Opinión

El Político: Su oficio en el siglo XXI

El saber político se adquiere por experiencia y conocimiento, en el knowhow o saber-hacer y además, sí se transmite confianza, colaboración e implicación de sus colaboradores en un proyecto de vida...

Jesús Mazzei:

Los ciudadanos de a pie, se preguntan ¿qué hace un político?, ¿se puede formar un político?, ¿para qué existe el político? Estas y otras interrogantes se suelen hacerse cuando se investiga y analiza el hombre político. Pues bien, el repaso del libro de Max Weber La Ciencia como Profesión la Política como profesión y de otros textos; me abrieron la oportunidad para compartir algunas reflexiones y inquietudes sobre el tema en cuestión, al inicio del año.

En efecto, el zoon politikón de Aristóteles no ha dejado de estar presente por la hipercomplejidad del ser humano y el ambiente o entorno donde actúa, el hecho de que los políticos se muevan en el seno de instituciones o en palabras de Weber, «… la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política: en la actualidad de un estado…». El político, abarca el ámbito de la toma de decisiones y la realización de programas y planes de acción. Implica, además, la conducción y coordinación horizontal y vertical de las diferentes acciones de gobierno. El político es un individuo de acción, y por ello, requiere de instrumentos conceptuales para una mejor comprensión de los fenómenos políticos, de cómo operan y se procesan al interior de una sociedad. Es la gestión y dirección de los asuntos públicos. Tiene que ver, además, con las relaciones de poder en el ámbito público, porque en política se dan cuestiones relativas a la dominación, sumisión que se enlazan con la regulación formal e informal en instituciones o estructuras políticas. Debe tener habilidades como la motivación, el control emocional, la empatía y la destreza social.

El saber político se adquiere por experiencia y conocimiento, en el knowhow o saber-hacer y además, sí se transmite confianza, colaboración e implicación de sus colaboradores en un proyecto de vida, por ello debe no sólo saber escoger equipos de trabajo, sino liderarlos. Esto se adquiere por un talento innato y unas habilidades que se dan a través del tiempo no solo sobre el manejo del Estado, sino, como en él se gobierna, de la comprensión y estudio de lo social y la historia y además, de las fuerzas que mueven la economía de un país. No se busca el genus tecnocrático. El político debe conocer cuál es el margen de maniobra y debe tener la pericia adecuada tanto del punto de vista institucional y de gestión, para tomar decisiones. Por ello, en las democracias para un político gobernar se hace más intrincado ya que se hace bajo varias premisas: arbitrar, articular, consultar, cooperar, coordinar calibrar, sopesar y saber sortear, negociar (reciprocidades especificas o difusas), capacidad para mantener la centralidad; lograr que estas herramientas se utilicen armónicamente y adecuada, requiere de conocimiento e intuición, y esto lo adquiere con la experiencia, el estudio. Habilidad para resolver problemas, tener en síntesis un pensamiento creativo. El político debe tener coraje, pero con sentido de responsabilidad y de las proporciones. Es un camino proceloso. Un buen político hace y siente la política. Debe tener fluidez verbal y comunicación efectiva (para la dialéctica verbal), capacidad organizativa y trabajar bajo presión, excelentes relaciones interpersonales.

Por ello, en política, el liderazgo puede explicarse de tres maneras fundamentales: el poder que deriva de las provisiones institucionales, legales y demás mecanismos formales e informales, como de las influencias; de eventos y circunstancias que aupan a un líder político durante un determinado período y tiempo en su trayectoria o parábola pública; y las habilidades y limitaciones que tiene liderazgo, por eso, debe saber acompañarse de un buen equipo que lo rodee. Y por último, un sentido ético-político, que le permite a cualquier carrera política una mínima dosis de vocación sujeta después a un proceso de selección, constancia, una rendición de cuentas permanente y una ejecutoria que sea garante de un ejercicio político de calidad y relevancia.

