Trabajos especiales

Alicia Pietri de Caldera: hacedora de sueños

Textos del Papel Literario en homenaje a la creadora del Museo de los Niños

El que sigue es uno de los capítulos del libro Alicia Pietri de Caldera. Primera dama

JOSÉ GREGORIO VILLEGAS:

Al dejar el puesto honorífico de primera dama, apoyada por un grupo de amigos con quienes siempre compartió responsabilidades, entre ellos Alfredo Boulton, Carlos Beracasa, José Hoffmann, Ángel Ugueto, Luis Guillermo Villegas Barthell, Armando Vegas, Reinaldo Cervini, María Teresa Castillo, Paul Otamendi, Mary de Aldrey, José Giacopini Zárraga, Oscar de Guruceaga, Julio Sosa Rodríguez, Enrique Delfino, Erasmo de Santiago, Martín Tovar Zuloaga, José Rafael Revenga, Roberto Guevara, y algunas empresas privadas, Alicia Pietri de Caldera crea en marzo de 1974 la Fundación Museo de los Niños, con la rúbrica del Acta Constitutiva y los Estatutos. Una organización privada sin fines de lucro, independiente, activa y eficiente con el objetivo fundamental de llevar a cabo la realización de programas destinados a promover la recreación y la formación del niño, así como proveer al Museo de los Niños con los recursos necesarios para su pleno funcionamiento. El patrimonio inicial estuvo constituido por un aporte de trecientos ochenta mil bolívares (Bs. 380.000,oo).

 

Se emplearon cinco años en su planificación. El proyecto contó con la participación del filósofo y crítico de arte Roberto Guevara, quien fue el promotor durante cinco años, y posteriormente de la socióloga Alba Fernández de Revenga y la licenciada Carmen Cecilia de Mayz, en la etapa de su montaje.

 

“El 16 de marzo, nos relata Carmen Cecilia, a las 6:30 de la mañana sonó el teléfono. Mi esposo tomó la llamada y me dice: es Alicia de Caldera. Lo recuerdo porque era el cumpleaños de mi esposo. Yo no lo podía creer, pensé que era una broma. Doña Alicia trabajaba desde muy temprano. Ya a esa hora tenía las cosas pensadas y planificadas. Eso le permitía amanecer trabajando. Conversé con ella y me convocó a una reunión en su casa, Tinajero. Le expliqué que tenía el tiempo copado y ella siempre respetó el tiempo de los demás, era una característica de su gran condición humana. Nos reunimos a los quince días. Al llegar a Tinajero, estaba allí Alba de Revenga, quien me explicó la idea de doña Alicia. A partir de ese momento, nos comenzamos a reunir cada quince días. Fue un trabajo, el de Alba y mío, ad honorem. Alba en la parte creativa –en la cual era magnífica– y yo en la recaudación de fondos y el reclutamiento de voluntarios”.

 

Continúa Carmen Cecilia de Mayz transmitiendo sus recuerdos: “Alba y yo visitamos muchos terrenos baldíos del Estado, que ofrecían para la construcción del museo. Recuerdo uno en la parte de atrás del Parque los Caobos. Nosotras estábamos encantadas, porque podíamos combinar la naturaleza y el conservacionismo. Pero el dinero no alcanzaba. Allí, en Quebrada Honda, construyeron el Palacio de la Música, que hoy lleva el nombre de Centro Social de Acción Social por la Música. También en Anauco arriba vimos una hermosa casa. Finalmente, Tony López Acosta, presidente del Centro Simón Bolívar, nos ofreció un espacio en Parque Central. El presidente Luis Herrera Campíns respaldó la idea. Fue a Consejo de Ministros y se aprobó junto con su comodato”. Es enfática Carmen Cecilia al decir: “Este espacio fue pensado, diseñado y construido para el Museo de los Niños. Difícilmente puede funcionar allí otra cosa, dado que el acondicionamiento fue especial, con decirte que los pisos son Pirelli, antiresbalantes para que los niños no se caigan y la señalética en amarillo y blanco, todo fue pensado”.

