Necesidad de una visión antropológica cristiana: Fundamentos bíblicos

Nelson Martínez Rust:
En menos de un año, el Vaticano se ha pronunciado dos veces sobre un tema que, ciertamente se presenta interesante y cargado de una gran trascendencia para el ser humano: La Inteligencia Artificial. La primera vez fue el mismo Sumo Pontífice, Papa Francisco, al dirigirse a los representantes de las naciones en el “Foro Intergubernamental del GT” [14-VI-24], y, en un segundo momento, “El Dicasterio para la Doctrina de la Fe” conjuntamente con “El Dicasterio para La Cultura y la Educación” [28-I-25].
El documento papal lleva a cabo “una reflexión sobre los efectos de la inteligencia artificial en el futuro de la humanidad”. Lo califica de “instrumento extremadamente poderoso” cuyo “uso influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras relaciones sociales y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos nuestra identidad como ser humanos”. El Papa no duda en afirmar “de que la llegada de la inteligencia artificial representa una auténtica revolución cognitiva-industrial, que contribuirá a la creación de un nuevo sistema social caracterizado por complejas transformaciones de época. Por ejemplo,
La inteligencia artificial podría permitir una democratización del acceso al saber, el progreso exponencial de la investigación científica, la posibilidad de elegir a las máquinas los trabajos desgastantes; pero, al mismo tiempo, podría traer consigo una mayor inequidad entre naciones avanzadas y naciones en vías de desarrollo, entre clases sociales dominantes y clases sociales oprimidas, poniendo así en peligro la posibilidad de una “cultura del encuentro” y favoreciendo una “cultura del descarte…En esta dirección tal vez podría partir de la constatación de que la inteligencia artificial es sobre todo un instrumento. Y resulta espontaneo afirmar que los beneficios o los daos que esta conlleve dependerán de su uso”. Más adelante en su reflexión, Francisco afirma: “Solamente si se garantiza su vocación al servicio de lo humano, los instrumentos tecnológicos revelarán no sólo la grandeza y la dignidad única del ser humano, sino también el mandato que este último ha recibido de “cultivar y cuidar” el planeta y todos sus habitantes (cf. Gn 2,15)”. Es necesario, por tanto, recurrir a la esencia misma del hombre si se quiere entender el uso correcto de la “Inteligencia Artificial”, puesto que esta ha sido ideada y creada por la inteligencia del hombre para su servicio. No obstante, en la actualidad se registra una pérdida o al menos un oscurecimiento del sentido de lo humano y una aparente insignificancia del concepto del puesto que debe ocupar en la creación por vocación divina (Cf.: “Dignitas infinita”). Con otras palabras: es necesario urgentemente revitalizar el concepto del “hombre” a la luz de Dios y la dignidad de hijo de Dios.
El segundo documento, mucho más elaborado y con pretensiones de gran amplitud – no dice más de lo que el Santo Padre ya había señalado en su discurso -, afronta las posibles incidencias de “La Inteligencia Artificial”, después de presentarnos todo un estudio técnico-científico de la procedencia y la comparación de la inteligencia artificial con respecto a la inteligencia humana en los diferentes ámbitos de la vida humana: lo social, lo intelectual, lo político, lo económico, lo educacional y hasta en la misma vida hogareña. En fin, trata de señalar y responder las respectivas incidencias de “La Inteligencia Artificial” en la vida humana y en la sociedad.
Creo que en ambos documentos se señalan tanto las bondades como también las deficiencias, no tanto debidas a “La Inteligencia Artificial”, cuanto del mal uso que se haga de ella. En ambos documentos echo de menos la necesidad de una clara antropología. Hoy en día se ha introducido en el quehacer teológico una falta de claridad: se dicen las cosas, pero no se dicen y se aclaran, pero se oscurecen. Ante esta realidad, considero que es necesario establecer con claridad y de manera diáfana una concepción del “Hombre”, que permita establecer un juicio moral – si se prefiere, ético -.
