Edgar Peña Parra: «He pedido a la Virgen de la Macarena que haya paz en el mundo»
Entrevista al Sustituto de la Secretaría de Estado, enviado por el Papa a Sevilla
“En cuanto he salido del hotel para conocer Sevilla, me he perdido; pero ha sido una pérdida agradable”
«La paz especialmente en aquellos lugares donde sigue existiendo conflictos bélicos, pero también para Sevilla, para los sevillanos y sevillanas, y para toda España. Fue un momento espiritual muy bonito»
«Estando en Sevilla he podido comprobar que las hermandades y las cofradías representan todo un mundo. Un mundo que yo diría que es de fraternidad, caridad, fe, devoción. Por eso, creo que esto es bueno que sea conocido por todos, más allá de los que lo viven desde Sevilla»
«Ayer conocí a un señor que, según me dijo, antes de nacer ya estaba inscrito en una hermandad. Resulta que su padre quiso hacerlo antes de que él viera la luz del mundo. Quería que el día que naciera ya estuviera inscrito. Éste también es un método de comunicar la fe y de tener a la Iglesia de una manera cercana»
Sevilla se despertaba este miércoles por la mañana con el dulce sabor de boca de ver cómo la Virgen de la Esperanza Macarena lucía desde hacía un día con la Rosa de Oro otorgada personalmente el papa Francisco en reconocimiento a la devoción universal que existe alrededor de esta imagen, la tercera que recibe esta distinción en España después de la Virgen de la Cabeza y la Virgen de Montserrat. Quien hizo entrega de este galardón fue el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra, sustituto de los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y enviado especial del pontífice a Sevilla con motivo de la segunda edición del Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que tiene lugar del 4 al 8 de diciembre en la catedral hispalense.
Mientras esto ocurría, una comitiva encabezada por el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, se paseaba por las calles céntricas de la capital andaluza para visitar instalaciones como el Real Alcázar o la sede de la Hermandad del Gran Poder. A ellos se unían otros eclesiásticos como el obispo auxiliar de Sevilla, Ramón Darío Valdivia; el obispo coadjutor de Urgell, Josep Lluís Serrano, o el cardenal Kevin Joseph Farrell, prefecto del Dicasterio por los Laicos, la Familia y la Vida, y que era recibido, frente al palacio episcopal, tras su llegada a la ciudad por participar en el congreso. “En cuanto he salido del hotel para conocer Sevilla, me he perdido; pero ha sido una pérdida agradable”, reconocía Farrell a sus anfitriones.
¿Cómo vivió la entrega de esta alta distinción pontificia a la Virgen de la Esperanza Macarena?
Fue un momento muy eclesial para mí y para el resto de personalidades eclesiásticas que participamos en esta entrega de la Rosa de Oro. Fue un encuentro de la Virgen con su pueblo y, sobre todo, del pueblo con la Virgen de la Esperanza Macarena, venerado en la basílica con el mismo nombre.
Fue un momento extraordinario y que marcará un antes y un después para la devoción que se tiene, ¿verdad?
Sí, así mismo, como usted lo dice. Fue extraordinario ver cómo todos y todas vivimos con tanta emoción el obsequio hecho por el Papa a esta virgen hispalense. Desde que esto ocurrió, toda la gente que me estoy encontrando en Sevilla, tanto en la calle como en el interior de los recintos por los que paso, me dice lo mismo: fue realmente extraordinario.
Y cuando levantó la Rosa de Oro con las manos para entregarla a la virgen, ¿qué sentimiento experimentó?
En el momento en que la levanté sólo pude pedirle algo muy concreto, a la virgen: la paz en el mundo. La paz especialmente en aquellos lugares donde sigue existiendo conflictos bélicos, pero también para Sevilla, para los sevillanos y sevillanas, y para toda España. Fue un momento espiritual muy bonito.
Después de un viaje a la India, la pasada semana, está en Sevilla para conocer de primera mano el espíritu de la devoción popular manifestado a través de las hermandades religiosas. ¿Qué salud cree que tiene?
Creo que es importante impulsar congresos como éste de Sevilla porque, popularmente, se conocen las hermandades y cofradías sólo por un hecho muy determinado y reducido, es decir, las procesiones y el momento en que se exponen públicamente. Pese a ello, estando aquí en Sevilla, donde me acompañan grandes amigos como el arzobispo hispalense o Josep Lluís Serrano, de quien pude disfrutar hace poco de su ordenación episcopal en la Seu d’Urgell, he podido comprobar que las hermandades y las cofradías representan todo un mundo. Un mundo que yo diría que es de fraternidad, caridad, fe, devoción. Por eso, creo que esto es bueno que sea conocido por todos, más allá de los que lo viven desde Sevilla.
Este congreso tiene la gran misión de dar a conocer al resto de Europa otro aspecto del que disponen las hermandades y las cofradías, que no es otro que el hecho de ser vehículo para comunicar la fe
Aquí, en Sevilla, se cuentan unas setecientas agrupaciones de ese estilo.
Sí, sí. Éste es uno de los aspectos mejores que tiene este pueblo. Por tanto, este congreso tiene la gran misión de dar a conocer al resto de Europa otro aspecto del que disponen las hermandades y las cofradías, que no es otro que el hecho de ser vehículo para comunicar la fe.
¿Tiene alguna anécdota particular que quiera compartir con nosotros a raíz de su experiencia sevillana?
Sí. Mire, ayer conocí a un señor que, según me dijo, antes de nacer ya estaba inscrito en una hermandad. Resulta que su padre quiso hacerlo antes de que él viera la luz del mundo. Quería que el día que naciera ya estuviera inscrito. Éste también es un método de comunicar la fe y de tener a la Iglesia de una manera cercana. En el mismo corazón y en la misma familia.-
| Xavi Pete, enviado especial de Flama/RD al Congreso de Hermandades de Sevilla