Lecturas recomendadas

El desarrollo humano integral y el Dr José Gregorio Hernández

En Venezuela es necesario encontrar una nueva y poderosa emocionalidad que nos impulse a ser mejores, en todo

Francisco González Cruz:

 

Desarrollo Humano Integral, sustentable o sostenible, es el concepto que expresa el proceso de lograr la satisfacción de las necesidades humanas, incluyendo en ellas la libertad, la dignidad y la realización plena de las personas, con respeto a la naturaleza y de tal manera que las generaciones futuras también tengan esas oportunidades.

Destacados especialistas a lo largo de muchos años han estudiado el tema de la riqueza de las naciones, el progreso, el bienestar y tantos nombres que recibe ese proceso mediante el cual las sociedades avanzan hacia el bienestar. Unos ponen en énfasis en el mercado, otros en el Estado, otros en la capacidad emprendedora, en las instituciones, en la confianza, el nivel educativo, el capital social, la dotación de recursos, el manejo de la economía, el clima y muchos otros factores.

Por supuesto que todo eso influye, pero una pregunta poderosa sería: ¿hay algún factor más profundo que determina que unas sociedades tengan mejor calidad de vida que otras? Se puede constatar que la mayoría de las sociedades prósperas están en el hemisferio norte, lo que no quiere decir que solo en el norte está la prosperidad, pues hay países pobres en el norte y los hay prósperos en el sur. Y así podríamos reflexionar en el caso de su tamaño, de su antigüedad, de su dotación de recursos y otras características. Hay sociedades prósperas grandes y pequeñas; antiguas y recientes; de gente blanca, negra o amarilla; creyentes o no creyentes; de clima con estaciones o sin estaciones, en fin, nada de esos factores condiciona la posibilidad de ser desarrollado o subdesarrollado. Incluso hay países gemelos y uno es muy pobre y el otro muy rico, como Corea del Norte o Corea del Sur. O regiones pobres en países ricos, o regiones ricas en países pobres.

¿Entonces? Gunnar Myrdal (premio Nobel de Economía – su esposa Raíza fue Nobel de la Paz) acuñó una frase: «la retrocausación circular acumulativa», para referirse a que los procesos de avance o retroceso de una sociedad se retroalimentan. A veces un detalle, una decisión, un evento o una circunstancia casual, puede desencadenar un círculo virtuoso.  En la famosa novela de Irving Stone «La Agonía y el Éxtasis» se cuenta que Florencia, la capital del Renacimiento en el “Cinquecento”, sufría un proceso de pérdida de la autoestima y al gobierno de la ciudad se le ocurrió convocar a lo mejor que tenían – sus artistas – a ver quien presentaba el mejor proyecto para realizar una escultura en un enorme bloque de mármol de sus cercanas canteras de Carrara. Lo ganó el joven Miguel Ángel Buonarroti quien esculpió «El David». Al develarla y viéndola admirada la gente en la plaza, se convencieron del talento que tenían y a Florencia  volvió el optimismo y la autoestima y llego a ser una de las  ciudades más importantes del mundo.

Singapur era hace 50 años una pobre ciudad fracasada, hoy es uno de los mejores países del mundo, gracias a las decisiones de sus dirigentes y a la participación de su gente. Medellín en Colombia era una ciudad fracasada muy violenta y hoy es la más competitiva de América Latina; allí todo comenzó en 2004 cuando su alcalde Sergio Fajardo se comprometió en su transformación, en alianza con los ciudadanos, universidades, empresas de la región y el gobierno local. Podemos citar ejemplos de éxitos locales como Loja y Cuenca en Ecuador, Curitiba y Tiradentes en Brasil, Córdova y Salta en Argentina, Guadalajara y Puebla en México, gracias a su protagonismo local.  Uruguay, Costa Rica y Chile por sus fortalezas institucionales. Son cientos de casos de países, regiones y ciudades que han cambiado su historia. También los que se han equivocado y a pesar de sus riquezas descienden al abismo.

Volvemos a la pregunta sustantiva ¿Qué han hecho esos países, regiones o ciudades para mejorar tanto en tan poco tiempo? Son diversos y complejos los factores, sin embargo, existe uno que es el desencadenante de todos los procesos: la decisión de cambiar. Una fuerza espiritual superior que une a la gente en torno a un sueño y los impulsa a construirlo, a pesar de todas las dificultades. Se trata de una voluntad enorme que mueve las más intensas energías creadoras para disciplinadamente trabajar día a día, paso a paso, hacia la construcción del sueño posible. Cada experiencia será distinta, cada caso único, pero en el fondo de cada uno está la recia voluntad de mejorar, que desencadena una “retrocausación circular acumulativa” virtuosa, que multiplica exponencialmente las numerosas y diversas iniciativas.

Ese cambio es necesariamente profundo y se traduce en la calidad del lenguaje, en el sano comportamiento cotidiano, en el respeto y la confianza entre la gente y las instituciones. Ese trasfondo cultural se traduce en trabajo, producción, salud, educación, calidad de vida y bienestar. Se puede decir que es un cambio espiritual, porque consiste en darse cuenta que se tiene el potencial para ser mejores y tomar plena conciencia de que es posible.

En Venezuela es necesario encontrar una nueva y poderosa emocionalidad que nos impulse a ser mejores, en todo. Un estímulo muy potente que sea capaz de reunir toda esa energía que tenemos para encontrar un rumbo y alinearnos hacia un mejor destino, que no sea glorioso sino exitoso, que recoja no sólo la gigantesca epopeya de la Independencia, sino la cotidianidad sabia, humilde, heroica y generosa de un José Gregorio Hernández y tantísimos próceres civiles, mujeres y hombres que han construido la Nación.

José Gregorio Hernández es la persona más conocida y más querida del país. Está dotado de virtudes que lo llevaron a la santidad popular y que ahora oficial para la iglesia católica. Es  de provincia y desplegó la mayor parte de su servicio en la capital. Culto, sabio, buen  hijo, buen amigo y buen compañero. Excelente ciudadano. Es un personaje que nos representa a todos, creyentes y no creyentes, pues el que dos de sus mejores amigos no lo fueran, no fue obstáculo para que se quisieran como auténticos hermanos.

La fiesta de la canonización del Dr. José Gregorio Hernández es una oportunidad para que los venezolanos no unamos en torno a la bondad, el respeto y el servicio al bien común que representa nuestro Santo. Sería el verdadero milagro de la Venezuela posible.-

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