El Senado Sectorial
La realidad es que esos autoritarismos son reaccionarios porque exageran el partidismo, dándole más poder al partido de gobierno, la causa del malestar

José Antonio Gil Yepes:
Es conveniente aprovechar la reforma constitucional para reconvertir la relación Estado-Gobierno-Sociedad de una fórmula partido céntrica en una efectivamente democrática pluralista. Se necesitan nuevas reglas institucionales dirigidas a que los partidos compartan la representación política y el poder en la toma de decisiones en políticas públicas con representantes directos de los diversos grupos de interés de la sociedad.
Los partidos políticos son los únicos representados, mediante diputados, en la Asamblea Nacional. El resto de los sectores no tiene representación política en ninguna instancia de gobierno. Casi todos los cargos electos son ocupados por representantes de los partidos, quienes cometen el error de operar en función de su interés por ejercer el poder, en vez de ocuparse de lo que prometen; apoyar a los sectores en el logro de sus metas. Casi todos los cargos por nombramiento se reparten en función de su relación partidista, hoy con la excepción del sector militar, y antes con las excepciones de unos pocos empresarios, sindicalistas o militares.
Lo anterior es tan así que, previo a las elecciones de 1968, se puso en boga entre el empresariado presentarse como candidatos a diputados para participar en los procesos de toma de decisiones sobre las políticas publicas que les conciernen. Lograron ser electos unos 30 diputados. Sin embargo, de poco les valió porque fueron electos mediante planchas partidistas y las deliberaciones y voces, que parecen individuales en la arena del congreso, en realidad quien lleva la voz cantante son las fracciones de cada partido que opinan y votan en bloque, entubados, según les indique su respectiva jefatura de la fracción partidista. Esa experiencia dejó un halo de frustración que hizo que el intento no se repitiera.
Lo mismo puede decirse de los representantes obrero-sindicales que eran electos por la misma vía de las planchas de los partidos. Si bien estos diputados y senadores obreros tuvieron presencia a través de los ocho períodos de gobierno que duró el Pacto de Punto Fijo, su influencia fue mínima y nunca fuera de sus líneas partidistas. De lo contrario, hubieran presionado más por el desarrollo de su aliado natural: la empresa privada.
Peor aún, los menos representados en todos los debates fueron los pobres, el sector más utilizado y manipulado para argumentar razones en favor de tal o cual política pública. A los pobres les interesaba el desarrollo de la empresa privada, sin el cual no es posible rescatar a los NO trabajadores; informales o desempleados. Pero a la casi totalidad de los políticos no les interesaba que la empresa alcanzara su potencial para diversificar la economía y las exportaciones porque eso haría que los partidos tuvieran que compartir el poder con empresarios y trabajadores. Casualmente, fueron estos pobres quienes se cansaron de esperar que les tocara algo del reparto de nuestra cacareada riqueza y se voltearon para votar por Chávez: No tenían por qué saber que la pobreza iba a subir del 60 al 70%.
A parte de estas experiencias de supuestas representaciones obreras y empresariales que resultaron tan menguadas, caben dos consideraciones de principio para plantear la creación de una instancia de representación pluralista en la toma de decisiones públicas:
1.La división del trabajo en la sociedad no puede seguir siendo primitiva. Es necesario superar la organización del trabajo y el reparto de beneficios en función de Sexo, Región, Raza, Religión (que termina siendo lo mismo que Ideologías Políticas-sobre todo si son extremas). Necesitamos una instancia que represente la pluralidad de sectores en que se divide el trabajo en las sociedades modernas: Empresarios, Trabajadores, Profesionales, Maestros-Profesores-Investigadores, Iglesias, Artistas, Deportistas, Estudiantes Universitarios, Pobres, etc.
2.En las sociedades modernas predomina una creciente especialización o división del trabajo, la cual implica un proceso centrífugo de diferenciación de intereses sectoriales Las instituciones que históricamente han servido para tratar de equilibrar la diferenciación y tensiones entre sectores han sido las Monarquías Constitucionales y los Consejos de Ancianos. Estas instituciones se supone que deben concertar, conciliar, agregar intereses y evitar conflictos. Sin embargo, en las repúblicas modernas no existe ninguna institución diseñada para cumplir a cabalidad con esa función agregadora que compense las fuerzas centrífugas. Una excepción a este planteamiento ocurre si la gran mayoría de los ciudadanos de un país se identifica con modelos y partidos de centro. Esto ocurre en los países más desarrollados, como los del norte de Europa, Nueva Zelanda, Australia, Japón; modelo que en los EE.UU. se está deteriorando. Pero estos casos son excepciones entre casi 200 países dominados por regímenes exclusivistas. Aunque casi todos tienen Cámaras de Diputados y Senados, estas instituciones no representan sino al grupo político gobernante. Aunque muchos de estos países están en proceso de modernización, no son modernos. Si lo fueran, las mayorías se sentirían representadas por quienes gobiernan. Y no es así.
En Venezuela, una fórmula para evolucionar en esta dirección es dejar que los partidos mantengan el monopolio de la representación en la Asamblea de Diputados, y reinstalar el Senado, pero un Senado electo, no con base regional y de partidos, sino un Senado Sectorial.
Esta reconducción institucional tiene sus dificultades. Ninguna fórmula es perfecta. Pero, el deterioro de la política en el mundo bajo el predominio de un solo sector, el de partidos, es tal, que vale la pena huir hacia delante para buscar alternativas antes de que la descalificación creciente de la política, los partidos y los gobiernos en el mundo termine de acabar con las democracias y las libertades. En varios de los países pseudo democráticos se observa una involución hacia regímenes autoritarios y que, más recientemente, buscan perpetuarse en el poder con el argumento de que la democracia liberal tradicional no ha cumplido. Eso es verdad. Pero la realidad es que esos autoritarismos son reaccionarios porque exageran el partidismo, dándole más poder al partido de gobierno, la causa del malestar. Lo revolucionario sería huir hacia adelante, profundizando el pluralismo para que los intereses sectoriales puedan organizarse, expresarse y negociar sus coincidencias y diferencias directa y libremente en una de las tantas instancias de poder.-
@joseagilyepes