«Calma chicha e incertidumbre»: La Iglesia en Venezuela (y el Vaticano) sigue de cerca lo que pueda pasar este 10 de enero
Nada es descartable. La incertidumbre es máxima en estas horas previas. Como la tensión
“La situación en el país es de incertidumbre y de rechazo silente ante el bochornoso despliegue de fuerzas militares y paramilitares en todo el país. Hay muchas noticias cruzadas, pues el lenguaje oficial es de amenaza con la presencia en la calle de maquinarias de guerra de última generación, y de sofisticadas armas y grupos paramilitares con pasamontañas en todo el país. Hay una calma chicha”
«El anunciado regreso para esa fecha al país del líder opositor Edmundo González Urrutia para tomar él posesión tras el recuento final de las elecciones -aceptado por buena parte de la comunidad internacional- ha puesto al país en estado de alerta ante un posible estallido de violencia y represión en Venezuela»
«El malestar de la población va en aumento y, aunque no está articulada en una oposición ante el continuo hostigamiento, en el fondo, en caso de un enfrentamiento civil, no se sabe qué derroteros puede llegar a tomar esa frustración»
“El país está paralizado y no se ve claro nada”. La Iglesia en Venezuela asiste expectante y con gran inquietud a la fecha del 10 de enero, marcada en el calendario como la jornada en la que, casi seis meses después de las fraudulentas elecciones que volvieron a dictaminar su reelección como presidente, Nicolás Maduro tomará oficialmente posesión del cargo.
Sin embargo, el anunciado regreso para esa fecha al país del líder opositor Edmundo González Urrutia para tomar él posesión tras el recuento final de las elecciones -aceptado por buena parte de la comunidad internacional- ha puesto al país en estado de alerta ante un posible estallido de violencia y represión en Venezuela, preanunciado ya con la detención y desaparición de miembros opositores y de organizaciones de defensa de los derechos humanos, entre ellos, familiares tanto del propio González como de María Corina Machado.
“La situación en el país es de incertidumbre y de rechazo silente ante el bochornoso despliegue de fuerzas militares y paramilitares en todo el país. Hay muchas noticias cruzadas, pues el lenguaje oficial es de amenaza con la presencia en la calle de maquinarias de guerra de última generación, y de sofisticadas armas y grupos paramilitares con pasamontañas en todo el país. Hay una calma chicha”, señalan a RD fuentes eclesiásticas venezolanas que piden el anonimato.
“Ciertamente Maduro tomará posesión el 10 de enero bajo un despliegue de fuerza como nunca. Pero la situación de pobreza y falta de todo lo esencial es mayúsculo, sobre todo en el interior del país”, remarca la fuente, que lamenta también la “enorme salida al exilio de gente desesperada” buscando una salida para una vida más digna que no esperan poder encontrar en su país en estas circunstancias.
Inquietud en el Vaticano
Pero la preocupación sobre la situación no se da tan sólo en la Iglesia venezolana. Hay inquietud también en el Vaticano, pero -en una situación que recuerda algo a Nicaragua, o para no llegar precisamente a esos niveles- no se sabe muy bien cómo proceder con Maduro.
Existen contactos al más alto nivel entre la Santa Sede y la oposición y en la agenda ha estado -dentro de esa gira de González por las cancillerías europeas y también por la Casa Blanca- un posible encuentro con el papa Francisco
Lo que sí es cierto es que existen contactos al más alto nivel entre la Santa Sede y la oposición venezolana y en la agenda ha estado -dentro de esa gira de González por las cancillerías europeas y también por la Casa Blanca- un posible encuentro con el papa Francisco y el secretario de Estado, que finalmente no pudo concretarse.
En todo caso, la Iglesia sigue muy atenta la evolución de la situación, y pendiente también de que le toque llevar a cabo acciones humanitarias dado que el impulso que Maduro ha tratado de dar a otras denominaciones religiosas no ha tenido el éxito ni la fuerza esperada por el mandatario.
La incógnita Trump
El aumento de la “represión sin contemplaciones” en todo el país -que ha motivado el nombramiento de Diosdado Cabello como una especie de súper ministro del Interior, Justicia y Paz- sería indicativo, paradójicamente, de la mayor debilidad del régimen, que necesita la fuerza para imponerse. En este ambiente de incertidumbre y miedo, son también muchas las conjeturas de que en el Gobierno de Maduro han comenzado a aparecer fisuras.
Y en medio de todo ello, la próxima asunción de Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos añade una variable que ahonda en la incertidumbre. ¿Hacia dónde se decantará el magnate populista? ¿El nombramiento del nuevo secretario de Estado Marco Rubio, de raíces cubanas y conocido por su aversión al régimen de Maduro, supone una esperanza?
Algunos en Venezuela lo ven así, pero, según las fuentes, el hecho de que Trump no haya recibido personalmente a González tras su recuente visita a Joe Biden ha caído como un jarro de agua fría entre quienes esperaban esa señal de apoyo explícito en vísperas del 10 de enero. Sin embargo, como apuntan a RD, “el petróleo sigue siendo una pieza importante en este juego político-económico en el que los valores éticos y morales juegan poco”.
La sociedad venezolana está exhausta y, de mantenerse la actual situación política, hay indicios de que todavía podría empeorar más, dado que las necesidades básicas han aumentado en la población
Mientras tanto, la sociedad venezolana está exhausta y, de mantenerse la actual situación política, hay indicios de que todavía podría empeorar más, dado que las necesidades básicas han aumentado en la población y la gente ya no se cree “las promesas que pregona el Gobierno de abrir espacios, cuando no hay espacio para ninguna expresión de divergencia o disidencia”.
El papel de los militares
Pero tampoco el Gobierno de Maduro -que accedió al poder en abril de 2013- las tiene todas consigo. Cada vez más aislado internacionalmente tras el descarado fraude del 28 de julio, el régimen bolivariano mira de reojo a los militares pues no parece que estén dispuestos a reprimir a la población, de ahí el aumento en las calles de encapuchados y grupos paramilitares de choque, que indicaría que se confía más en ellos ante la posibilidad de tener que actuar contra el pueblo.
Pero, por otra parte, el malestar de la población va en aumento y, aunque no está articulada en una oposición ante el continuo hostigamiento, en el fondo, en caso de un enfrentamiento civil, no se sabe qué derroteros puede llegar a tomar esa frustración.
Pero cabría la posibilidad de que el régimen acabe colapsando por falta de implicación de las naciones que hoy son sus principales apoyos, como China, Rusia, Irán y Cuba, aunque de este país caribeño, en respiración asistida, y que gracias al propio Maduro y al petróleo que envía va resistiendo, poca ayuda cabe esperar.
“¿Se podrá dar una situación parecida a la de Siria?”, se preguntan las fuentes eclesiales consultadas por Religión Digital. Nadie se atreve a afirmarlo. Pero tampoco nada es descartable. La incertidumbre es máxima en estas horas previas. Como la tensión. “Lo que parece cierto es que después del 10 de enero, las cosas no seguirán siendo como antes y que puede pasar cualquier cosa…”.-
José Lorenzo/RD