Iglesia Venezolana

Línea Teológio-Pastoral (LTP) y Trinidad

En su documento sobre la comunión, nuestro Concilio Plenario explica la íntima relación Iglesia-Trinidad

 

Mons. Ovidio Pérez Morales:

El Episcopado Venezolano asumió afortunadamente la LTP de Puebla, comunión, asignándole solidaridad como categoría acompañante (no ya participación como en Puebla u otras posibles como podría ser ahora sinodalidad).

Antes de toda otra consideración conviene preguntarse ¿Por qué comunión fue asumida como LTP por Puebla? La respuesta la encontramos en los números 211-219 (Segunda Parte, Capítulo I, 1.12 Comunión y participación) de su documento final. Allí la comunión trinitaria se presenta como el ser, la vida divina misma, así como la fuente y el término de la dinámica comunional histórica, creativo-salvífica. Dios-Trinidad aparece allí como el principio y fin supremos. Puebla es sumamente clara al respecto:

Cristo nos revela que la vida divina es comunión trinitaria. Padre, Hijo y Espíritu viven, en perfecta inter comunión de amor, el misterio supremo de la unidad. De allí procede todo amor y toda comunión: para grandeza y dignidad de la existencia humana (212). Por Cristo, con Él y en Él, entramos a participar en la comunión de Dios (…) A ella se orienta toda la historia de la salvación y en ella se consuma el designio del Padre que nos creó” (214).

Y en su documento sobre la comunión, nuestro Concilio Plenario explica la íntima relación Iglesia-Trinidad:

La Iglesia es comunión y hunde sus raíces en el misterio de la comunión trinitaria: Dios Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Nuestro Dios no es triste soledad, sino bienaventurada comunión: «el supremo modelo y principio de este misterio (la unidad de la Iglesia) es la unidad de un solo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en la Trinidad de personas» (UR 2). Aquí encontramos la verdadera raíz y explicación de la autocomprensión de la Iglesia como comunión. (CVI 33).

 

Dios, principio y fin, sentido y razón de todo creado, imprime su sello comunional a toda su obra, la cual exhibe una dinámica comunional:  cósmica (Cf. LS 220 de Francisco y GS 2)), sacramental eclesial (LG 1) moral según el mandamiento máximo, consumación perfectiva de la historia en la congregación escatológica (lo afirma LG 2). El CPV en su documento 2, desarrolla ampliamente esta lógica comunional, formulada por Juan Pablo II en Ecclesia in America, en la cual se apoyó expresamente el Episcopado al definir la LTP del CPV. Lamentablemente esta línea no ha sido asumida en los catecismos como tampoco en la teología y pastoral subsiguientes, con las consecuencias ineludibles de falta de unidad y cohesión en lo doctrinal y práctico cristiano.

La respuesta la encontramos en los números 211-219 (Segunda Parte, Capítulo I, 1.12 Comunión y participación) de su documento final. Allí la comunión trinitaria se presenta como el ser, la vida divina misma, así como la fuente y el término de la dinámica comunional histórica, creativo-salvífica. Dios-Trinidad aparece allí como el principio y fin supremos. Puebla es sumamente clara al respecto:

Cristo nos revela que la vida divina es comunión trinitaria. Padre, Hijo y Espíritu viven, en perfecta inter comunión de amor, el misterio supremo de la unidad. De allí procede todo amor y toda comunión: para grandeza y dignidad de la existencia humana (212). Por Cristo, con Él y en Él, entramos a participar en la comunión de Dios (…) A ella se orienta toda la historia de la salvación y en ella se consuma el designio del Padre que nos creó” (214).

Y en su documento sobre la comunión, nuestro Concilio Plenario explica la íntima relación Iglesia-Trinidad:

La Iglesia es comunión y hunde sus raíces en el misterio de la comunión trinitaria: Dios Padre, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Nuestro Dios no es triste soledad, sino bienaventurada comunión: «el supremo modelo y principio de este misterio (la unidad de la Iglesia) es la unidad de un solo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo en la Trinidad de personas» (UR 2). Aquí encontramos la verdadera raíz y explicación de la autocomprensión de la Iglesia como comunión. (CVI 33).

 

Dios, principio y fin, sentido y razón de todo creado, imprime su sello comunional a toda su obra, la cual exhibe una dinámica comunional:  cósmica (Cf. LS 220 de Francisco y GS 2)), sacramental eclesial (LG 1) moral según el mandamiento máximo, consumación perfectiva de la historia en la congregación escatológica (lo afirma LG 2). El CPV en su documento 2, desarrolla ampliamente esta lógica comunional, formulada por Juan Pablo II en Ecclesia in America, en la cual se apoyó expresamente el Episcopado al definir la LTP del CPV. Lamentablemente esta línea no ha sido asumida en los catecismos como tampoco en la teología y pastoral subsiguientes, con las consecuencias ineludibles de falta de unidad y cohesión en lo doctrinal y práctico cristiano.-

Actualidad del concilio plenario

 

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