 

“Contamos también con la colaboración de estudiantes que conocíamos o eran familiares nuestros, que se involucraron y realizaron su aporte con el contenido de sus tesis de grado. Una de estas tesis era sobre cómo montar un estudio de televisión y fue muy útil para nuestro espacio de comunicaciones. Otra tesis trataba sobre ecología y ambiente, la cual fue otro gran aporte. El presidente Herrera, con su idea del Estado promotor, fue muy generoso. En 1979, resaltó el sentido pedagógico y recreativo del museo, así como su trascendencia.

 

El Museo de los Niños funciona desde el 7 de agosto de 1982 en el Complejo Urbanístico Parque Central, cuando fueron abiertas sus puertas al público en general, convirtiéndose la idea de crear un museo para los niños y jóvenes venezolanos, que no se pareciera a los museos tradicionales, en una maravillosa realidad.

“Lo que más le gustaba del proyecto –decía Alba– es que era apolítico y de no ser así, sería la primera en irse porque el museo es de todos los venezolanos”.

 

En la construcción del museo participó el arquitecto y profesor universitario Domingo Álvarez. Álvarez y un grupo de colaboradores se trasladaron a cuatro museos que sirvieron como modelo para su construcción: el Natural History Museum en Londres; el Exploratorium en San Francisco; el Children’s Museum en Boston, y el Ontario Science Center en Toronto. Domingo Álvarez usó luego la idea de cámara oscura y diseñó el edificio como una gran caja de colores, para transmitir una sensación de juego y de que podía armarse y desarmarse como si fuera una caja de tacos de madera.

 

El enfoque principal era la participación, una idea de avanzada donde se aprende jugando y se prohíbe no tocar. El artista y diseñador gráfico Jorge Blanco fue el responsable de crear la imagen acorde con la misión del museo, al ganar el concurso convocado en 1979. Jorge Blanco tomó muy en cuenta las características de los niños, a través de la utilización de imágenes infantiles, líneas sencillas, dibujos esquemáticos y colores primarios. El personaje creado por Blanco, presenta todas las áreas del museo y se llama Museíto: el amigo de los niños, transformándose en la imagen animada del museo. Museíto es un niño simpático, curioso y juguetón. La combinación de Museíto jugando en el arco iris, simboliza la oportunidad que se da a los niños de divertirse mientras aprenden.

 

Existió también un pequeño museo sobre ruedas. Exhibía exposiciones itinerantes, y fue entregado a un particular. El museo sobre ruedas iba a las escuelas. Esta experiencia duró aproximadamente cinco años y colaboró con ella el arquitecto Antonio Machado.

 

En sus planes de investigación, la UNESCO tomó el Museo de los Niños como una nueva alternativa educacional través de la recreación.

 

Ese fue el tema del XXV Congreso de la Sociedad Internacional para la Educación Creadora a través de las Artes. Alicia viajó a Río de Janeiro del 22 al 28 de julio de 1984 para participar en las discusiones sobre educación creadora y el desafío de la transformación sociocultural.

 

Entre el 6 de febrero y el 27 de abril de 1986 el Museo de los Niños de Caracas, presentó una exposición temporal sobre el Cometa Halley, la cual fue muy bien acogida. Lo que llevó luego a tomar la decisión de abrir una exposición permanente acerca de la exploración espacial y los avances en astronomía y astronáutica.

 

El 12 de octubre de 1993, el presidente Ramón J. Velásquez inauguró La conquista del espacio, una aventura espacial, y Monseñor Marcial Ramírez Ponce, Ordinario Castrense, bendijo las instalaciones. Se abrieron al púbico el 20 de octubre. En esa ocasión, el presidente Velázquez calificó la inauguración como un hecho pacífico de afirmación del futuro de Venezuela, y

agregó: “Soy un convencido de que Venezuela vencerá todos los obstáculos que pueda tener”. En 1993 se conmemoraba el Año Internacional del Espacio. El edificio anexo conocido como La conquista del espacio le agregó 3.700 metros cuadrados al museo. El edificio anexo del museo es un moderno edificio en estilo curtain wall, pero que permite ver desde fuera los objetos en exhibición, siendo esta la primera y mejor publicidad de la conquista del espacio.

