El Papa: «No es verdad que la historia la hacen los violentos y los prepotentes»
Las 'claves' de Francisco contra el odio y la polarización: "No tengan miedo de las “condenas” del mundo. ¡Sigan amando!, sin maquillajes"
«Mantengamos los ojos fijos en Jesús, en su Cruz, y en María, nuestra Madre. De esa manera, aun en las dificultades, encontraremos la fuerza de seguir adelante, sin temer las acusaciones, sin necesidad de consensos, felices de ser para todos, testigos de la verdad, en el amor»
«No se maquillen el alma ni el corazón, sean sinceros, transparentes (…). Sean entusiastas, cuiden a los ancianos. ¿Cuidan a sus abuelos? Sean generosos con su vida y caritativos con los pobres. Sean honestos»
El Papa invita a los jóvenes a «vivir y llevar el Evangelio a todos los confines de la tierra, sin detenernos y sin desanimarnos, levantándonos después de cada caída y sin dejar nunca de esperar»
«No se conformen con ser “estrellas por un día”, en las redes sociales o en cualquier otro contexto. El cielo en el que están llamados a brillar es más grande: es el cielo de Dios (….). Este es el verdadero firmamento, en el que deben resplandecer como astros en el mundo»
«Él nos deja libres, pero no nos deja solos. Aun corrigiéndonos cuando caemos, nunca deja de amarnos y, si se lo permitimos, no deja de levantarnos, para que podamos continuar el camino con alegría»
Solemnidad de Cristo Rey. Acaba el Año Litúrgico, y comenzamos a prepararnos para el Adviento y la Navidad. Cristo, Rey del Universo, y el Papa hace coincidir la festividad con la Jornada Mundial de la Juventud. De hecho, durante la ceremonia, los jóvenes responsables de la JMJ de Lisboa entregan algunos de los signos a quienes organizarán la próxima, en 2027, en Seúl. «También este es un signo; una invitación, para todos nosotros, a vivir y llevar el Evangelio a todos los confines de la tierra, sin detenernos y sin desanimarnos, levantándonos después de cada caída y sin dejar nunca de esperar«, explicó al final de la homilía el Papa Francisco.
Con una petición final: «Mantengamos los ojos fijos en Jesús, en su Cruz, y en María, nuestra Madre. De esa manera, aun en las dificultades, encontraremos la fuerza de seguir adelante, sin temer las acusaciones, sin necesidad de consensos, felices de ser para todos, testigos de la verdad, en el amor«.
Cristo es Rey, pero «si miramos a nuestro alrededor, lo que vemos se muestra diferente, y pueden surgir en nosotros preguntas inquietantes. ¿Qué decir de las guerras, la violencia, los desastres ecológicos? ¿Y qué pensar de los problemas que también ustedes, queridos jóvenes, deben afrontar mirando hacia el futuro, como la precariedad del trabajo, la incertidumbre económica —y no sólo eso—, las divisiones y las desigualdades que polarizan la sociedad? ¿Por qué sucede todo esto? ¿Y qué podemos hacer para que no nos destruya?», se preguntó el Papa en la homilía de la Eucaristía, celebrada en la basílica de San Pedro.
Precisamente, dirigiéndose a los jóvenes, Francisco quiso centrars en tres desafíos: «las acusaciones, la necesidad de consensos y la verdad».
En primer lugar, las acusaciones, como se desprende en el Evangelio de hoy, en el que Jesús es interrogado por Pilato, «en quien podemos ver simbolizados todos los poderes que en la historia oprimen a los pueblos con la fuerza de las armas». «Jesús no le interesa a Pilato. Pero sabe que la gente lo sigue, lo considera un guía, un maestro, el Mesías, y por eso el procurador no puede permitir que alguien cause desorden y turbación en la “paz militarizada” de su distrito», explicó Francisco.
Por eso, «complace a los enemigos poderosos de este profeta indefenso; lo procesa y amenaza con condenarlo a muerte». ¿Qué hace Jesús? «Él, que siempre predicó la justicia, la misericordia y el perdón, no tiene miedo, no se deja atemorizar, ni tampoco se rebela; sino que permanece fiel a la verdad que ha anunciado, hasta llegar al sacrificio de su propia vida».
«Él, que siempre predicó la justicia, la misericordia y el perdón, no tiene miedo, no se deja atemorizar, ni tampoco se rebela; sino que permanece fiel a la verdad que ha anunciado, hasta llegar al sacrificio de su propia vida»
«Queridos jóvenes, quizás a veces también a ustedes les pueda suceder de ser puestos “bajo acusación” por el hecho de seguir a Jesús», subrayó el Papa. Algo que puede suceder «en la escuela, entre los amigos, en los ambientes que frecuentan, puede haber quien quiera hacerles sentir fracasados porque se mantienen fieles al Evangelio y a sus valores, porque no se amoldan, no se resignan a actuar como todos los demás».
