Cultura Católica

¿Por qué colocaron un libro abierto sobre el ataúd del Papa Francisco?

La presencia de un libro abierto colocado sobre el ataúd del Papa Francisco puede haber sorprendido a más de una persona. Éste es el Evangelio y su presencia no es para nada insignificante

La celebración de los funerales del Papa Francisco, esta mañana de sábado 26 de abril, en la plaza frente a la Basílica de San Pedro, reunió a unas 250 mil personas, sin contar los millones de fieles presentes en oración. Al colocar el féretro delante del altar al inicio de la celebración, sobre la tapa de madera se colocó un libro abierto, el Libro del Evangelio. Un gesto que quizá haya sorprendido a más de uno, pero cuyo significado es profundo.

Cristo en medio de la Iglesia

El libro que contiene los Evangelios, relatos de la vida de Jesús. En el funeral de un Papa, el Vaticano prevé que el libro del Evangelio se coloque sobre el ataúd de esta manera. De todos los libros litúrgicos, éste es el más venerado.

Representa a Cristo, el Verbo hecho carne, presente y enseñando en medio de la Iglesia reunida. El libro del Evangelio recibe los mismos honores que la Eucaristía, desde el incienso hasta las antorchas, pasando por los besos y las reverencias.

Durante la ordenación diaconal, el ordenando es invitado a tocar el libro del Evangelio como signo de su misión de proclamar la Palabra de Dios.

En la ordenación episcopal, el Libro del Evangelio es impuesto sobre la cabeza del ordenando por dos diáconos durante toda la oración consacratoria; este gesto significa que el Espíritu Santo toma plena posesión de la persona del ordenando.

El libro del Evangelio abierto sobre el féretro del Papa Francisco ilustra esta presencia del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios que continúa más allá de la muerte.

Bajo las lentes de cámaras de todo el mundo, las páginas del Evangelio abierto fueron pasadas por la brisa que soplaba en la Plaza de San Pedro el 26 de abril, al final de la misa funeral por el 266° Papa. La imagen impactó, como un recuerdo revivido, veinte años después del entierro de Juan Pablo II, el 8 de abril de 2005.

Todos los observadores de la época habían descrito entonces las mismas páginas con las que había jugado el viento, divirtiéndose algunos al ver en ellas el soplo del Espíritu Santo.

Agnès Pinard Legry – publicado el 26/04/25-Aleteia.org

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba