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Enfoque con flexibilidad: El secreto para avanzar en tiempos inciertos

Lejos de percibir la incertidumbre como una amenaza, podemos convertirla en una oportunidad para crecer y desarrollar nuestra resiliencia

Rosalía Moros de Borregales:

Dibujar el mapa.

Avanzar con propósito en la vida requiere una visión clara del lugar a donde nos dirigimos. Sin embargo, es muy importante comprender, como hemos expresado anteriormente, que el propósito no es algo que está allá lejos, en algún lugar del futuro. Por el contrario, podemos vivir cada día de acuerdo a este propósito, aunque ciertos logros y eventos que deseamos concretar no se hayan cristalizado aún.  Por lo tanto, entendiendo nuestra vida como un viaje es necesario trazar un mapa del recorrido a seguir. Así como un viajero depende de un mapa para llegar a su destino, cada uno de nosotros necesita una guía que oriente nuestras decisiones y acciones. Este mapa personal no solo sirve para alcanzar metas, sino también para mantenernos enfocados cuando enfrentamos distracciones o desafíos.

En un mundo en constante cambio, al diseñar un mapa debemos tener en cuenta que el movimiento de la vida y la dinámica de los tiempos nos exigen ineludiblemente la capacidad de adaptarnos. Lejos de percibir la incertidumbre como una amenaza, podemos convertirla en una oportunidad para crecer y desarrollar nuestra resiliencia. Por esta razón, la flexibilidad es clave, pues no se trata de abandonar nuestras metas y convertirnos en individuos llevados de un lugar a otro por el viento de las circunstancias, sino de mantener nuestra mirada en la meta, sin dejar de hacer los ajustes necesarios para seguir avanzando.

El apóstol Santiago plantea esta metáfora y concluye afirmando que el “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”. (Santiago 1:8). Recuerdo a mi padre quien solía hacer ejercicios al aire libre. Un día lo encontré en su habitación corriendo sobre el mismo cuadrado de piso; estaba lloviendo y él decidió seguir adelante con su ejercicio, entonces implementó la “carrera estacionaria”. ¡Eso es flexibilidad! Una actitud que te permite, sin perder tu objetivo, adaptarte a las circunstancias. La rigidez nunca nos lleva a un lugar seguro.

Desde una perspectiva cristiana, caminar con propósito significa en primer lugar conocer a Dios; es decir, tener una vida de comunión con Él. Y, en segundo lugar, significa creer y confiar en que Dios nos hizo únicos, con un propósito personal para cada uno. Además, confiar en sus promesas de que Él estará a nuestro lado, presente  en cada paso del camino, hasta el fin de nuestra vida. Esa comunión diaria con Dios nos proporciona la sabiduría y el valor necesarios tanto para cada día, como para navegar esas curvas inevitables de la vida que se presentarán en algunos tiempos de nuestro recorrido. Tal como enseña el libro de Proverbios (4:18), las sendas de aquellos que caminan en justicia e integridad son iluminados cada vez más, como los primeros albores de la mañana que van en aumento hasta el esplendor de la luz del mediodía.

Detector de desvío.

Muchas veces culpamos a los factores externos, las circunstancias y las personas que nos rodean de nuestros desvíos o de nuestro estancamiento. Nos desviamos del camino o bien, porque no hemos comprendido el llamado que tenemos, porque no estamos conscientes de nuestros talentos y dones, o porque nos encontramos en ausencia de un verdadero propósito. Entonces, desde que amanece, nos levantamos con el pie equivocado, no nos gusta el café, el día nos parece o demasiado frío o demasiado caluroso, el saludo de alguien nos parece impertinente, persistimos en la idea de que la gente no nos comprende; en fin, un sinnúmero de quejas que aparecen una tras otra como cotufas que saltan en la sartén.

Sencillamente, porque estamos enfocados en las nimiedades, en las imposibilidades y no en el propósito. Pienso en los cirujanos de guerra, su único propósito es salvar vidas; por lo tanto, ningún obstáculo o falta de algún instrumento puede hacerles desistir. Por el contrario, la fuerza de su propósito ilumina su mente dando a luz a una creatividad inimaginable que los hace capaces de rescatar de la muerte a aquellos que han sido alcanzados por las armas terribles en las luchas sin sentido.