La idea inicial del edificio era recordar una estación espacial. Pero es un solo museo, un solo edificio. El audaz reto lo asumió el arquitecto Henrique Siso, quien intentó reproducir la arquitectura escueta y unitaria de los cosmódromos. Como toda obra nueva e innovadora tuvo sus críticos y detractores. En 1987 se iniciaron los contactos con la National Aeronautics and Space Administration, NASA. Se contrató a una compañía norteamericana, recomendada por ella, para asesorar sobre la exploración del universo y los últimos adelantos astronómicos. La empresa seleccionada fue Wonderworks (California) para la producción de las exhibiciones, logrando una sensación de fidelidad a la realidad de un 80%. El profesor Luc Meyfroit, jefe del Área de Física del Museo, desarrolló el marco teórico del proyecto. Son tres pisos que incluyen el Planetario con el proyector Digistar, que genera imágenes en tercera dimensión. El ingeniero Juan Pablo Layrisse fue el coordinador de la construcción de la obra. Treinta y tres empresas hicieron realidad La conquista del espacio. Ellas fueron: Avensa; los Bancos Caracas, Lara, del Caribe, del Orinoco, Maracaibo, Principal, Provincial, Unión, Venezolano de Crédito, Bancor y Latino. También recibió el apoyo del Centro Simón Bolívar; de Coinasa; Commetasa; el CONAC; Corimon y sus empresas; Empresas Mendoza; de Empresas Polar, Banco Consolidado, Banco Mercantil, Diego Cisneros, Unión de Damas Hebreas; de la Gobernación del Distrito Federal, el Grupo Cofinanzas, el Grupo Financiero Banco de Venezuela, Marubeni-Macainca C.A., Mavesa S.A., Ostfeld, Hillo y Klara, PDVSA, Sivensa, Sistema Federal Sociedad Financiera Finalven, Tabacalera Nacional C.A., Toshiba Corporation y Vollmer Foundation Inc.

 

El Museo de los Niños se tomó como modelo en el vecino país de Colombia. El sábado 27 de agosto de 1987 fue inaugurado el Museo de los Niños de Bogotá, iniciativa del presidente Belisario Betancur y de su esposa, quienes conocieron el Museo de Caracas. Alicia dijo: “Soy portadora de un mensaje de los niños de Venezuela a los niños de Colombia. En un momento

universal en el que fácilmente se desencadenan las pasiones por el mundo entero, son los niños los que con su diáfano entendimiento constituyen las más firmes clases para la paz”. El Alcalde de Bogotá, Julio César Sánchez García, le concedió la condecoración Orden al Mérito Ciudad de Bogotá en grado de Gran Oficial. Sin embargo, en las instalaciones del parque El Salitre, donde estaba el edificio de ladrillos del Museo de los Niños, se repartieron calcomanías que decían “El Golfo

de Coquivacoa es de Colombia”.

 

El Museo de los Niños, una maravillosa realidad, crece y tiene un compromiso con Venezuela que se identifica con el amor de Alicia por el país. Su capacidad gerencial para reunir y dirigir un grupo de personas sirvió, y se comprometió con Venezuela cuando ejerció la institución de primera dama y al dejar esa posición continuó trabajando no solo por los niños sino también por la educación para su mejor futuro como ciudadanos y el de todo el país. Otras primeras damas continuaron obras que iniciaron mientras lo fueron. Lo que diferencia a Alicia es haber iniciado una obra después de haber sido primera dama. El Museo de los Niños no nació de los efectos de la magia que transfiere una posición próxima a la Presidencia de la República, donde la gente supone que todo es posible.