Siguiendo al politólogo hispano Manuel Alcantará quién afirma en reciente artículo”… Los actuales tiempos de democracias fatigadas inmersas en sociedades cansadas están generando momentos muy peculiares que poco a poco se han ido decantando hacia la configuración de gobiernos cuyo denominador común se señala con frecuencia que es la baja calidad de sus integrantes. De esta manera, se extiende por doquier la idea de que buena parte de los problemas que tiene la política en la actualidad es debido a que los actuales gobernantes son los más ineptos…y agrega seguidamente en una cita larga pero muy ilustrativa, No obstante, la categorización de buen o mal gobernante o de mayor o menor cualificación para llevar a cabo la acción de gobierno es una tarea que resulta difícil llevar a cabo. Hay tres niveles diferentes que definen el grado de complejidad: las características específicas del contexto nacional, analizar individualmente los perfiles de las personas que llevan a cabo el oficio y poner el acento en los resultados de su acción en el gobierno de acuerdo con su rendimiento en distintos ámbitos. Aunque deben concebirse en una constante interacción es posible llevar a cabo un ejercicio de abordaje por separado de estas facetas. Entonces, estudiar estrictamente a las personas que asumen responsabilidades políticas es un camino por seguir de indudable interés.

Tres son los grupos de factores para tener en cuenta a fin de llevar a cabo la idoneidad de su rendimiento que se dan cita en este tipo de individuos. En primer lugar, se encuentran las características individuales referidas a cuestiones de corte biológico, otras vinculadas con el proceso de socialización y otras con la andadura formativa. En segundo término, hay que considerar la experiencia generada en la trayectoria previa al desempeño del cargo bien fuera en el propio terreno de la política como en el adquirido en otro ámbito profesional. Por último, está el rendimiento previo de la persona en el plano de la conjunción de la ética de la responsabilidad y de la ética de la convicción, en función de la célebre distinción esgrimida por Max Weber.

La integración de todo ello permite definir modelos ideales y, eventualmente, elucidar categorías de acuerdo con escalas preestablecidas. De esta manera, puede establecerse el grado de mejora o en su caso de empeoramiento de la clase política, o de políticos individualmente considerados, con respecto a una determinada evolución temporal. ¿Son hoy los políticos mejores o peores que hace diez o veinte años dentro de un mismo país? ¿Son mejores o peores los de un país con respecto a los del vecino?” esto en Europa y sobre todo en nuestro hemisferio americano es palpable en forma concreta, no solo hay políticos ineptos sino incapaces de generara soluciones realmente reformistas de carácter democrático a nuestro sociedades, por ello continuando con Alcantará tomaremos como suya la afirmación que ”… el término kakistocracia cuya raíz viene a definir precisamente al gobierno de los peores y menos cualificados. Un término que no se encuentra en fuentes antiguas, pero que sirve para definir el estado actual de la política en parte de los países americanos y europeos. El neologismo ha saltado rápidamente a sectores de la opinión pública estadounidense y de ahí está empezando a generalizarse para definir la situación de otros países

Se trata de cuestiones que son pertinentes en la medida en que hoy la crisis de la representación, por un lado, señala a la clase política como responsable del descrédito de la política y, por otro, de manera consecuente, ha acentuado la presencia en el ruedo político de personajes ajenos a la tradición partidista y aupados por mecanismos novedosos de empoderamiento individualista. La descomposición del universo partidista, volátil, desideologizado y sumido en una profunda crisis identitaria, se conjuga con mecanismos de intermediación y de participación que hace poco no existían. La sociedad digital, fragmentada e hiper individualista, se ve sometida a instrumentos publicitarios novedosos que empujan al poder a candidaturas personalistas sin filtro alguno…”

