El Papa aparece en el Domingo de Ramos: «Ante la injusticia del mal llevar la cruz nunca es en vano»

Leonardo Sandri, prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, presidió la celebración del Domingo de Ramos de este 13 de abril en la Plaza de San Pedro del Vaticano, sustituyendo así a un Papa Francisco que ya anunció que no dirigiría las celebraciones de Semana Santa.
Durante la ceremonia, en la que el Papa hizo acto de presencia, el cardenal leyó una homilía escrita por el pontífice que invitaba a contemplar los rostros de los soldados, las lágrimas de las mujeres y, especialmente, a un desconocido “cuyo nombre entra en el Evangelio de improviso, Simón de Cirene”, que regresaba en ese momento del campo, pasaba por ahí, y se vio envuelto en una situación inquietante, como el pesado madero cargado sobre sus espaldas.
Llamó la atención en primer lugar sobre el “doble significado” del gesto del Cireneo, que en primer lugar “es forzado a llevar la cruz” y “no ayuda por convicción, sino por obligación”.
Por otro lado, agregó, “se encuentra en primera persona participando en la pasión del Señor. La cruz de Jesús se convierte en la cruz de Simón”. Un Simón que “hace, pero no dice: entre él y Jesús no hay ningún diálogo, no se pronuncia ninguna palabra. Entre él y Jesús sólo está el madero de la cruz”.
En este momento, el pontífice se pregunta en su homilía si el Cireneo “socorrió o detestó” a Jesús y para ello y entender si con él “llevó o soportó la cruz”. Para ello, invitó también a meditar que, “mientras el corazón de Dios está a punto de abrirse, traspasado por un dolor que revela su misericordia, el corazón del hombre permanece cerrado. No sabemos qué hay en el corazón del Cireneo”.
“La cruz de madera, que el Cireneo sostiene, es la de Cristo, que carga con el pecado de todos los hombres. La lleva por amor a nosotros, en obediencia al Padre, sufriendo con nosotros y por nosotros. Este es precisamente el modo, inesperado y desconcertante, en el que el Cireneo se ve involucrado en la historia de la salvación, donde ninguno es extranjero, ninguno es ajeno”, menciona la homilía del pontífice.
Habla en último lugar de “los pasos” de Simón, llamando la atención ahora de que “Jesús sale al encuentro de todos” y que, al contemplar a quienes manifiestan su odio y violencia camino del Calvario, “Dios transforma este camino en lugar de redención, porque lo recorrió dando su vida por nosotros. Frente a la atroz injusticia del mal, llevar la cruz nunca es en vano, más aún, es la manera más concreta de compartir su amor salvífico”.

El cardenal Sandri, Vicedecano del Colegio Cardenalicio, presidió la celebración del Domingo de Ramos.
Francisco concluía su escrito remarcando que la pasión de Jesús que se celebrará a partir de este domingo “se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, cuando levantamos al que está caído, cuando abrazamos al que está desconsolado”.
Para experimentar este gran milagro de la misericordia, terminaba la homilía, “decidamos durante la Semana Santa cómo llevar la cruz; no al cuello, sino en el corazón. No sólo la nuestra, sino también la de aquellos que sufren a nuestro alrededor; quizá la de aquella persona desconocida que una casualidad hizo que encontráramos. Preparémonos a la Pascua del Señor convirtiéndonos en cireneos los unos para los otros”.
Al finalizar la Misa de este Domingo de Ramos, el Papa Francisco reapareció en público por tercera vez desde que regresó al Vaticano del Hospital Gemelli de Roma el pasado 23 de marzo. Desde el altar de la Plaza de San Pedro y tras saludar a los fieles, el Santo Padre deseó un buen Domingo de Ramos y buena Semana Santa.-