Cuatro Escritos II
Nelson Martínez Rust:
III.- “Carta Encíclica” “DILEXIT NOS” de Su Santidad el Papa Francisco
En continuidad con la reflexión de la semana anterior, hoy quisiera continuar invitándolos a leer, meditar, criticar y asimilar los cuatro escritos que el mes de octubre, próximo pasado, puso en nuestras manos, a manera de regalo inmejorable. Esta semana corresponde al escrito papal con fecha del 24 de octubre. En él, el Santo Padre nos llama, desde una postura de fe, a observar y a hacernos presentes, en cuanto cristianos, en el quehacer de la historia contemporánea y no quedarnos indiferentes.
A tal efecto, Francisco, en el capítulo primero, intenta un acercamiento a la situación actual con las siguientes palabras:
“Ahora bien, el problema de la sociedad líquida es actual, pero la desvalorización del centro íntimo del hombre – el corazón – viene de más lejos: la encontramos ya en el racionalismo griego y precristiano, en el idealismo poscristiano o en el materialismo en sus diversas formas. El corazón ha tenido poco lugar en la antropología y al gran pensamiento filosófico le resulta una noción extraña. Se han preferidos otros conceptos como el de la razón, voluntad o libertad. Su significado es impreciso y no se le concedió un lugar específico en la vida humana. Quizás porque no era fácil colocarlo entre las ideas “claras y distintas” o por la dificultad que supone el conocimiento de uno mismo: pareciera que lo más íntimo es también lo más lejano a nuestro conocimiento. Tal vez es porque el encuentro con el otro no se consolida como camino para encontrarse a sí mismo, ya que el pensamiento vuelve a desembocar en un individualismo enfermizo. Muchos se sintieron seguros en el ámbito mucho más controlable de la inteligencia y de la voluntad para construir sus sistemas de pensamiento. Por no encontrarle lugar al corazón mismo, distinto de las potencias y pasiones humanas consideradas aisladamente unas de otras, tampoco se desarrolló ampliamente la idea de un centro personal donde lo único que puede unificar todo es, en definitiva, el amor” (10).
Lo primero que llama mi atención, es la coincidencia que Francisco conserva con Benedicto XVI. En efecto, Ratzinger en su escrito póstumo también se acerca a la realidad hodierna, pero, desde la filosofía y, desde la propuesta que formula para una elaboración teología bíblica sobre el hombre. Francisco, por su parte, lo hace en forma mucho más sencilla y clara, desde lo pastoral. De esta manera trata de ir más allá de lo propuesto por Benedicto XVI. En efecto, aun cuando divergentes en el método, en el contenido coinciden. También llama mi atención la cercanía papal con la ganadora del premio “Princesa de Asturias” al afirmar:
“En el tiempo de la inteligencia artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hace falta la poesía y el amor. Lo que ningún algoritmo podrá albergar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en cada rincón del planeta” (20).
En este primer capítulo el Papa centra toda su reflexión en el “corazón”.
“Allí donde el filósofo detiene su pensamiento, el corazón creyente ama, adora, pide, perdona y se ofrece a servir en el lugar que el Señor le da a elegir para que lo siga. Entonces entiende que es el tú de Dios, y que puede ser un yo porque Dios es un tú para él. El hecho es que solo el Señor nos ofrece tratarnos como un tú siempre y para siempre. Aceptar su amistad es cuestión de corazón y eso nos constituye como personas en el sentido pleno de la palabra” (25).
Para entender en profundidad el pensamiento papal se debe ir al centro de su escrito: “El Corazón”. Por tanto, ¿qué es el corazón para Francisco?
Después de un muy breve recorrido por la historia de la filosofía y de hurgar en las Sagradas Escrituras (No. 3-6), el Pontífice hace memoria de su niñez para, en el No. 9 de su escrito, plantear la necesidad que tiene la “sociedad liquida” de volver los ojos hacia el corazón:
“En la sociedad actual el ser humano “corre el riesgo de perder su centro, el centro de sí mismo”. “El hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado, dividido, casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar. Modelos de comportamiento bastante difundidos, por desgracia, exasperan su dimensión racional-tecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva”. Falta corazón” (9).