Muchos matrimonios se acaban prontamente debido a la carencia de un propósito de vida juntos; entre las razones que los unió no existe algo más allá de los dos, algo que haga trascender sus vidas. Luego, cuando las emociones se van calmando con las demandas y responsabilidades, entonces surge la insatisfacción y el corazón se llena de quejas hacia el otro. Es la verdad que me llegó en esta frase, cuyo autor desconozco, pero igual le doy el crédito que le corresponde: “Las relaciones más fuertes no son cara a cara, sino hombro a hombro, donde dos personas juntas se enfocan en algo que las trasciende”. Cuando existe el compromiso, cuando aprendemos a poner leña al fuego, no hay obstáculos ni pequeños, ni grandes que nos hagan perder la visión. De tal manera, que si las excusas están desbaratando tus esfuerzos, tal vez la visión es equivocada, o no es lo suficientemente fuerte y clara para ti todavía; o sencillamente no existe.

Cómo diseñar un mapa práctico y flexible.

Un mapa bien diseñado es la base para avanzar con propósito, pero su verdadero valor está en su capacidad para guiarnos de manera práctica, realista y adaptable. No se trata de crear un plan perfecto, sino uno que sea funcional y flexible, capaz de ajustarse a las demandas y cambios de la vida. Es tan importante saber a dónde vamos como conocer las diferentes estaciones a lo largo del camino. Discernir cuando debemos pararnos para hacer una evaluación, reponer fuerzas, encontrar inspiración, llenar el tanque de combustible y poder retomar el camino con fuerzas renovadas.

El primer paso para diseñar un buen mapa es establecer metas específicas y realistas. Todos los procesos constan de diferentes etapas. Es una muestra de inmadurez el pretender saltarnos pasos del proceso. Generalmente los atajos conducen a logros efímeros; pues, lo que persiste en el tiempo son aquellas conquistas que se logran en las batallas de la arena de la vida, en las que entregamos nuestro ser con excelencia. 

Además, es crucial dividir las metas a largo plazo en pequeños pasos alcanzables. Esto no solo facilita el avance, sino que también proporciona un sentido de logro que nos motiva a seguir adelante. Los escaladores dividen el camino a la cima en varias estaciones que deben ser conquistadas para alcanzar la meta final. La constancia y la perseverancia son claves necesarias para alcanzar las metas. La constancia construye el hábito, y la perseverancia lo mantiene vivo frente a los desafíos.

Constancia y perseverancia. 

La constancia:

La constancia es la capacidad de mantenerse firme y regular en una actividad o propósito a lo largo del tiempo. Implica disciplina y un esfuerzo continuo. Significa compromiso diario. La constancia es el hábito de cumplir con pequeñas acciones de forma sostenida, lo que eventualmente lleva a alcanzar un objetivo mayor. Por ejemplo, una persona que estudia 30 minutos todos los días para aprender un nuevo idioma demuestra constancia. En la vida cristiana la constancia en la oración y en el estudio de la Palabra de Dios son el fundamento de una vida con propósito.

La Perseverancia:

Es la capacidad de seguir adelante, superando dificultades, obstáculos o adversidades, sin rendirse ante los desafíos. La perseverancia requiere fuerza espiritual y motivación frente a las pruebas. Significa resiliencia y resistencia. La perseverancia se activa especialmente cuando las cosas se vuelven complicadas. La constancia se enfoca en la regularidad y el compromiso con una rutina o actividad, mientras que la perseverancia se centra en la capacidad de superar adversidades o momentos difíciles para alcanzar un objetivo.

En otras palabras, la constancia se practica en el día a día, mientras que la perseverancia se pone a prueba cuando enfrentamos retos o nos sentimos desmotivados. Constancia es como remar en un río tranquilo, avanzando con esfuerzo continuo. Perseverancia es remar durante una tormenta, cuando las corrientes están en contra y es más fácil querer abandonar.

La flexibilidad como virtud.