Ante esta observación surge la pregunta: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es su puesto en la creación? ¿Qué papel desempeña en ella? Todo lo creado por las ciencias y la tecnología, ¿es bueno? ¿Por qué lo es o por qué no lo es? No se trata de echar mano de cualquier antropología. No. Es necesario establecer una noción del “hombre”, que, partiendo de Dios-Padre, Creador y Redentor, permita ver con claridad y clarificar el rumbo y la bondad que han tomado las ciencias y las tecnologías en los últimos tiempos. Las ciencias y la tecnología necesitan y piden – lo agradecerán – una orientación moral – ética –; y quién, si no la Iglesia para proporcionársela con claridad, sin ambigüedad, teniendo en cuanta a Dios y al hombre como creatura. Eso sí, dicha antropología no debe buscarse en una determinada visión filosófica – estas señalan aspectos de la totalidad, no la totalidad misma – y mucho menos en ideologías de izquierda o de derecha, que propagan intereses mezquinos en consonancia con sus propósitos, los cuales terminan por “servirse de”, “esclavizar a” y “explotar” al hombre al que dicen redimir, enaltecer y servir, muchas veces bajo el disfraz de un “seudo dialogo” con “la finalidad de aggiornar” a la Iglesia. La Iglesia tiene su propia visión del hombre, revelada por Dios y esa es la que la Iglesia tiene la obligación de dar a conocer. No tiene porqué mendigar a la vera del camino.
A continuación, deseo brindar unas notas de aproximación a esa urgente antropología teológica. En esta primera parte trato de analizar el contenido en la Revelación, para, en una próxima entrega, analizar lo que enseña la Tradición – enseñanza contenida en el tiempo -.
Como principio básico de nuestra reflexión debemos tener claro que el Nuevo Testamento reconoce como algo evidente: a.- Que todo lo que existe ha sido creado por Dios (Mc 13.19; Mt 11,25; 13,15; 19,4; Hch 4,24; 7,49; 17,24-28; Rm 4,17; Ef 1,4; 3,9; 1 Tm 4,4; 6,13; Heb 11,3; 1 Pt 3,5; Ap 4,11). b.- Que todo lo ha creado bueno, para su gloria y bienestar del hombre y c.- Que sobre la providencia u obra conservadora de todo lo creado se debe afirmar lo mismo que se ha dicho para la creación (Mt 6,25-34; Lc 12,6). Debemos tener en cuenta que muchos de los textos citados se encuentran en un contexto de alabanza, de proclamación de la resurrección y de fe en el Dios creador y salvador. Por consiguiente, a la creación no debe considerársela como algo separada de toda la obra creadora y redentora de Dios-Padre (Mc 10,6) por medio de Jesucristo.
No se puede afirmar sin más que esta revelación ha sido una novedad aportada por el Nuevo Testamento; por el contrario, todo lo anteriormente dicho se encuentra afirmado en el Antiguo Testamento, aun cuando se debe señalar que es con Cristo, cuando la creación entera encuentra su realización y significado pleno. Surge una pregunta: ¿Cómo se lleva a cabo esta relación de la creación con Cristo? Dicha relación se expresa de dos maneras diferentes aun cuando complementarias: a.- Cristo representa la plenitud de la obra creadora de Dios-Padre iniciada con la creación (Gn 1,1-31)y que se prolongará hasta el fin del mundo: Dios-Padre sigue creando por medio de Cristo. b.- Cristo es el mediador desde el mismo inicio de la creación llevando a término la obra creadora de Dios-Padre mediante su Misterio Pascual. Por consiguiente, Cristo se convierte, a su vez, no solo en el inicio de la obra creadora, sino en el fin hacia el cual toda lo creado se encamina. Él es principio y fin. Veamos estos dos elementos.
A.- Cristo en cuanto culmen de la obra iniciada en la creación.
1.- Hch 17,24-31: Dios creador, creó desde el principio toda la estirpe de los hombres y todos, desde el principio, gozan del deseo de buscar y encontrar a Dios. Cristo Resucitado es el único camino que conduce a Dios-Padre. Por consiguiente, urge la conversión del hombre a Cristo (Hch 14,15-18). De esta manera, tenemos el criterio para saber el grado de conocimiento que hemos alcanzado de Dios-Padre: Jesucristo: a mayor conocimiento de Cristo, mayor cercanía con Dios-Padre. Como se puede observar en el pasaje señalado se insinúa una profunda relación entre el origen de la humanidad de un solo principio – Adán – con la afirmación de un solo hombre – Cristo – nueva creación. La conversión al Dios de la vida pasa por medio del reconocimiento de Jesucristo como su enviado.