Se hace necesaria, pues, restablecer la unidad del ser humano mediante “El Corazón”.
“Necesitamos que todas las acciones se pongan bajo el “dominio político” del corazón, que la agresividad y los deseos obsesivos se aquieten en el bien mayor que el corazón les ofrece y en la fortaleza que tiene contra los males; que la inteligencia y la voluntad se pongan también a su servicio sintiendo y gustando las verdades más que queriendo dominarlas como suelen hacer algunas ciencias; que la voluntad desee el bien mayor que el corazón conoce, y que también la imaginación y los sentimientos se dejen moderar por el latido del corazón”(13).
De donde se deduce que “El Corazón” para el Papa Francisco es:
“…el corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. Suele indicar las verdaderas intenciones, lo que uno realmente piensa, cree y quiere, los “secretos” que a nadie dice y, en definitiva, la propia verdad desnuda. Se trata de aquello que no es apariencia o mentira sino auténtico, real, enteramente propio” (5) …”Esta verdad de cada persona tantes veces está oculta debajo de mucha hojarasca que la disimula, y esto hace que se vuelva difícil sentir que uno se conoce a sí mismo y más aun que conoce a otra persona”…”En el corazón se juega todo, allí no cuenta lo que uno muestra por fuera y los ocultamientos, allí somos nosotros mismos. Y esa es la base de cualquier proyecto sólido para nuestra vida, ya que nada que valga la pena se construye sin el corazón. La apariencia y la mentira solo ofrecen vacío” (6).
El corazón, sede del amor divino y humano, es lo que forja la personalidad del creyente:
“Se podría decir que, en último término, yo soy mi corazón, porque es lo que me distingue, me configura en mi identidad y me pone en comunión con las demás personas” (14).
Y Dios-Padre, por medio del “Corazón de Jesús”, da consistencia y brinda una razón de ser a lo humano:
“Allí donde el filósofo detiene su pensamiento, el corazón creyente ama, adora, pide perdón o se ofrece a servir en el lugar que el Señor le da a elegir para que lo siga. Entonces entiende que es el tú de Dios, y que puede ser un yo porque Dios es un tú para él. El hecho es que solo el Señor nos ofrece tratarnos como un tú siempre y para siempre. Aceptar su amistad es cuestión del corazón y eso nos constituye como personas en el sentido pleno de la palabra” (25).
Repito, una vez más, lo que señale en la entrega pasada parafraseando a Sartre: El hombre es un absurdo sin la existencia de Dios. No tiene ningún sentido y su única salida es la muerte.
Los capítulos tercero y cuarto de la carta encíclica “Dilexit Nos” se podrían conceptualizar como “Una elaboración cristológica nacida del corazón – amor – de Jesucristo”. Brinda un recorrido teológico-pastoral por la devoción al Corazón de Jesús y su repercusión en la vida de variados santos que trataron de imitar a Cristo en su entrega por el género humano.
El capítulo quinto es un escrito largo en donde se describe su concepción de la evangelización fundamentada en una visión pastoral nacida del “Corazón de Jesús”. Es una propuesta del Papa a la Iglesia universal para que piense en la renovación y reactivación de la caridad cristiana y en la misericordia de Dios. En resumidas cuentas, considero la Exhortación Pastoral “Dilexit Nos” como un escrito programático que brinda un sentido y orientación en la posible comprensión y estudio de los anteriores escritos papales.
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Notas a tener en cuenta para una lectura fructuosa de la Encíclica.
1º.- La Encíclica se encuadra entre los grandes escritos de pontífices anteriores que le precedieron sobre la doctrina del “Corazón de Jesús”. Este escrito, como ya lo he señalado, proporciona una clave para entender la doctrina teológica del actual pontificado: Toda ella se fundamenta en las virtudes de la “Caridad” y la “Misericordia” cristiana, ambas virtudes representadas en la figura del “Corazón”. “Tener corazón” y devoción al “Sagrado Corazón de Jesús” implica realizar en la vida ordinaria la caridad y la misericordia.
