Fechas y reflexiones

Elías Farache:
El calendario judío es algo extraño. El mes de Nisan, que justo comienza al momento de escribir esta nota, es el primer mes del año. Sin embargo, el año nuevo como tal, Rosh Hashana, se celebra el séptimo mes en el mes de Tishrei. En Nisan se festeja la libertad nacional al ser rescatados de Egipto. En Tishrei empieza un periodo de reflexión, de introspección profunda, en el cual se rinden cuentas ante el Creador.
El pueblo judío tiene una relación estrecha con su realidad cotidiana y con el Todopoderoso. No se aparta de la realidad para refugiarse en la superioridad divina, tampoco se aboca al día a día para alejarse de Di-s. El mismo calendario y sus festividades son muestra de la conexión con el mundo espiritual y el mundo terrenal, una dualidad compleja que, a veces pareciera, ser excluyente. La noción judía que Di-s, además de ser el creador y existir, interviene en el devenir diario de los seres humanos.
Todas las ocasiones señaladas en el prolífico calendario judío tienen conexión con la divinidad y con la realidad terrenal. Todas también, una conexión inmodificable con la tierra de Israel, la tierra prometida. No en vano la palabra comprometida a Abraham, Isaac y Jacob, la misión de Moisés de liberar a los israelitas del yugo egipcio, la entrada a Canaán, la conquistas y las diásporas, las fiestas y los duelos debidos a la dispersión, las palabras de los profetas, tienen una conexión con Israel. Tan así que, luego de dos mil años en el exilio forzado y terrible casi siempre, el espíritu de retorno fue lo suficientemente intenso como para lograr un Estado Judío en pleno siglo XX. Con toda la terrenalidad del proceso, y toda la Divinidad que los más avezados según algunos, o los más creyentes según otros, atinan a descubrir en cada episodio de la complicada existencia del Israel de nuestros días.
Cuando empieza el mes de Nisan, recordamos que en ese justo día se inauguró el Tabernáculo en el desierto, símbolo de la presencia de Di-s en el medio de la congregación israelita que recién salía de Egipto rumbo a Canaán. El 15 de Nisán, se celebra Pesaj, la fiesta de la libertad. Ese día los hebreos salieron de Egipto físicamente, para iniciar una larga jornada de liberación espiritual. La salida de Egipto, el final de la esclavitud bajo los faraones no es sólo una liberación física. Es una liberación espiritual y conceptual, pues los israelitas rompen con la cultura preponderante en todos los aspectos posibles, con una concepción del mundo, asumiendo una ética y forma de vida muy distintas a la de la civilización que ejercía la preponderancia del mundo antiguo.
A decir verdad, la misión de los israelitas en el mundo y su denominación de pueblo elegido no viene a señalar ninguna superioridad numérica o de poder militar, ninguna posición hegemónica o de dominación. La misión de los elegidos es seguir la palabra divina y mostrar una conducta ejemplar que sirva de ejemplo a las otras naciones. Un apego a la Divinidad que se basa en una serie de estrictas normas de vida, una ética que no admite dobleces y que resulte en una sociedad ejemplar en cuanto a obediencia, desempeño y calidad de vida. Algo que siempre se encuentra sin concluir.
Muchos de los precursores y fundadores el Estado de Israel se hicieron eco de esta misión. Una misión ensombrecida por la necesaria defensa de la vida propia, de la lucha armada que aún sin alternativas, siempre deja la secuela de odios y enemistades. Es el drama de la vida de los hombres: un constante enfrentamiento entre lo divino y lo terrenal, lo espiritual y aquello que no lo es y muchas veces lo opaca.
El mes de Nisán, Pesaj en sus días, es momento de reflexión. Una reflexión distinta a la de los días de Rosh Hashaná y el Yom Kipur, el Día del Perdón, pero que resulta siempre necesaria. Es época de recordar que los judíos fueron oprimidos, y que la libertad tiene tanto un valor fundamental como el compromiso de llevar a cabo una misión trascendental para lo propio y lo circundante. Libertad sin compromiso es asumir un yugo que esclaviza a otras causas, otros valores.
En pleno siglo XXI, las magnas fechas de historia judía, plagadas de religiosidad y de acontecimientos históricos, nos invitan a reflexionar nuestro papel como individuos, como familia, sociedad y nación. La esclavitud que significa estar sumidos en la modernidad nos aleja un poco, o mucho, de nuestra condición y nuestro rol como seres humanos en busca de un mundo siempre mejor. Los faraones de nuestros días asumen formas y disfraces que no acertamos a descubrir. Confundimos la libertad con formas algo escondidas de sometimiento virtual y real.
Cuando nos aproximamos a celebrar la Fiesta de la Libertad este año 2025, 5785 en el calendario hebreo, tenemos una situación que nos amarga y deprime. Cincuenta y nueve secuestrados, entre vivos y muertos, tienen más de quinientos días en esas condiciones. La libertad de unos no es completa si hay quienes no disfrutan de esa condición. En este caso, los secuestrados. En muchos otros, los oprimidos por situaciones injustas y que requieren solución, la misma que parece nunca llegar.
Entre fechas y reflexiones, nos damos cuenta de que no somos tan libres como debiésemos, ni como a veces pensamos que somos. Los faraones invisibles nos someten… por falta de fechas para reflexionar.-
Elías Farache S.
30 de marzo de 2025