Ante la tentación de la anexión: la cubanía
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Dagoberto Valdés Hernández, desde Cuba:
Cuando las crisis y la desesperación duran demasiado, son invivibles y parece que el futuro se pudiera parecer al pasado o al presente, entonces surgen viejos fantasmas, pululan las tentaciones desesperadas y radicales. El péndulo se acelera y golpea los extremos hasta desenterrar alternativas muertas o soterradas. Las crisis terminales son muy malas consejeras.
Hace unos días, mientras conversaba en una tertulia de amigos cubanos, comenzamos a pensar en el futuro de Cuba, hacia dónde quisiéramos llegar después de salir de esta pesadilla interminable. Enseguida dejamos volar las propuestas, los escenarios, los deseos y expectativas de que Cuba, la nación entera, con sus hijos de la Isla y de la Diáspora, sea capaz de renacer, con todos los talentos, capacidades y posibilidades que tienen sus hijos y que puede desarrollar al conquistar su libertad. Me sorprendieron positivamente las coincidencias en lo esencial, los consensos en lo fundamental y las pequeñas diferencias en los detalles.
Sin embargo, cuando más esperanzador estaba el ambiente, uno de los participantes, preso del más férreo pesimismo, paralizó, momentáneamente, la conversación diciendo: Señores, la única y más segura solución para Cuba es la anexión a Estados Unidos.
Se hizo un silencio impenetrable, y como si todos los restantes nos hubiéramos puesto de acuerdo dijimos: ¡eso no!
Como había un clima de respeto y libertad, la persona pudo argumentar su propuesta. Resumo aquí las cinco objeciones que ese cubano expresó con transparencia:
– Cuba no tiene una larga tradición de ejercicio de la democracia.
– Los cubanos no tenemos formación ética y cívica para ejercer como ciudadanos.
– Cuba ha sufrido tres dictaduras en alrededor de 120 años de República.
– Hay un profundo daño antropológico y una desintegración del tejido de la sociedad civil.
– Hay serias ambiciones geoestratégicas de potencias extrañas, junto a peligros como el narcotráfico, la corrupción y la desestabilización de la región.
*Razones contra objeciones*
Quiero presentar aquí algunas razones con las que, con respeto apasionado, traté de discrepar de cada una de las justificaciones argumentadas para tocar el extremo de la posibilidad de una anexión:
1. Aunque la historia de Cuba cuenta, desgraciadamente, con tres dictaduras de diferentes tipos y duración, es también verdad que cuenta con fundamentos de libertad, responsabilidad y democracia irrefutables. Entre ellos podemos recordar:
– La tradición de defensa de los derechos humanos venida de la Escuela de Salamanca, con Fray Francisco de Vitoria, Fray Antonio de Montesinos y Fray Bartolomé de las Casas, cuyo elogio insuperable fue escrito por José Martí en la semblanza de “El Padre las Casas” en su revista para niños “La Edad de Oro”.
– Las inconfundibles raíces fundacionales independentistas del P. Félix Varela en el Seminario de San Carlos de La Habana donde fundó la nación y desde donde nos enseñó a pensar con cabeza propia, y alertó: “Yo soy el primero que estoy contra la unión de la Isla a ningún gobierno, y desearía verla tan isla en política como es en la naturaleza”.
– El proyecto civilista de Ignacio Agramonte, cuya tesis de graduado expone claramente sus ideas para Cuba y los peligros de los que debíamos cuidarla.
– El proyecto independentista de José Martí cuya visión y prospección de la República de Cuba es inconfundiblemente signada por la libertad, la independencia y la democracia, construidas por sus propios hijos.
– Las Constituciones de la República de 1901 y, especialmente, la Constitución de 1940, en las que queda plasmada, de forma magistral, la nación unitaria, independiente y soberana que nos queremos dar.
– La inmensa mayoría de los actuales proyectos para el futuro de Cuba, pensados y propuestos por nosotros los cubanos de la Isla y de la Diáspora, son diáfanamente a favor de su libertad, su independencia y su democracia abierta al mundo. Cuba de los cubanos, para los cubanos, y con todos los cubanos.