La venida de Cristo al mundo, de modo particular su resurrección, significa el inicio de la consumación – plenitud – de la acción de Dios que ha sido iniciada en la creación del mundo. En Pablo el paralelismo entre Adán y Cristo se encuentra mucho más desarrollado, bajo una perspectiva claramente escatológica aun cuando centrada en el aspecto antropológico: En Cristo Resucitado, el Adán definitivo, la creación, que comenzó con el primer Adán, se perfecciona. Él es el ”eschaton” de la historia. (1 Cor 15,45-49).
B.- La mediación creadora de Cristo
Verifiquemos ahora el significado salvífico definitivo de Cristo que se nos revela en el Nuevo Testamento ya que es de suma importancia para nuestro deseo de establecer los principios de una antropología cristiana. Esta realidad se alcanza al afirmar su mediación entre el Padre y la creación. Veamos algunos textos.
1.- Gn 1,1-31; 3,1-
En el ámbito de la teología católica las noticias sobre el origen del hombre que encontramos en el Génesis no han sido obtenidas por el autor sagrado por una revelación “directa” de lo sucedido; ellos narran los inicios con la finalidad de brindarle una explicación al pueblo hebreo de la situación concreta en la cual se encontraba. Su experiencia religiosa es signada, por una parte, de la bondad de Dios creador y salvador y, por la otra parte, de la realidad del pecado cometido por todos los hombres, pero, de manera especial, por el pueblo de Israel. El autor desea dar una explicación a esa situación ambigua en la cual se da inicio a los comienzos, aunque la verdadera historia del pueblo se inicia en el capítulo XII con la aparición de Abraham. Otro tanto dígase del pecado bajo la figura de la serpiente. Se debe ver en ella la encarnación del mal que está presente de modo inexplicable en el mundo, que mira al hombre acechándolo para hacerle caer y se pelea con él en una lucha de vida o muerte. La serpiente es la mejor personificación de las realidades inquietantes en las que el hombre es superado. Es desde este punto de vista que también debe entenderse la narración del fruto prohibido. El fruto no es una simple imagen de algo que Dios prohibió por puro capricho. Detrás de su apariencia se esconde la soberanía de Dios-Creador, que Él desea le sea reconocida y que la creación le ha rechazado. Algo parecido ocurre con la serpiente: aparentemente se alude a un animal, pero en ella y en su enigmática relación con el hombre están plasmadas también las relaciones que el mismo hombre ha establecido con el mal. Finalmente, por lo que toca al combate, la narración lo presenta como un perder sin salvación. En el relato se siente la necesidad que tiene el hombre de un redentor.
2.- 1 Cor 8,6
Este texto define lo específico de la fe cristiana: a.- Ante la pluralidad de dioses existentes en el mundo pagano se afirma el monoteísmo: existe un solo Dios del cual todo procede y por el cual existimos. Todo procede de Dios-Padre y Él es el único destino de la humanidad (Rm 11,36). b.- Jesucristo es el único “Señor”. Él es el “Señor” por medio del cual todo ha sido hecho o por medio del cual somos para el Padre o nos dirigimos hacia Él, nuestro Padre. Esta verdad define al cristianismo aun frente al mismo judaísmo. Todo está referido a Dios-Padre y a Cristo. Al Padre se le atribuye la causalidad última y a Cristo la función mediadora (1 Tim 2,5; Heb 8,6; 9,15). Si Dios-Padre nos redime por medio de su Hijo, Jesucristo, eso quiere decir que nos ha creado también por mediación de Cristo. Teniendo esto presente, se debe afirmar que en Cristo y por su intermedio se da la unidad interna en las realidades “creación” y “salvación” (Cf. Ut supra). Al ser humano lo redime Cristo, no una vivencia filosófica o una ideología, cualquiera que sea su contenido o tendencia. Esta es la razón por la cual a Cristo se le mira como el centro y el sentido de la historia.
