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Cardenal ofrece una “respuesta creyente al ocaso de Occidente”

El Arzobispo de Santiago y Cardenal Primado de Chile, Fernando Chomali, compartió una reflexión titulada: “La respuesta creyente al ocaso de Occidente”, donde propone responder a una actualidad donde prima la competencia, el egocentrismo y la indiferencia con un estilo de vida centrado en el amor y fundado en Jesucristo.

En una columna publicada en el portal El Líbero, el purpurado recordó un pensamiento del poeta Octavio Paz, pronunciado en 1954: “Día a día se hace más patente que la casa construida por la civilización occidental se nos ha vuelto una prisión, un laberinto sangriento, un matadero colectivo. No es extraño, por tanto, que pongamos en radical entredicho a la realidad y busquemos una salida”.

Al respecto, afirmó estar de acuerdo y profundizó: “Es cosa de mirar lo que pasa a nuestro alrededor, en Latinoamérica y en el mundo para darse cuenta de que somos prisioneros de un sistema que no nos da tregua, que nos califica como ‘perdedores’ o ‘ganadores’ según el éxito que hayamos logrado en la vida”, un éxito “entendido como la capacidad de tener bienes, tener poder, incluso a cualquier precio”.

Occidente: una pista de atletismo donde todo vale

El cardenal observó que “vivimos una sociedad violenta, muy violenta”, y advirtió: “Ya nos hemos acostumbrado a ella”. Al respecto, reflexionó: “Hemos entrado en tal grado de individualismo, que lo único que nos importa es que no nos pase nada a nosotros y a nuestros seres queridos”.

Citando al Papa Francisco, mencionó la “globalización de la indiferencia”, en un mundo “donde el otro se nos presenta como una amenaza porque nos va a quitar nuestro puesto en la carrera que quiero estudiar, nuestro lugar en el trabajo, y así, hasta el infinito”, lamentó.

“Occidente se parece a una pista de atletismo donde todos compiten, donde la presión para ganar es tan potente, que nos saltamos la fila, mentimos, robamos, defraudamos”, comparó, e hizo referencia a dos “lemas” que forman parte de la cultura occidental: “Todo vale y el fin justifica los medios”.

Hoy, subrayó el Cardenal Chomali, “la vida se juega en el tener, en el hacer, en el aquí y ahora”.

Un antropocentrismo pobre y egocéntrico

Ante realidades como la gran cantidad de presos en las cárceles o los millones de migrantes que buscan un lugar digno, cuestionó que nadie hizo nada al ver que “desde una muy tierna infancia se estaban cuajando delincuentes”, y que “nadie sospechó la importancia y la urgencia de promover el desarrollo económico junto al desarrollo intelectual y espiritual, ni menos la importancia de compartir las experiencias de los países más desarrollados con los países más desfavorecidos”.

Ante un “antropocentrismo pobre, egocéntrico e inmanente, y por lo tanto sin mayor horizonte que incitar a promover logros personales, aunque sea en desmedro del otro”, llamó a “mirar con mayor atención la propuesta del cristianismo, que también ha sido embestido por este proceso cultural que postula irrelevancia de Dios en la sociedad y que se ha traducido en una apostasía silenciosa; en una galopante superficialidad para comprender el misterio de la fe; y en una vida donde se dice creer en Dios y ser católico, pero se vive, en la práctica, como si Dios no existiera”.

“No hemos sabido mostrar la belleza de creer”

“Para muchos, la Iglesia es un supermercado donde ir a buscar los ‘productos religiosos’ que necesito, pero que no requiere mayor atención a la hora de abrirse a su misterio, a su bimilenaria existencia, y a su magnífica labor evangelizadora, educacional y social y menos para involucrarse entregando los dones, habilidades y destrezas que el creador me ha regalado”.

Al respecto, pronunció una autocrítica: “Es evidente que no hemos sido capaces de transmitir la fe al punto que toque la vida y se llegue a decir como San Pablo ‘para mí la vida es Cristo’. Y ello nos cuestiona profundamente”.

“No hemos sabido mostrar la belleza de creer y hacer ver que la propuesta cristiana es un estilo de vida, es una cultura que surge de la fe en una persona, Jesucristo, que nos dejó una enseñanza para encontrar la felicidad, el sentido de nuestras vidas y las de los demás”, añadió.

Una vida sencilla donde el centro sea el amor

“Es una propuesta que se consumará en plenitud en tiempos futuros, que escapa a nuestras posibilidades de prever, pero que hoy tiene su realización concreta en una realidad llamada Iglesia, comunidad, que Él mismo fundó. Esta propuesta es la certeza de la presencia divina en nuestras vidas y que nos mantiene la esperanza. Se llega a ella mediante la fe, fundamentada básicamente en la credibilidad de quien nos habla, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre”, sostuvo.

Por eso, propuso “un estilo de vida que consiste en servir a los demás, en no buscar los primeros puestos, en multiplicar los carismas que Dios nos ha regalado en beneficio de los otros y de ayudar siempre al pobre y desvalido”, e insistió en “una vida sencilla donde el centro sea el amor, y tenga siempre como horizonte el perdón, la reconciliación, y ellos cuantas veces sean necesarios”.

“El mundo nos dice competir, nuestra fe nos invita a compartir; el mundo nos dice tener éxito poseyendo, nuestra fe nos invita a tener éxito desprendiéndonos; el mundo nos invita a figurar, nuestra fe nos invita a hacernos los más pequeños y dar la vida por los demás”, sintetizó.

Los católicos, llamados a ser actores fundamentales

“Esta propuesta es muy potente, no hay alguna superior y además, es fuente de felicidad plena, de alegría del alma, porque no espera retribución alguna sino que se funda en la gratuidad”, afirmó.

En ese marco, llamó a los católicos a dar testimonio de Dios, manifestado en Jesucristo, “en nuestro hogar, en nuestros vecindarios y lugares de trabajo, así como en nuestra vida social”.

Los católicos, sostuvo, “estamos llamados a ser actores fundamentales en la historia de nuestro país dado que podemos impregnar, desde la fe que profesamos, valores pre políticos y pre éticos que pueden dar los marcos mínimos a partir de los cuales logramos comprender en profundidad la vida en sociedad para transformarla”.

Humanidad, comunidad, fraternidad

Para finalizar, y de frente al futuro de Chile, planteó: “¿Queremos un país donde el desarrollo se entienda sólo como desarrollo económico? ¿O todos promoveremos un desarrollo integral que alcance todas las dimensiones del ser humano y los abarque a todos?”.

“¿Seguiremos segregándonos cada vez más por colegios, barrios, clubes, universidades, o emprenderemos el camino del reconocimiento del valor de todos ser humano por sólo hecho de serlo y al que le deseo las mismas posibilidades que tuve y por el que estamos dispuestos a ayudar?”.

Un camino “donde se respire mayor humanidad, mayor sentido de comunidad y mayor fraternidad”, aseguró el Cardenal Chomali, no es optativo para los católicos, sino “un deber moral que surge de la convicción que esa es la voluntad de Dios para nuestras vidas y, además, una auténtica fuente de alegría y paz”.-

Julieta Villar

Julieta Villar/Aciprensa

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