2º.- ¿Es actual y oportuna la Encíclica “Dilexit Nos”? Al observar el panorama del mundo actual – el conflicto bélico en el Oriente Medio, la intransigencia entre dos países balcánicos Rusia y Ucrania, la inestabilidad en América Latina que no termina de encontrar un rumbo que la defina, la cohesione y le muestre un camino a seguir en el consorcio de las naciones; al observar la disolución progresiva del cristianismo en el continente europeo como sede y dador de la cultura occidental en otros tiempos – considero que la encíclica es por demás oportuna y necesaria. El mundo necesita con urgencia que se le brinde una razón, no solo para creer, sino, en los actuales momentos, para existir. Y… ¿quién lo hará si no es la Iglesia?
3º.- Nunca se debe olvidar que el Evangelio, siempre, ha sido una locura y se necesita ser demente para seguirlo. Creo firmemente que no tiene nada de racional. No se le debe catalogar, ni a Él ni a sus seguidores, de conservador ni de avanzada, es y siempre ha sido: “Evangelio” = “Buena Nueva”, y quien se atreve a seguirlo sabe, muy bien, que le espera la Cruz (1 Cor 1-17-25). Sin embargo, es precisamente en esa sin razón y novedad en donde radica su grandeza y trascendencia y capacidad de transformación que contiene. Esta locura no puede ni debe perderla – dejaría de ser “Evangelio” -: su maravilla radica en la contradicción que genera al confrontarlo con la sociedad que le rodea; en ser, al modo hegeliano, una antítesis a la tesis que brinda la sociedad contemporánea. El “Evangelio” nunca será bien recibido.
4º.- De donde se deduce que, pretender congraciarse con el pensamiento moderno sería el fin de la Iglesia, pero no del Evangelio. En la historia de la Iglesia se han visto intenciones de “mimetismo eclesial” y no han faltado momentos e intentos de congraciarse con las realidades del momento. En esos momentos la Iglesia se hundió, pero el Evangelio floreció. Ejemplo de ello lo tenemos en el Renacimiento. Han sido momentos e intentos fatales para la Iglesia. El Evangelio siempre ha prevalecido en la vida de los santos y de la gente sencilla.
5º.- Considero sumamente necesario que la Iglesia, en los actuales momentos, se deslastre de la política y de las ideologías – el ambiente está sumamente politizado – y se convierta al Evangelio. Que los ministros, prediquen a Jesucristo y su Misterio Pascual y en segundo lugar y, desde Cristo, al hombre. Es esa la enseñanza que salva al mundo. Toca a la Iglesia, además de mostrar a Cristo Resucitado en primer lugar, capacitar a los fieles cristianos con conciencia, competencia y en profundidad.
6º.- La tecnología es un mundo apasionante, atrayente y fascinante, y el porvenir se muestra cada día más interesante. La Iglesia tiene la obligación de conducirla por el camino del amor cristiano – la caridad -. No es satanizándola, es orientándola la manera de establecer un diálogo constructivo. Sin embrago, detrás del descomunal despliegue tecnológico de los tiempos que vivimos, si no se tiene ponderación, se repite la tragedia anunciada en el dialogo tenido entre la mujer y la serpiente en el paraíso:
“…Cómo es que Dios os ha dicho: ¿No comais de ninguno de los árboles del jardín?”
Respondió la mujer a la serpiente:
“Podemos comer del fruto de los arboles del jardín. Más del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comais de él, ni lo toquéis, so pena de muerte”.
Replicó la serpiente a la mujer:
“De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día que comieres de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn 3,1-5).
El hombre ha desplazado a Dios. Es necesario restablecerlo en su sitio.-
Valencia. Noviembre 10; 2024