Opinión

Reflexiones frente al Semáforo

Jose Antonio Gil Yepes:

La semana pasada reflexionamos sobre el contraste entre los estados andinos, donde se respeta el semáforo, versus los demás, donde escasamente se respeta, y explicamos esa diferencia en función de un mayor civismo en la cultura de quienes respetan los semáforos versus un menor contenido de civismo en quienes no los respetan.

Como recibí múltiples comentarios que apuntaban a indagar sobre cómo enseñar o aprender a respetar  los semáforos ( y demás reglas de convivencia y leyes) , en respuesta a esas inquietudes, ofrezco estas ideas formuladas en función del supuesto de que, si reflexionamos y vemos el bien o el mal que podemos causar, podemos mejorar.

 Quienes respetan los semáforos, viven una sensación de sosiego, seguridad, autoestima y de contribución con la sociedad. La reflexión sobre estas vivencias produciría un auto conocimiento positivo.  Aquí el Autocontrol se destaca por su presencia, conduce a la autoestima y pone en evidencia que quien practica el civismo tiene Empatía o capacidad de ponerse en la posición de los demás al respetar su derecho de paso, su libertad de tránsito, su propiedad y la vida. Su Destreza Social o capacidad para mantener una relación asociativa o de convivencia brilla como virtud; tanto que, quienes respetan los semáforos, lo ven con satisfacción y como ejemplo, mientras que, quienes no están acostumbrados a respetarlos, pueden ver a quien sí los respeta como ‘bicho raro” o, peor aún, hay quienes se han parado ante una luz roja y alguien que venía atrás lo ha chocado o le saca un lance y lo insulta por “no comerse la luz”.

 Al no respetar los semáforos, lo que vivimos es… “Dale que no viene carro”,… “con la amarilla, todavía tengo chance” o “que caraj., le voy a echar bol…”. Estas vivencias muestran un auto conocimiento, pero el de un “vivo”; “me voy a salir con la mía” o “los demás me importan poco.” Aquí el Autocontrol brilla por su ausencia. La Empatía o capacidad de ponerse en la posición de los demás es negativa; los intereses y sentimientos de los demás no importan, el infractor se arriesga a perjudicar al otro, y a si mismo también. Su Destreza Social o capacidad para mantener una relación asociativa o de convivencia también brilla por su ausencia o, mejor dicho, se trata de un acto antisocial. No hay consideración ni respeto por el derecho de los demás. Aquí no hay inteligencia emocional y lo que mueve tales conductas parece tener mucho de motivación al poder negativo y poca información (o formación).

Ante una persona con esta estructura mental y anímica, probablemente las oportunidades que tienen la sociedad para curarse de semejante pandemia es que el infractor sufra un accidente o que actores públicos o privados interesados y responsables le muestren, a través de los medios masivos, las consecuencias tan graves que puede sufrir el infractor o hacerle sufrir a víctimas inocentes.

Pero no cualquier tipo de comunicación tendrá el efecto deseado en hacer reflexionar a los infractores. Si recordamos aquí las campañas antidrogas por los medios masivos, es importante recordar que dichas campañas no rindieron suficiente efecto en prevenir o curar ese síndrome porque la gran mayoría de los mensajes tenían como foco una frase principista que decía “no hagas esto porque causa tal o cual daño”. Los conceptos no cambian conductas porque no cambian las sinapsis que están grabadas en el cerebro. Lo que cambia conductas son las emociones y, para mover emociones, hay que mostrar la vivencia. Para mostrar la vivencia por medios de comunicación masiva se necesita mostrar visual y auditivamente el daño para provocar repulsión. Los mensajes conceptuales llegan y se quedan en los lóbulos frontales, donde se razona. Pero las conductas se deben principalmente a emociones que son las que graban las sinapsis que disparan los patrones de conducta y eso ocurre en la amígdala.

Las campañas por los medios también pueden enfocarse en positivo. Algunos principios para la comunicación en positivo son los siguientes:  1. Asumir una perspectiva subjetiva, comunica el mensaje como una opinión, por ejemplo, de un influencer o líder muy respetado, estrella deportiva o artística, cuyo mensaje comienza diciendo: “yo creo que…” Es decir, no asumir una perspectiva objetiva, no lanzar el mensaje como un hecho definitivo e inobjetable: “Tú eres un tal cosa…”  2. Utilizar verbos emocionales para lograr que la gente te conozca mejor, más rápido y que además discuta menos. Algunos de los verbos que cumplen estas dos condiciones son creer, sentir, pensar, opinar y parecer. 3. Describir comportamientos y no personas. De esta forma se podrá expresar libremente lo que se piensa, reduciendo las posibilidades de crear un conflicto ya que la gente sabe o puede aceptar que puede cambiar su comportamiento, pero rechaza de plano que le digan que tiene que cambiar su personalidad. Por ejemplo, no es lo mismo decirle a alguien “Eres un delincuente”, que decirle “Creo que es comportamiento puede causar daños, a ti y a los demás.”

Quede este mensaje para que los principales responsables de reorientar el comportamiento para lograr cambios de conducta: los gobiernos nacionales, regionales y locales, y quienes venden motos. Harían una gran contribución para que unos buenos resultados en algo tan evidente y sencillo puede ser ejemplo para cambiar otras conductas inadecuadas que también están dañando nuestra moral y sentido de grupo.-

@joseagilyepes

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