Max Weber, definió varios tipos de políticos: los políticos ocasionales, los políticos semiprofesionales y los verdaderos políticos profesionales. Angelo Panebianco, habla de siete tipos de políticos: el empresario político que es el líder partidista, los burócratas del partido, los funcionarios expertos que prestan servicios al partido en su campo de especialización, el notable, al cual se refiere Weber como político diletante, el profesional de Staff es más técnico, el profesional que trabaja en espacios estatales o paraestatales y el semiprofesional. Son los ejecutores políticos responsables de las políticas públicas y debo agregar, en la gestión y dirección de los asuntos públicos. Tiene que ver además, con las relaciones de poder en el ámbito público, porque en política se dan cuestiones relativas a la dominación, que se enlazan con la regulación formal e informal en instituciones o estructuras políticas. Si no veamos el caso venezolano en los últimos 22 años, de verdad que Uds. ¿Creen amigos lectores, que hemos tenido equipos técnicos de primer nivel estos años y políticos con auctoritas para tomar decisiones? La respuesta es No. La gerencia pública más mediocre y limitada intelectualmente hablando en estos 25 años, en materia económica educativa, sanitaria, y políticas públicas en general, aquí me refiero al político profesional de gobierno, que trabaja en espacios públicos a nivel local, regional, nacional o el ámbito internacional.

Del maestro de la ciencia política, como lo fue el Dr. Manuel García Pelayo, tomo de nuevo su utilísima categorización de las cualidades de un político: 1) saber qué se quiere o conciencia de finalidad; 2) saber qué se puede o conciencia de posibilidad; 3) saber qué hay que hacer o conocimiento de la instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que hacerlo o sentido de oportunidad y, 5) saber cómo hay que hacerlo o sentido de la razonabilidad. Esto es lo que hace un diferencial existencial de un buen político de un mediocre. Y el país, los tuvo en el pasado superlativamente superiores a los de hoy.

El ideal es el político, que debe conocer cuál es el margen, de ritmo, maniobra y tener la pericia adecuada tanto del punto de vista intelectual y de gestión, para tomar decisiones. Por ello, en las democracias para un político gobernar se hace más intrincado ya que se hace bajo varias premisas: arbitrar, articular, consultar, cooperar, coordinar calibrar, sopesar y saber sortear, negociar en crisis (reciprocidades especificas o difusas), capacidad para mantener la centralidad; lograr que estas herramientas se utilicen armónicamente y adecuada, requiere de conocimiento e intuición, y esto lo adquiere con estudio y la experiencia. Habilidad para resolver problemas, manejo de equipos humanos, tener en síntesis un pensamiento creativo. El político debe tener coraje, pero con sentido de responsabilidad. El político atesora un capital que es importante a lo largo de su carrera en función del tiempo y de los nodos en constituir la misma carrera política.

Estamos pues, en pleno desarrollo de una sociedad del conocimiento, en la política se dan dos posibles vías de acción, según el cual las políticas públicas no pueden ser sino el resultado y la ejecución de la decisión política, es decir, el paradigma racional-secuencial o por el contrario pondrán el acento en la dimensión confrontativa-discontinua de las elaboración de las políticas ubicándolas como una de las arenas fundamentales en las que se libra la lucha política.

En suma, conjugar la labor del técnico con la del político es difícil, gobernar es más intricado, complejo, es optar entre opciones, es saber que se quiere, saber que se puede y que no se puede hacer, saber cuándo hay que hacerlo y finalmente, cómo hay que hacerlo, y en sociedades postindustriales de carácter democrático, es más complicado en pandemia. El político debe tener iniciativa y clara apreciación estratégica, pero con un sentido de las proporciones del tiempo en que le toca actuar. Que inmenso reto, tiene en este caso Venezuela, de cara al futuro. Gobernantes pésimos, como hemos vistos los últimos años y políticos gubernamentales. Menudo futuro el de la nación venezolana, nada halagüeño.

PD: Al culminar la redacción de este artículo supimos del lamentable fallecimiento, el pasado domingo 4 de enero del Dr. Miguel Van der Dijs, quién fue egresado en ciencias políticas, perteneciente a la primera promoción de politólogos, graduada en marzo de 1978, fue mi profesor en 1980 en Teoría de la Organización. Coordinador de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Director de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos, fundador del Postgrado Gobierno y Políticas Públicas, se especializó en Teoría Política. Además, de ejercer importantes cargos públicos, como rector del CNE, Director de la Oficina Central de Personal y Viceministro de Cordiplan. Doctor en Ciencias Sociales. Fue mi profesor y amigo, e importante miembro del cuerpo docente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, un abrazo de solidaridad a familiares y seres queridos.-

jesusmazzei@gmail.com

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