3.- Heb 1,1-3
En el texto a los hebreos encontramos también la idea de Cristo mediador. Afirma lo que hemos señalado en el texto anterior, pero aquí se especifica más: La mediación creadora está en íntima conexión con la salvación. En el v 3 se hace referencia al misterio de Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, muerto y resucitado – misterio pascual – el cual, después de haber cumplido la purificación de los pecados se ha sentado a la derecha del Padre. Cristo, que es irradiación de la gloria del Padre, por medio de su muerte y resurrección, ha vencido al pacado. La mediación de Cristo en todo lo creado, en el mantenimiento del mundo en su existencia y en la salvación del mundo – liberación del pecado – deben verse como un “todo unitario” (Heb 1,4ss).
4.- Jn 1,3.10
En los primeros versículos se habla de la prexistencia del “Logos” en Dios y se afirma su condición divina: Él es Dios, sin el artículo, lo que indica que es diferente a Dios-Padre. Esta realidad se da “desde el principio”. Ya en los albores de la Iglesia se reconoció la profunda relación que se da entre el Prólogo de San Juan y Gn 1,1. Sin embargo, la expresión “en el principio” del cual habla San Juan, debe ubicársele antes de la misma acción creadora de Dios-Padre: “desde toda la eternidad”. La preexistencia divina del ‘Logos” se afirma con claridad; pero, eso no significa que San Juan se pierde en especulaciones sobre el ser divino, sin proyectarse hacia el mundo creado y, preferentemente, en el hombre, la creación y la revelación. El v. 3 nos habla de la función creadora del “Logos”, de su mediación universal: todo lo que existe ha sido hecho por medio de Él y es buena. El v. 4 agrega que Él era la vida y que Él es la luz de los hombres. Para entender bien tal expresión es necesario tener en cuenta que “vida” y “luz” en Juan designan a la misma realidad divina del “Logos” = “Cristo” y a la salvación que nos viene de Él. De esta manera, de la mediación creadora se pasa a la mediación salvífica. En el v. 10 se repite la fórmula de la mediación creadora, pero se la contrapone al rechazo por parte del mundo (Jn 1,3.10-11) que sufre el “Logos” encarnado. El “Logos” pretendía ser aceptado por el mundo, pero los hombres lo rechazan. Resumiendo: solo a partir de la revelación hecha por el “Logos” se llega a conocer el sentido pleno de la creación y, a través de la creación, del hombre. En el “Logos” se encuentra toda la historia del tiempo: desde el principio hasta el final del tiempo, cuando Cristo se manifestara en su gloria. Todo el cosmos, toda la creación está orientada hacia su venida al final del tiempo – escatología – (Cf. Ap. 1,8.17; 22,13).
5.- Col 1,15-20 y Ef 1,3-14
Lo que señala el texto a los Colosenses alcanza su plena comprensión en la carta a los Efesios. A saber: a.- La creación ha sido pensada desde toda la eternidad teniendo en cuenta la persona de Cristo (Ef 1,10). b.- El hombre ha sido elegido antes de la creación del mundo en Jesucristo (Ef. 1,4.5.11). c.- El designio salvador del Padre, que se conoce por el Evangelio, es anterior al inicio del mundo. d.- La creación se inscribe en el cuadro de la salvación traída por Cristo. No le es extraña. e.- La finalidad es la recapitulación de todas las cosas en Cristo, Él es “El Señor”. f.- Todo esto ha sido diseñado en la mente divina, antes de la existencia del tiempo. Desde toda la eternidad.
Lo que podemos encontrar en Colosenses y Efesios nos hace ver que la resurrección de Cristo proyecta una luz definitiva sobre el papel y la función de Cristo desde el inicio del mundo y recorre la realidad de la historia. Por consiguiente, la novedad de la salvación que nos ofrece Dios-Padre en la persona de su Hijo, Jesucristo, es una novedad que no alcanzaremos a comprender en toda su profundidad. Para finalizar diré que, el orden de la creación y la salvación no se pueden identificar en todos sus respectivos aspectos, sin embargo, no se les puede separar. Existe una profunda interdependencia en la cual la primacía la lleva la salvación. En Cristo, Hijo de Dios, hecho hombre – nuevo Adán -, encuentra el hombre su significado y grandeza más plena que se pueda pensar.-
Valencia. Febrero 16, 2025