 

JULIO RODRÍGUEZ BERRIZBEITIA:

 

Abogado e historiador, José Gregorio Villegas ha publicado un homenaje biográfico a Alicia Pietri de Caldera (1923-2011), dos veces primera dama y presidenta de la Fundación del Niño. En 1995 fue reconocida con el Premio Mujer por la Paz, otorgado por Together for Peace Foundation. La publicación incluye numerosas imágenes, que enriquecen el recorrido

 

Seguir la trayectoria de una de las mujeres venezolanas más notables del siglo veinte y parte del que ya estamos recorriendo, nos obliga a tratar de entender la presencia entre nosotros de una vida que mostró de forma sorprendente su misión y el propósito de una inteligencia dedicada a su familia y al engrandecimiento de su país a través de su servicio a la infancia venezolana. Tuve la suerte de conocerla cuando todavía rondábamos por los últimos años del bachillerato en el Colegio San Ignacio, época en que con su hijo Andrés y otro grupo de compañeros tratábamos, en el Centro de Estudiantes, de definir nuestro futuro en términos de cuál podía ser nuestro servicio al país. Sorprendía encontrarse frente a una personalidad que transmitía con modestia y sencillez una idea clara de lo que había que hacer aquí y ahora. La señora Caldera poseía una extraordinaria capacidad organizativa, con un orden mental capaz de combinarlo con abundantes dotes ejecutivos. Manejaba, sin ningún tipo de conflicto, ideas contrarias y alternativas que en su mente formaban una síntesis refinada y necesaria de lo que se podía hacer en ese momento.

En la ejecución de los planes llevados a cabo a lo largo del primer período presidencial de su marido desde la Fundación Festival del Niño, sin desmerecer lo realizado anteriormente, demostró que se podía unir el pasado con el presente para mejorar la gestión a realizar. En el segundo período presidencial del Dr. Caldera la primera dama entendió que la Fundación ya no era la del primer período, ya que nos encontrábamos en un país diferente, lo cual exigía esfuerzos y orientaciones adicionales a las vividas en el pasado. En medio de ambos períodos presidenciales Alicia Pietri de Caldera se dedicó en cuerpo y alma al Museo de los Niños que hoy sigue siendo la viva imagen de una acción profundamente comprometida con la niñez venezolana.

 

Búsqueda para imaginar

 

Los programas realizados a través de la Fundación, en los períodos señalados, mostraban una profunda búsqueda personal y en equipo, de adecuar la actividad a realizar, con un lenguaje sencillo y fácil de ser comunicado; a reforzar el razonamiento y la creatividad; a insistir en la necesidad de proteger y estimular la estructura familiar; a promover hábitos higiénicos y a realizar el desarrollo intelectual a través de las habilidades matemáticas y el uso del cuento como instrumento de los ejemplos que alimentan la imaginación. Una gran parte de ese mensaje puede leerse en las Páginas para imaginar de la Fundación Festival del Niño, publicadas entre 1969 y 1973. Las mismas son un testimonio único de cómo reunir el talento disponible para la época con el objetivo de crear un instrumento de comunicación efectivo, al igual que el programa Sopotocientos, para llegar a los niños de todo el país, especialmente aquellos que no contaban con los medios adecuados para despertar la imaginación a través de cuentos, poesías y canciones. En la presentación de las Páginas para imaginar de 1969 la señora Caldera escribía:

“Estos son algunos de los mejores cuentos, poemas y canciones escritas para ti, niño venezolano. En cada figura podrás descubrir nuevos mundos de emociones y belleza. Podrás descubrir también que leer es una aventura maravillosa, en la cual se participa y se vive intensamente. Por eso llamamos a este libro Páginas para imaginar. (La obra contó con un valioso diseño del artista plástico Mateo Manaure)”1.

Posiblemente doña Alicia no pudo dejar de sonreír cuando en la obra ya mencionada Aquiles Nazoa terminaba un cuento con una despedida:

“Le sonrió con esa sonrisa que los seres sencillos no suelen tener sino para los que comparten un secreto maravilloso”2.

 

En las Nuevas páginas para imaginar de diciembre de 1970 doña Alicia se dirige a sus destinatarios infantiles señalando que “A través de Páginas para imaginar encontramos un camino para llegar a ti, niño venezolano; encontré un medio efectivo para comunicarme contigo”3. En la misma obra se incluye una carta del poeta Pablo Neruda en la cual solicita a la esposa del presidente venezolano la publicación de su poesía “Las aves del Caribe”. Con qué emoción doña Alicia y los niños de Venezuela habrán leído del bardo chileno: “…la voz opaca tengo, y la voz de un corazón sombrío, y yo no soy en la arena del Caribe sino una piedra que llegó del frío”4. La carta de Neruda es una manifestación de admiración por la persona y la obra representada por ella, independientemente de las posturas que cada quien asume frente al tránsito temporal.