2. En cuanto a que los cubanos no tenemos educación ética, cívica y política, ha sido una horrible herencia del totalitarismo y una indolencia de la época anterior, pero estos golpes nos han creado, gracias a Dios, la conciencia y la urgencia de la necesidad de ofrecer a todos los cubanos, de la Isla y de la Diáspora, una adecuada y suficiente formación ética, cívica y política. Desde Pinar del Río, hace más de 30 años, estamos ofreciendo este servicio con un libro de texto disponible en www.centroconvivencia.org/libr
3. La realidad negativa de haber tenido tres dictaduras en lugar de desanimarnos debería servir de escarmiento y experiencia para estar alertas, blindar nuestra futura constitución y sus leyes complementarias, de asaltos de populistas, autoritarios y caudillistas. Nos debe servir para edificar instituciones democráticas fuertes, funcionales, eficaces, transparentes y a prueba de la penetración de ideologías y partidos. En lugar de fijarnos en las manchas de nuestro pequeño sol democrático, fijémonos en las luces que han fundado y hecho crecer a Cuba hasta 1959. Además, en nuestro continente y en otras latitudes se han podido construir democracias sólidas y funcionales, integradas incluso entre los grandes del mundo, sin haber tenido una larga tradición democrática o habiendo tenido dictaduras o autoritarismos: Japón, Portugal, España, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, cada uno con historias muy diferentes, pero todos con experiencias dictatoriales de diferente duración y alcance, y a ninguno se le ha ocurrido que la solución sea la anexión.
4. La sanación del daño antropológico y la reconstrucción de la sociedad civil son, y deben ser, dos proyectos ineludibles para garantizar que el futuro de Cuba no regrese al pasado ni repita los mismos errores del presente. Llevará tiempo, pero es labor insoslayable. Existen proyectos y experiencias cubanas, realizadas por cubanos de la Isla y de la Diáspora, que son y pudieran ser inspiradoras para otros proyectos que tengan este mismo fin. Si fallamos en estas dos tareas, todo lo demás fallará.
5. Acerca de las ambiciones geopolíticas y geoestratégicas de potencias con tendencias hegemónicas, hemos reflexionado en otras columnas dejando claro que Cuba no debe ser utilizada como base geográfica para intereses foráneos. De ningún lado de este mundo. Los tres flagelos como la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana y la desestabilización de la región deben ser evitados a toda costa. Tres Informes del Centro de Estudios Convivencia (Informes VIII, XI y XIV) proponen visión, objetivos, estrategias y leyes para enfrentar estos peligros (Cfr. www.centroconvivencia.org/info
Digámoslo claramente a partir de estas cinco razones, Cuba, empujada por el caos, la desesperación o la crisis terminal no debe ceder a la tentación de ningún tipo de anexión a un país extranjero. La anexión no es ni salida, ni futuro.
La anexión es, sobre todo, desconfianza en la capacidad, la madurez, la responsabilidad y la postura cívica de los propios cubanos. Incluso, llegados a este punto, miremos cómo hay cada vez más cubanos que asumen cargos políticos, dirigen grandes empresas, construyen ciudades y proyectos fuera de su país, en tierras extrañas, trabajan duro, emprenden en pequeñas y medianas empresas cuando tienen verdadera libertad. Si nuestras familias, y multitud de cubanos genuinos, han sido capaces de hacer eso fuera, preguntémonos: ¿Qué serían capaces de hacer en su propia tierra en un futuro de libertad, responsabilidad, garantías jurídicas y democracia?
Una vez más expreso mi convicción de que hay suficientes cubanos “que llevaban en sí el decoro de muchos hombres”, que tienen las ganas, la capacidad, la preparación, el ingenio y la visión para reconstruir nuestra Patria libre, independiente y soberana, abierta e integrada en una sana interdependencia en la región a la que naturalmente pertenece y en el resto del mundo.
Que en la medida que se acerque el momento, y que arrecie la crisis, en lugar de desanimarnos, venga esa convicción a nuestras mentes y, lejos de ceder a la tentación de una anexión, seamos capaces de ser fieles a las raíces fundacionales de nuestra nación, siguiendo el proyecto de República de Varela y de Martí.-
17 febrero 2025