Testimonios

Juan Pablo II era fanático de un autor ganador del Nobel

San Juan Pablo II mencionó por su nombre a Henryk Sienkiewicz en su primera homilía como Papa, destacando la novela más popular del autor

Los Papas no suelen hablar públicamente de literatura o de sus libros favoritos, aunque el Papa Francisco es una excepción a esa regla. San Juan Pablo II también hablaba abiertamente de su literatura favorita, e incluso mencionó a uno de sus autores favoritos en su homilía inaugural como Papa, el 22 de octubre de 1978:

«Según una antigua tradición (magníficamente expresada literariamente en una novela de Henryk Sienkiewicz), Pedro quiso abandonar Roma durante la persecución de Nerón. Pero el Señor intervino: fue a su encuentro. Pedro le habló y le preguntó ‘¿Quo vadis, Domine?’ ( ¿Adónde vas, Señor?). Y el Señor le respondió al instante: ‘Voy a Roma para ser crucificado de nuevo’. Pedro regresó a Roma y permaneció allí hasta su crucifixión».

¿Quién fue Henryk Sienkiewicz?

Henryk Sienkiewicz fue un popular escritor polaco de finales del siglo XIX y principios del XX. La novela que le dio fama internacional se titulaba Quo Vadis y era una obra de ficción histórica ambientada en la época del emperador Nerón en Roma.

Quo Vadis se tradujo a lenguas de todo el mundo y le valió a Sienkiewicz el Premio Nobel de Literatura en 1905.

San Juan Pablo II comentó los temas espirituales de la novela durante la proyección de una adaptación cinematográfica en 2001:

«¿Quo vadis, homo? ‘Joven o mujer, ¿adónde vas?’. ¿Vas al encuentro de Cristo, o sigues otros caminos que te alejan de Él y de ti mismo?

La pregunta nos golpea con más fuerza, cuando recordamos que el lugar donde nos encontramos en este momento es precisamente el lugar donde, hace 2 mil años, tuvieron lugar los hechos narrados por la novela y la película Quo vadis.

En efecto, nos encontramos en la zona del Circo de Nerón, donde fueron martirizados muchos cristianos, entre ellos san Pedro. Testigo mudo de aquellos trágicos y gloriosos acontecimientos es el obelisco, el mismo obelisco que entonces se encontraba en medio del Circo y que, en el siglo XVI, se erigió en medio de la plaza de san Pedro, corazón del mundo católico. Encima del obelisco está entronizada la Cruz, para recordarnos que el cielo y la tierra pasarán, con sus imperios y reinos humanos, pero Cristo no pasará jamás: Él es el mismo: ayer, hoy y siempre».

Si no has leído el libro (o visto la película), considera la posibilidad de comprarla, por recomendación de san Juan Pablo II.-

Philip Kosloski – publicado el 21/10/24-Aleteia.org

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