 

En Otras páginas para imaginar (diciembre de 1971) la Fundación continúa con el esfuerzo de mantener una obra que abre a través de la imaginación de los niños los caminos de tiempos venideros. En el mensaje de ese año doña Alicia refuerza la idea de que “Mientras el amor por la ternura, los asuntos inspirados por la generosidad y el deseo de servir que van en las páginas de este libro contribuirán a hacerte mejor, y a provocarte mayores deseos de corresponder a las esperanzas que tenemos en ti”5 . En Más páginas para imaginar (1972) se celebró con dicha obra el “Año Internacional del Libro” que contó con las ilustraciones de Alfredo Rodríguez. En la obra mencionada la señora Caldera nos señala que:

“Trabajar por los niños y con los niños es algo que no cansa. Ellos le devuelven a uno, en un gesto, en una mirada, en una frase espontánea, todo el esfuerzo puesto para atenderlos. No les aburre nada; todo les impresiona; tienen una capacidad ilimitada para recibir, para comprender, para asimilar”.

GERARDO VIVAS PINEDA:

De nombre Esperanza, de apellido Futuro

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Alicia Pietri de Caldera, madre de seis hijos, no podía dejar de mencionar, frente a la reacción de los niños ante las Páginas para imaginar, su candor y sorpresa ante la impresión causada “en el alma de niño ante un cuento hermoso”. Siempre con un sentido crítico, pero no para lamentar lo pasado, sino para construir un mejor futuro, tenía claro los fallos cometidos en uno de los ensayos de literatura colectiva infantil más importantes que hemos tenido. Pero para ella realizar un plan sistemático de producción de una buena literatura infantil le pareció “un objetivo interesante”. Con una mirada puesta en el futuro sintetizó el trabajo realizado: “…confío que esta serie renovada en su presentación, lo mismo que en su contenido y quizás en su nombre, continuará indefinidamente al servicio de la infancia venezolana”7.

Pero el esfuerzo de unas páginas para la imaginación continúa a pesar de no contar ya entre nosotros con la presencia de una mujer extraordinaria que pensó en el poder de la portentosa imaginación de los niños. Si visitamos hoy el Museo de los Niños de Caracas, su séptimo hijo, hay una sala dedicada a la lectura de cuentos para los niños. Entre los acompañantes que los niños encuentran al llegar a ese espacio del Museo están El Principito y Alicia en el país de las maravillas. Probablemente la presencia de Alicia, la del país de las maravillas, evoca el recuerdo de la Alicia que vivió entre nosotros, la que pensó que la infancia venezolana podía hacer de este país uno de maravillas. Quizás como la Alicia de Lewis Carroll, Alicia Pietri de Caldera, en donde se encuentre, podría vivir ese último pensamiento de su homónima:

“Por último, imaginó a su pequeña hermana, ya mayor convertida en mujer, pero conservando a través de los años el corazón puro y tierno de la infancia, alrededor de ella había otros niños, con ojos muy abiertos, que contemplarían quizás aquellos mismos personajes del país de las maravillas”8.

 

Pero en honor de nuestra primera dama de Venezuela, hoy en la sala de lectura del Museo de los Niños se leen cuentos y cuando uno se acaba se leen otros, de tal forma que el cuento nunca se acaba.

 

1 Páginas para imaginar, Ediciones de la Fundación Festival del Niño, Caracas, 1969, p. 5.

2 Páginas para imaginar, ob. cit., p. 91.

3 Nuevas páginas para imaginar, Ediciones de la Fundación Festival del Niño, Caracas, 1970, p. 3.

4 Nuevas páginas para imaginar, ob. cit., p. 8.

5 Otras páginas para imaginar, Ediciones de la Fundación Festival del Niño, Caracas, 1971, p. 4.

6 Más páginas para imaginar, Ediciones de la Fundación Festival del Niño, Caracas, 1972, p. 5.

7 Siempre páginas para imaginar, Ediciones de la Fundación Festival del Niño, Caracas, 1973, pp. 5-6.

8 Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas, Editorial Renacimiento, México, 1959, p. 119.