Aunque el plan es esencial, también lo es la capacidad de adaptarnos cuando las circunstancias cambian. A todo plan le surgen sus imprevistos; sin embargo, si el mapa está claramente dibujado, siempre nos permite recalcular la ruta. En la vida, esto significa que debemos estar abiertos a ajustar nuestras estrategias sin perder de vista el objetivo final. Un mapa práctico y flexible combina metas claras con una actitud abierta al cambio, recordándonos que lo importante no es seguir el mapa estrictamente sino mantener la visión del propósito; encontrando siempre una manera honesta de seguir adelante. Al ser flexibles en la ejecución de estrategias que estaban preparadas de una forma, pero cambiaron con las circunstancias, aumentamos nuestra capacidad de resiliencia y perseverancia.

El apóstol Pablo, a pesar de los numerosos obstáculos que enfrentó, nunca dejó de predicar el Evangelio, el propósito para el cual Dios lo llamó. En una de sus epístolas a la iglesia en Corinto el apóstol enumera los muchos sufrimientos que padeció, haciendo hincapié que ninguno lo desvió de su meta. Ajustó su enfoque cuando era necesario, pero siempre se mantuvo fiel a su misión. “¿Son ministros de Cristo? Yo más; en trabajos más abundantes; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?”. II Corintios 11:16-33.

La gracia supera la incertidumbre.

La incertidumbre es una constante en la vida, pero no tiene por qué ser un enemigo. Al contrario, puede convertirse en una oportunidad para crecer, aprender, avanzar con mayor determinación y sobre todo para poner nuestra confianza en Dios. Los obstáculos y los cambios inesperados son inevitables; sin embargo, es la perspectiva frente a ellos lo que determina el impacto que tendrán en nuestro camino. Al pensar en la actitud del apóstol Pablo, recuerdo que en sus momentos más débiles acudió a Dios clamando por su debilidad. Entonces, dejó claramente expreso que la respuesta de Dios fue: “Que mi gracia sea suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”. II Corintios 12:9. Y fue precisamente esa gracia la que lo impulsó a seguir adelante, perseverando en medio de todos los sufrimientos.

En lugar de temer a las dificultades, debemos aceptarlas como una parte natural del viaje. Cada desafío es una invitación a aprender algo nuevo y a fortalecer nuestra confianza en Dios. En este sentido, los momentos de incertidumbre pueden ser vistos como oportunidades para desarrollar habilidades como resiliencia, creatividad y paciencia.

Por ejemplo, José, el hijo de Jacob, fue vendido como esclavo por sus propios hermanos a los egipcios. El pudo haber visto esto como una desgracia en su vida; pero, este fracaso no significó el final del camino, sino una oportunidad para ver la manifestación de la gracia de Dios actuar en su vida.  Se adaptó a cada circunstancia y confió en el propósito de Dios para él. Entonces, perseveró en buscar a Dios en medio de la aflicción hasta llegar a convertirse en gobernador de Egipto y sin proponérselo, fue usado para ayudar a los hermanos que lo habían vendido, cuando llegaron los tiempos de las llamadas vacas flacas.

La brújula de la fe.

La fe en Dios debe ser nuestra brújula. Es fácil desenfocarse, desanimarse y perder la esperanza. No obstante, al poner nuestra confianza en Dios nos mantenemos enfocados en hacer su voluntad, incluso cuando no vemos con claridad cuál es el siguiente paso. Dios hace cosas maravillosas e inimaginables en aquellos que le buscan y confían en su amor. Esto no significa que todo será fácil, pero sí que podemos caminar con la seguridad de que no estamos solos. 

Además, los momentos de cambio pueden sacar a relucir nuestra creatividad. Ante un problema, podemos buscar nuevas maneras de avanzar, pensar fuera de lo común y transformar una situación aparentemente negativa en una oportunidad para crecer. Es en las dificultades donde muchas veces descubrimos la fortaleza que ni siquiera sabíamos que teníamos. Es en la adversidad donde nuestra debilidad se hace recipiente del poder creador de Dios.

Excelencia versus perfeccionismo.

