Un pacto social educativo para impulsar un nuevo humanismo en defensa de la libertad y la democracia
José Ignacio Moreno Leon/Análisis Libre:
Mientras se logran sorprendentes avances científicos y tecnológicos que están configurando la posmodernidad, la sociedad planetaria confronta graves crisis y preocupantes problemas ecológicos en un mundo en que las instituciones de la democracia, con marcadas excepciones en algunos países, se han corrompido y perdido legitimidad frente a sus pueblos. Un mundo en donde se ha perdido la confianza en la justicia, en donde abundan actitudes y conductas despreciables como la corrupción, el narcotrafico, el terrorismo y los delitos cibernéticos. Igualmente la agenda globalista y el progresismo, conjuntamente con el terrorismo islamico como ideología religiosa, impulsada por Al Qaeda y el Estado Islamico, representan serias amenazas a la libertad y la democracia como soportes fundamentales de la civilización judeocristiana.
Por toda la dinámica de cambios que se impulsan con la era posmoderna se hace imposible predecir el comportamiento del ser humano en las próximas décadas. Tampoco se puede precisar la forma como operará en esa sociedad global de entornos virtuales la burocracia de los gobiernos, los sistemas políticos y las fuerzas armadas, es decir que influencia van a marcar esos cambios en la democracia tradicional, en el liderazgo político y en el ámbito militar que deberá revisar su conformación organizacional y explorar novedosos conceptos del patriotismo y de la defensa nacional.
Frente a estas realidades y para fortalecer la democracia y la libertad como garantía del estado-nación, se requiere un gobierno defensor del patriotismo y que gobierne no solo para los ciudadanos, sino fundamentalmente con los ciudadanos. Un gobierno que promueva un enfoque integral y holistico para resolver los problemas del desarrollo y que opere con transparencia, preservando la libertad individual y la dignidad de la persona humana como valores irrenunciables.
Por todo lo anterior se impone la necesidad de promover un nuevo humanismo, como lo expresa en su encíclica Caritas in veritate el Papa Benedicto XVI cuando señala que la crisis “se debe a una economía sin ética y unas finanzas sin Dios” y proclama por la necesidad de que esos procesos de cambio respondan a las exigencias morales más profundas de las personas. Por otra parte Hans Kung (1928-2021), el reconocido teólogo cristiano suizo señala la necesidad de revalorizar la ética para humanizar la globalización, promoviendo un consenso ético global que oriente la globalización de los negocios, el desarrollo tecnológico y en general la nueva economía y la política.
Ese nuevo humanismo en defensa de la democracia debe promoverse con el convencimiento de que la democracia no puede limitarse a procesos electorales periódicos, la preservación de la libertad de expresión y de prensa, el libre desempeño de los partidos políticos y la división de poderes, ya que todo ello debe sustentarse en un soporte ético y moral como garantía de este sistema.
Conviene insistir en que históricamente ha quedado demostrado que la democracia, como sistema político y de gobierno es un activo fundamental de la sociedad occidental y la cultura judeocristiana, por ello hay que defenderla frente a las amenazas globales inmersas en la posmodernidad. Ello implica protegerla y cultivarla con la educación para fortalecer la ciudadanía ya que sin ciudadanos no hay democracia y peligra la libertad.
Todo lo anterior supone la necesidad de impulsar un Pacto Social Educactivo en defensa de la libertad y la democracia. Un pacto que debe involucrar a la familia y a las instituciones educativas a todos sus niveles, a organizaciones de la sociedad civil y las Iglesias y a los medios de comunicación social. Un pacto que debe promover, como objetivo prioritario un paradigma de educación en valores, la promoción de la cultura cívica y la enseñanza y práctica del Capital Social como apoyo a una democracia de ciudadanos, al fomento de un genuino patriotismo y a la activa divulgacion de los valores de la libertad y la democarcia.
Para asegurar la defensa de la democracia y la promoción de los cambios requeridos para su fortalecimiento frente a las amenazas de la posmodernidad, se hace igualmente necesario disponer de líderes extraordinariamente bien preparados y capacitados para enfrentar las cambiantes circunstancias globales. Líderes con indiscutible vocación de servicios a su país y a los ciudadanos. Líderes que en palabras de Max Weber tengan un amor apasionado por su causa, ética de su responsabilidad y mesura en sus actuaciones. Es decir dirigentes políticos que actúen fundamentalmente movidos por el interés en el servicio público y no por mezquinos intereses individuales o carismáticos que alimentan el estigma de la corrupción como uno de los más graves daños al proceso democrático.-