Opinión

Bolívar fue la revolución, ¿para qué otras?

La gesta de Bolívar, universalmente aceptada, está documentada en escritos analizados en centros de investigación, no solo en América Latina, sino también en prestigiosas universidades de todo el mundo

Luis Beltrán Guerra/PanAmPost:

En el libro Las penurias del general (Vida y muerte de Francisco de Paula Santander), del sociólogo de la Universidad de Colombia, Víctor Paz Otero, se atribuye a Pablo Morillo haber expresado: “¡Bolívar es la revolución!”, una lapidaria afirmación que no se ha respetado a lo largo de la historia. No obstante, percibimos la aparición de más de uno que ha pretendido ser configurado como “revolucionario”. La diferencia es que, en estos casos, ha sido el mismo pretendiente quien así se ha calificado, y los acólitos han incurrido en la “redundancia” (repetición y uso excesivo de una palabra o concepto).

La obra, de 415 páginas, es crítica en lo concerniente a las ejecutorias de Santander, a quien se le imputa un odio ancestral hacia el venezolano, según algunos, por las diferencias en cuanto a los regímenes políticos de los países liberados de España. Se lee que el conflicto más determinante consistió en la inclinación de Bolívar por una Carta Magna para Colombia similar a la promulgada para Bolivia. En principio, esta era una creación del propio Libertador, quien, tras liberar a Bolivia de la Corona, diseñó un texto en el que se atribuía un amplio poder al presidente, en este caso, el propio Bolívar. Santander temía, al parecer, que el régimen establecido en Bolivia se impusiera también en su país y, consecuentemente, que el caraqueño se convirtiera en jefe de Estado de por vida, es decir, en un “emperador”.

El sociólogo Paz Otero parece inclinarse más bien a la idea de que la animadversión de Santander hacia Bolívar tenía su origen en su propia personalidad atípica. Santander, según el autor, quería ascender de la vicepresidencia que ocupaba por obra del venezolano a la jefatura de la Nación, cuyo titular era el caraqueño. En otro pasaje de su interesante compendio, Paz Otero tal vez procura evidencias definitivas de su argumento al acotar que: “Días de júbilo, jolgorio y plenitud disfrutó el general Santander después de que el ejército orientado y comandado por Bolívar sellara, con el triunfo de Boyacá, el proceso que culminaría con la independencia de la Nueva Granada”.

Pensamos que esto se refiere al Virreinato de la Nueva Granada, instituido en 1717, suprimido en 1723 y restablecido en 1739, con Santa Fe de Bogotá como capital y jurisdicción sobre Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá. Área por demás atractiva debido a:

  1. Su producción aurífera.
  2. Su ubicación entre los dos océanos, puerta de entrada a América del Sur.
  3. La mayor concentración de población.

Bastante atractiva para gobernar y de manera excluyente, como parecía la intención de Santander, según se infiere de las consideraciones de Víctor Paz.

El sociólogo añade, en aras de corroborar su apreciación, que Santander escribiría tiempo después que “se habría arrodillado para besar la mano de Bolívar como principal autor del bien que empezaba a disfrutar”. Otra de las apreciaciones concernientes a la personalidad del general.

La exageración de la “jarana” por parte de Santander, tras el restablecimiento de la Nueva Granada, terminó siendo mucho más excitante y lo condujo particularmente al éxtasis, como cuenta el profesor, al identificar en un balcón a Nicolasa Ibáñez, dama con quien siempre había soñado. Ascendido a general de división junto con José Antonio Anzoátegui, este último calificado como uno de los más importantes militares del Ejército Libertador, Santander, según Víctor Paz Otero, se dijo a sí mismo: “Nicolasa Ibáñez será mía. No importa si está casada y tiene tres hijos”.

La gesta de Bolívar, universalmente aceptada, está documentada en escritos analizados en centros de investigación, no solo en América Latina, sino también en prestigiosas universidades de todo el mundo. Entre sus escritos más determinantes se encuentran:

  • Manifiesto de Cartagena (1812).
  • Carta de Jamaica (1815).
  • Discurso de Angostura (1819).
  • Mensaje al Congreso de Colombia (1830).

Todos estos documentos revelan conocimiento, espíritu de lucha y amor por la libertad. Se lee, con acierto, que una de sus grandes esperanzas fue la gran confederación de todas las antiguas colonias españolas de América, inspirada en el modelo de los Estados Unidos. Sin embargo, su anhelo se vio frustrado por las diferencias entre las nuevas naciones, lo que dio lugar a su famosa frase: “He arado en el mar y sembrado en el viento”.

Finalmente, el destacado sociólogo Víctor Paz concluye que Santander, ya fuera del gobierno, fundó el “Partido Civilista”, por cuyo intermedio llegó a ocupar una curul como senador. Presidía la República José Ignacio Márquez, calificado como “el Cicerón de la Gran Colombia” y opositor de Santander. Después de proponer la elaboración de un Código Militar, Santander se retiró del parlamento para escribir Apuntaciones para las memorias sobre Colombia y la Nueva Granada, documento que Paz califica como “un extenso y pesado texto”.

Este recuento nos lleva a preguntarnos si, acaso, es verdad que la política es “un folclore” o si, como afirmaba Aristóteles, es una forma de mantener a la sociedad ordenada con normas y reglas.

El lector tiene la palabra. Tal vez puedan leer con una óptica más optimista a Víctor Paz Otero. A nuestro juicio, no se trata de revolución ni de ser de derecha o izquierda. A estas alturas, una perogrullada. Se trata, más bien, de la sinceridad humana.-

 

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