En un mundo lleno de apariencias, es fácil caer en la tentación de idealizar vidas perfectas o modelos de éxito. Es esencial recordar que el verdadero progreso y propósito no se construyen sobre la base de la perfección falsa, sino sobre la excelencia que se logra con una vida de integridad, esfuerzo y autenticidad. Muchas veces las redes sociales proyectan imágenes de éxito instantáneo y vidas sin problemas. Personas que se presentan como “ejemplos” a seguir, a menudo construyen sus mensajes sobre bases inconsistentes o inalcanzables. Este sistema de mentiras puede llevarnos a compararnos, a desanimarnos o incluso a desviarnos de nuestro propósito real.

Más allá de todo ese ruido respecto al éxito, una vida con propósito no significa alcanzar estándares supra reales, sino en ser y hacer con excelencia, dando lo mejor de mi a cada paso. Todo lo que tiene valor –ya sea en la vida personal, profesional o espiritual– requiere tiempo y dedicación. Se siembra con esfuerzo, se cuida con paciencia y se cosecha en el momento adecuado.

La integridad es la esencia del camino.

La integridad no solo es un principio ético, sino también una herramienta práctica para avanzar con propósito. Ser íntegros significa actuar con coherencia, incluso cuando nadie está mirando. Es mantenernos fieles a los valores cristianos, aunque eso signifique tomar caminos más largos o enfrentar dificultades adicionales. Desde la perspectiva cristiana, caminar con integridad es un acto de confianza en Dios. Es reconocer que, aunque el mundo valore los atajos y las apariencias, el verdadero fruto se da cuando caminamos según los principios de Dios. “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado”.  Proverbios 10:9.

La siembra y la cosecha.

Siempre me he sentido identificada con las palabras del salmista (Salmo 126:6) “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. El esfuerzo constante y la fe paciente siempre dan fruto. Puede que no veamos los resultados inmediatos, pero cada paso en integridad nos acerca a la meta. Las cosas verdaderamente valiosas no suceden de la noche a la mañana; son el resultado de un proceso de siembra, cuidado y espera. Así, nuestros ojos no deberían estar puestos en lo que otros proyectan; por el contrario, debemos poner nuestra mirada en Cristo, en el llamado que nos ha hecho, en el trabajo que tenemos por delante y ejecutarlo mediante una vida íntegra.

Planificar con propósito, ser flexibles ante los cambios y mantener la integridad en cada paso que damos no son tareas fáciles, pero son esenciales para construir una vida significativa. Al diseñar un mapa para nuestras metas, debemos recordar que no todo saldrá exactamente como lo planeamos. Eso no significa que el camino esté perdido. Confiar en Dios, adaptarnos y perseverar son las claves para avanzar con enfoque aún en medio de la incertidumbre.

Las curvas de la vida como trampolines.

A menudo, los desvíos y obstáculos que enfrentamos pueden parecer interrupciones frustrantes en nuestro camino. Sin embargo, estas curvas inesperadas tienen el potencial de catapultarnos, convirtiéndose en trampolines que nos impulsan hacia el propósito que Dios tiene para nosotros. Todo depende de cómo decidamos enfrentarlas: con miedo o con confianza, con resignación o con creatividad. Cada desafío es una oportunidad para reafirmar nuestras prioridades, ajustar nuestra estrategia y crecer en el proceso. A medida que avanzamos con fe, comprendemos que incluso las dificultades forman parte del diseño divino para nuestra vida.

La confianza como guía en el camino.

Confiar en Dios no significa que todo será sencillo, pero sí nos asegura que no caminamos solos. Él es la luz que ilumina cada uno de nuestros pasos, incluso cuando caminamos en plena oscuridad. Esta confianza nos da la libertad de planificar con esperanza y adaptarnos con flexibilidad, sabiendo que Él tiene el control de cada detalle.

Finalmente, no debemos olvidar que en la vida con Dios la meta final es siempre Él. El propósito es siempre hacer su voluntad y el proceso del viaje es desarrollar en nuestro carácter las virtudes de Cristo.

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.-

Filipenses 3:13-14

Rosalía Moros de Borregales.

rosymoros@gmail.com

https://rosaliamorosdeborregales.com/

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