Demócratas de verdad(I)

Gloria Cuenca:
Hace poco, el 24 de enero para ser precisa, hubo 2 aniversarios. Uno “pasó debajo de la mesa”, dicho coloquialmente: un aniversario más del asalto al congreso de Venezuela en época del decenio Monagas. (Siglo XIX, en el presente siglo XXI y también en el XX, ocurrieron asaltos al Congreso, en diversas oportunidades.) El otro, aniversario del natalicio del Dr. Rafael Caldera R. Se cumplieron 109 años de su venida al mundo. En conversaciones recientes y algunas lejanas, con parientes y amigos, noté a unos apasionados por la trayectoria del Dr. Caldera. Los detractores, se expresaron, con igual pasión. Se señalaron, dos grandes defectos considerados lo peor de la gestión democrática de Caldera. El primero, haber convocado al “chiripero” para que lo acompañaran en su segunda presidencia. Ya que, “dio la oportunidad de probar el poder a la izquierda.” “Se aprovecharon de todo lo que vino después”. El segundo error, para algunos más grave, darle la libertad a Hugo Chávez y a los “golpistas” del 92.
Conocí al Dr. Caldera. Siendo candidato presidencial, lo entrevisté en el Canal 8, (cuando era de todos los venezolanos). Hubo circunstancias que nos ponían en contacto. Al entrevistarlo, lo llevé a que expresara, ¿cómo se sentía cuando perdía en el dominó? (Su juego predilecto) Aceptó: “él jugaba para ganar o perder”. “¿Y qué pasa cuando compite en política?” Re-pregunté: de inmediato se dio cuenta, lo llevé con habilidad a donde quería y con sinceridad respondió. “Se gana o se pierde. Para eso se compite. Soy demócrata y acepto el veredicto del pueblo”. Ahora, con tantos años de vida, creo qué, al demócrata, efectivamente, se conoce por su actitud ante la derrota o el triunfo. Aquella sentencia: “Gloria al vencedor, honor al vencido”. Es cierta. Escribiré sobre esos grandes demócratas que conocí, por fortuna, en el pasado democrático de los venezolanos.
Entre el Dr. Caldera y Adolfo Herrera E. hubo cercanía y después amistad. Se inició en un momento complejo. Adolfo, secretario de la Federación de Centros de la Universidad Central de Venezuela, mientras había una huelga universitaria y él dictaba clases en primer año de Derecho: Derecho Constitucional. Le tocó a Adolfo, ir a los salones a sacar a los alumnos. Fue un interesante, democrático y respetuoso momento, entre el Profesor Caldera y el entonces Br. Herrera. El profesor reclamó que sacara a los alumnos de clase, el Br. estudiante, expresó la necesidad de que todos se incorporaran a la huelga. “No es personal, Dr. Caldera, queremos a los estudiantes en el Aula Magna. Hay que tomar decisiones”. El Dr. Caldera accedió. Desde ese momento hubo un gran acercamiento, que duró toda la vida. Adolfo fue el 1er. corresponsal de la Agencia China de Noticias, Sinjua en Caracas, el Dr. Caldera acreditó a Adolfo como corresponsal para que asistiera a las ruedas de prensa: “Habla el presidente,” semanales, que coordinaba el Colega Freddy Muziotti. Jamás en cadena nacional. Se transmitió por los medios que había en ese momento, en horarios diferentes. A lo largo de toda su vida como presidente o ex presidente, mantuvo una relación de absoluto respeto con los periodistas. Era un demócrata, creía en la doctrina democrática y sí se veía en el trance de no actuar democráticamente, se le notaba disgustado. De allí la gran y principal tarea en su primer gobierno: la pacificación. Todavía hay quien no entiende ese gran logro en América Latina. Fue mérito de él y de la mayoría de los líderes pacificados. Creían en la paz y también en la democracia. Ellos, los pacificados, agradecieron, en su gran mayoría, lo que hizo por ellos. Américo Martín, explicó en Foro “Homenaje a los 100 años de Caldera”, que no se les exigió nada: excepto dejar las armas. Todos los pacificados, excepción de Douglas Bravo, quien no aceptó, acogieron la propuesta del Dr. Caldera y se reincorporaron a la vida y la sociedad. Alguno comentó, había sido condenado a 30 años de prisión: “No podía creer que estaba en libertad”. Entendí la necesidad de la pacificación, por parte del Dr. Caldera por su sentimiento profundamente, religioso y católico. La pacificación es el perdón. Principal herramienta otorgada por Jesús de Nazareth. Digo herramienta, consciente, de su significado. Soy una convencida de que, sin perdonar no se puede vivir con serenidad y paz, en la vida. Un político, verdaderamente, democrático entiende el significado del perdón y la ruta a seguir para lograr el desarrollo, el crecimiento, la paz y la justicia, imprescindibles para el avance de los pueblos. Me refiero, a los demócratas de verdad. Todos esos monigotes impresentables y los sigüies de por acá, no tienen nada de demócratas. Adoran la violencia: “partera de la historia”, la “lucha de clases” y la necesidad de no tener adversario, “sino enemigos” y aniquilarlos. Violencia y más violencia. Preparándose siempre, para una batalla, donde los únicos sobrevivientes son ellos. Triste realidad. Por eso fracasan repetidamente: no se puede vivir con el odio enraizado en el corazón y en el alma. Así son los marxistas-leninistas-maoístas. Especie en extensión, por la Gracia de Dios, pero aún con poder en determinados lugares. Queridos y amables seguidores, contradictorios lectores, cada día que pasa soy más consciente de la necesidad de libertad, democracia y justicia. Así como en el siglo XX, Venezuela tuvo maravillosos demócratas, en el proceso de construcción de la democracia; este Siglo XXI ya ha empezado a darnos mujeres y hombres de convicción profunda con democracia, libertad y justicia. ¡ Fe y confianza espero, hasta el final! .-
Imagen referencial: Elentrerios.com