Primera dama al cuadrado: un libro necesario

“El autor merideño

José Gregorio Villegas,

abogado de profesión, ha

estudiado con esmero el

papel desempeñado por

las primeras damas de

1848 a 1999, pero el lugar

de doña Alicia detenta una

característica única en la

categoría y genera esta

obra particular de texto

concentrado: acompañar

en dos períodos

presidenciales a su esposo,

Rafael Caldera Rodríguez”

Sonrisas a granel para todo un país

Si de sonreír se trata, la Fundación Tomás Liscano presentó en diciembre 2024 el libro mejor dispuesto a perfilar sonrisas merecedoras de un sitio nacional. Título y subtítulo, Alicia Pietri de Caldera. Primera dama, acompañan en portada y frontispicio la fotografía de esa señora sonreída, ocupando nuestra memoria mucho más allá de lo inolvidable.

El autor merideño José Gregorio Villegas, abogado de profesión, ha estudiado con esmero el papel desempeñado por las primeras damas de 1848 a 1999, pero el lugar de doña Alicia detenta una característica única en la categoría y genera esta obra particular de texto concentrado: acompañar en dos períodos presidenciales a su esposo, Rafael Caldera Rodríguez, democráticamente elegido por el voto popular libre de sospechas y escondrijos electorales.

Lo que ahora destacamos, la capacidad de sonreír en circunstancias diferentes, no elude los rigores difíciles de la vida pintando la seriedad en el rostro; de hecho algo de severidad asoma no más comenzar la lectura: en el reverso del frontispicio la primera dama, seria y cautelosa en un close-up admirable, apoya su quijada en la mano izquierda, como observando algún inconveniente de los que frecuentemente brotaban en el país hambriento de desarrollo.

Sin embargo, en 30 capítulos breves de texto y generosos de fotografía la obra reparte la sonrisa perpetua de la señora Caldera en todo tipo de circunstancias familiares, sociales, políticas y comunicacionales. 172 páginas del volumen albergan 193 reproducciones, concediendo los primeros lugares a las 27 fotos de la primera dama acompañando a Caldera –el hogar, campañas electorales, viajes nacionales e internacionales, hechos de gobierno–, 20 fotos con la familia –padres, hijos, nietos, hermanas–, otras 20 con presidentes, jefes de Estado y de gobierno– los reyes de España Juan Carlos y Sofía, Jackie y John Kennedy, Betancourt, Leoni, Herrera Campins, Nixon, Ford, Clinton, Herzog, Aznar–, que contrastan con apenas 11 instantáneas donde doña Alicia figura individualmente, incluso tocando el arpa clásica que cultivó con maestría. En el extremo contrario el protagonismo categórico y el espacio de los afectos mayores lo detenta la niñez: 51 retratos despliegan la dedicación de la primera dama a la Fundación Festival del Niño, al Museo de los Niños, al programa televisivo Sopotocientos y a las Aeroambulancias Infantiles, programa creado por Betty de Herrera Campíns y retomado por Alicia en el segundo gobierno de su marido. Tal exhibición sublima el blanco y negro de las imágenes –el color permanece ausente– en ágil diseño a cuarto de pliego. Al pasar la última página la alegría del recordado locutor y presentador Musiú Lacavalerie acompaña la sonrisa de doña Alicia, propiedad institucionalizada y afectiva de toda una nación, volando más allá de las fronteras. Hasta Cantinflas, genio del humor y la picardía continental, compitió en sonrisas al lado de la primera dama. Seamos objetivos: la singular contienda al parecer quedó tablas, según revela la página 105. Dan ganas de seguir mirando y leyendo. No era para menos.