Sin embargo, rogó, «no tengan miedo de las “condenas”, no se preocupen; antes o después, las críticas y las acusaciones falsas caen y los valores superficiales que las sostienen se revelan por lo que son, ilusiones». «No tengan miedo de las “condenas” del mundo. ¡Sigan amando!«, incidió.
Cambiar las cosas siendo «un derrotado»
En segundo lugar, «la necesidad de consensos». «Mi Reino no es de este mundo«, dijo Jesús a Pilato. «¿Qué quiere decir esto? ¿Por qué no actúa para asegurarse el éxito, para ganarse a los poderosos, para obtener apoyo a favor de su programa? ¿Cómo puede pensar en cambiar las cosas siendo un “derrotado”?», se preguntó Francisco. «Jesús se comporta de ese modo porque rechaza toda lógica de poder. ¡Es libre de todo esto!».
Volviendo a dirigirse a los jóvenes, el Papa les pidió «seguir su ejemplo, no dejándose contagiar por el afán —hoy tan difundido— de obtener reconocimiento, aprobación y elogio». «Quien se deja llevar por estas fijaciones, termina viviendo en la angustia; se reduce a “abrirse paso a codazos”, a competir, fingir, hacer concesiones, traicionar los propios ideales con tal de tener un poco de aceptación y visibilidad».
«No se dejen engañar por quienes, engatusándolos con vanas promesas, en realidad quieren manipularlos, condicionarlos, usarlos para sus propios intereses»
Frente a esta realidad, otra. «Dios los ama tal como son; ante Él sus sueños puros valen más que el éxito y la fama, y la sinceridad de sus intenciones vale más que los consensos». Por ello, repitió: «No se dejen engañar por quienes, engatusándolos con vanas promesas, en realidad quieren manipularlos, condicionarlos, usarlos para sus propios intereses. No se conformen con ser “estrellas por un día”, en las redes sociales o en cualquier otro contexto. El cielo en el que están llamados a brillar es más grande: es el cielo de Dios (….). Este es el verdadero firmamento, en el que deben resplandecer como astros en el mundo».
«No se maquillen el alma ni el corazón, sean sinceros, transparentes«, improvisó.
«No escuchen a quienes, mintiendo, les dicen lo contrario. No son los consensos los que salvan al mundo, ni los que dan felicidad, sino la gratuidad del amor», recalcó. «Sean entusiastas, cuiden a los ancianos. ¿Cuidan a sus abuelos? Sean generosos con su vida y caritativos con los pobres. Sean honestos», volvió a improvisar.
«No son los consensos los que salvan el mundo, sino la gratuidad del amor, que es gratuito»
Ir «tirando»
Finalmente, «la verdad». Y es que «sólo ahí, en el amor, es donde encuentra luz y sentido nuestra existencia. De otro modo, permanecemos prisioneros de una gran mentira: la del “yo” que se basta a sí mismo, y es raíz de toda injusticia e infelicidad». Porque, recordó Bergoglio, «Cristo, que es el camino, la verdad y la vida, despojándose de todo y muriendo desnudo en la cruz por nuestra salvación, nos enseña que sólo en el amor podemos también nosotros vivir, crecer y florecer en nuestra plena dignidad».
De lo contrario, «ya no se vive, sino que se “va tirando”». «Nosotros queremos vivir, no ir tirando, y por eso nos esforzamos por testimoniar la verdad en la caridad, amándonos como Jesús nos ha amado«, proclamó.
Al tiempo, el Papa afirmó que «no es verdad, como algunos piensan, que los acontecimientos del mundo se “le han ido de las manos” a Dios». «No es verdad que la historia la hacen los violentos y los prepotentes», recordó, abriendo una puerta a la esperanza. «Los que destruyen la paz y hacen las guerras, ¿cómo tendrán la cara de presentarse ante el Señor? ¿Qué responderán? También nosotros, que no hacemos la guerra, que no matamos, también nos preguntará».
«Los que destruyen la paz y hacen las guerras, ¿cómo tendrán la cara de presentarse ante el Señor? ¿Qué responderán? También nosotros, que no hacemos la guerra, que no matamos, también nos preguntará»
«Él nos deja libres, pero no nos deja solos. Aun corrigiéndonos cuando caemos, nunca deja de amarnos y, si se lo permitimos, no deja de levantarnos, para que podamos continuar el camino con alegría».-