobierna un Cartuja es el Prior, elegido regularmente por los monjes de ese monasterio. La orden es dirigida por el Prior General, que vivía en Farneta, cuando José Gregorio entró en dicha Cartuja.
La vida de los cartujos es una mezcla de vida en eremítica o solitaria de ermitaños que vivían en los desiertos de Egipto y Sinaí con la cenobítica, del monacato occidental, que tiene como modelo la regla de San Benito. Es una vida muy austera y sus ocupaciones se reducen a la oración, el estudio y el trabajo manual obligatorio. Usan cilicio y guardan silencio continuo, que solo interrumpen los domingos, en ciertas festividades religiosas y durante un paseo semanal de tres horas en la cual pueden conversar entre sí. La Orden Cartujana es la única que no ha sido reformada, lo explica la frase referente a ella: Nunca ha sido reformada, porque nunca se ha deformado (Nunquam reformata quia nunquam deformata)”.
El 6 de octubre de 1907, el Arzobispo de Caracas, Monseñor Juan Bautista Castro, escribió al reverendo Padre Superior de los Cartujos de Farneta de Lucca, Italia lo siguiente:
R.P. Superior de los Cartujos
Mi Revdo. Padre:
Hay aquí en la ciudad de Caracas un caballero cristiano de acerada virtud, que desea ingresar en la Cartuja: Es Doctor en Medicina afamado en su arte y profesión, con la cual ha conquistado moral y materialmente la distinguida posición que ocupa en esta sociedad, y es catedrático jubilado de esta Universidad. Se llama José Gregorio Hernández; es joven todavía por lo cual creo que su vocación es sólida, porque además ha de haberla pensado suficientemente, según me manifiesta, hace, como ve V.R. un buen sacrificio a Dios de la situación halagadora de qué goza. No quiere ir a España, porque le parece que allí las instituciones religiosas tienen existencia vacilante: desea mucho estar donde reside Vtra. R.
Sírvase, pues, Vtra. R. contestarme si puede ser admitido, y qué condiciones debe llenar.
Le quedaré muy agradecido, su affmo. Servidor en Jesucristo:
Juan Bautista Castro. Arzobispo de Caracas
El doctor Antonio Sanabria analiza esta época de José Gregorio Hernández así: “Nadie vaya a creer que este paso trascendental para su vida fuera el punto de un momento de exaltación mística. Fue la consecuencia de un estudio moderado y discutido entre su director espiritual Monseñor Castro y él, dirigido por un espacio de diez años… tenía aquel entonces cuarenta y tres años y estaba llamado a ser feliz en la vida por más de un motivo… Su ideal era hacerse monje en la soledad y pasar los años que le restaban de vida, en una continua unión con Dios en el retiro de la Cartuja.”
El 3 de enero de 1.908 el Doctor Hernández recibió una carta del Maestro de Novicio de la Cartuja de Farneta, Fr. Etienne Arriat, donde le indicaba su aceptación dentro de la Orden, las condiciones de ingreso al monasterio, la ropa que debería llevar y le indicaba la fecha aproximada de su llegada. En otra carta del mismo Arriat, fechada el 10 de marzo del mismo año, le recomendaba la lectura de algunas obras en latín, muchas de las cuales Hernández ya poseía y había leído con anterioridad.
Por razones de espacio no abordaré los detalles de su partida, pero les aseguro que fueron planeados con mucha rigurosidad. Sin embargo acotaré una sección de la carta dirigida a su hermano César antes de partir:
“Tú comprendes lo doloroso que es para mí esta separación de mi familia a quien quiero entrañablemente. Por esta causa no he tenido el valor para decirles adiós de palabra…
Te recomiendo mucho a María Luisa. Tener que dejarla es el mayor sacrificio que he tenido que hacer. Haz con ella mis veces… Les ruego a todos que me dispensen de todo lo que yo les he hecho sufrir…”
Estando en Puerto Cabello, antes de embarcarse el 8 de junio de 1908 rumbo a Italia, les regaló antes de partir a sus sobrinos: Temístocles e Inocente Carvallo, junto a su hermano José Benigno Hernández Escalona su biblioteca de libros de medicina. Ya que ellos además de ser su familia, eran profesionales en medicina. A los que él les dio clases en la Universidad Central de Venezuela. Además redactó su testamento y le escribió una carta de despedida a Monseñor Castro que decía así:
“Monseñor:
Al ir embarcarme le escribo de despedida estas líneas, para darle de nuevo las gracias por todas las bondades que Monseñor ha tenido conmigo; y también para recordarle las dos cosas que me prometió, a saber: que iría a la Cartuja a darme las órdenes en llegando el día, porque mi mayor deseo es recibirlas de mano de mi amadísimo Prelado y también que no dejaría de disculparme con mi familia por la necesidad en que me veo de dejarla.
Que nuestro Señor le conserve en perfecto estado de salud, son los deseos de su atento servidor y humilde hijo en N.S.J.C.
José Gregorio Hernández”
El 16 de junio de ese mismo año ingresó al convento y el 29 de agosto se le cambió el nombre por el de Fray Marcelo y ocupó la celda “U” de la Cartuja de Farneta.-
Alfredo Gómez Bolívar 2024
-Segunda Parte-
Pero ¿Qué pasó en la Cartuja?