Era para más: lo más sonoro, lo mejor sonreído

 

Hay en este libro un personaje colectivo de la venezolanidad que se viste de esperanza: las muchedumbres. 48 fotografías presentan a la señora Pietri de Caldera rodeada de multitudes tan diversas como ávidas de aprecio, pero una enorme reproducción a doble página digna de esa sonrisa especial trasciende a la carcajada, a pesar de que no está presente la primera dama: decenas de niños sonrientes y felices bajan del DC-9 de la línea Aeropostal Venezolana y corren hacia el terminal llevando al hombro los maletines del Plan Vacacional, programa de intensa colaboración institucional pública y privada creado por doña Alicia. Acompañada por un voluntariado como nunca se había visto en la nación, lo planificó para 105.000 chicos seleccionados con un objetivo extraordinario: “Que el niño venezolano sea feliz los 365 días al año”, como parafrasea José Gregorio Villegas en una cita de don Pedro Berroeta, “son lecciones vivas de geografía nacional”. Junto a estos logros también se exhiben eventos de significación singular: quince primeras damas nacionales y extranjeras acompañan a doña Alicia en compromisos de suma formalidad pero también de sencillez distendida: María

Teresa Núñez de López Contreras, Irma Felizola de Medina Angarita, Carmen Valverde de Betancourt, Menca de Leoni, Blanca Rodríguez de Pérez, Betty de Herrera, Ligia Betancourt de Velásquez, Gladys Castillo de Lusinchi, Patty Nixon, Consuelo González de Velasco, Rosa Elena de Betancurt, Ruth de Cardozo, María José de Sampaio, Christiane Herzog y Hillary Clinton. Antes de la Alicia presidencial nunca hubo tal ascenso grupal de las primeras damas a la máxima dignidad femenina, reunidas por la iniciativa de afecto popular hacia la nación propia en función de crear analogías espirituales internacionales.

No por número, sino por jerarquía humana, escogidas fotografías culminan la oferta solidaria de este libro en cuanto al gentilicio de la Venezuela en proceso de integración. La sección dedicada al programa Un cariño para mi ciudad explica la iniciativa no gubernamental para la promoción del conservacionismo ambiental y la recuperación de espacios públicos que desde la Caracas en busca de estima proyectaba para todo el país el amor por el suelo propio. Otro capítulo da lugar a la personalidad predominantemente hispánica de la nación –¿acaso no lo dictan así siglos de lengua, culto, historia y carácter?, cuando gracias a doña Alicia se reafirmó su temperamento español en la instalación de una réplica de la nao Santa María sobre la laguna del antiguo Parque del Este durante el primer gobierno calderista, luego restaurada en el segundo período y reabierta con la presencia del príncipe Felipe de España. Eran tiempos en que la legítima identidad colectiva jamás se ponía en duda. Para consumar la misión venezolanista de la obra una foto muestra a Rafael Caldera saliendo de su quinta Puntofijo donde el liderazgo político de la patria fue capaz de pactar compromisos de construcción nacional, no voracidades ideológicas de disolución y ruptura. Doña Alicia y una familia entera fueron testigos presenciales y afectivos bajo su propio techo, con la fe católica practicante muy dentro de sus cuerpos. No por casualidad Alicia Pietri de Caldera –es imperativo mencionar la página 159– muestra su sonrisa más resuelta, serena y orgullosa al recibir de rodillas la Eucaristía de manos del papa San Juan Pablo II.

Por tanta entrega a su pueblo y a la hechura posible de futuro este es un libro necesario. Por cierto, a poco de su presentación la cadena librera más grande de Venezuela ha dispuesto esa portada sonriente en la estantería superior con las obras Top Ten en ventas. Más abajo otro anaquel ofrece complicidades desde el título Alicia en el País de las Maravillas. La sonoridad del nombre produce curiosas coincidencias entre el Lewis Carroll de la fantasía y la primera dama de las realidades. Mirando el juego de la simultaneidad da gusto contagiarse y sonreír.

 

*Alicia Pietri de Caldera. Primera dama. José Gregorio

Villegas. Fundación Tomás Liscano. Venezuela, 2024.

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