¿Cómo es la acción del Espíritu Santo en la Iglesia?
Es necesario que confiemos en que lo que ocurre dentro de la Iglesia es parte del plan de Dios y que el Espíritu Santo es quien la custodia

El Espíritu Santo, como tercera persona de la Santísima Trinidad, habita entre nosotros e ilumina a la Iglesia para que actúe de acuerdo con la voluntad de Dios. Está con cada uno desde que recibimos el Bautismo y ahí permanece mientras no cometamos pecado mortal.
El Espíritu Santo vive en nosotros
Además, ruega al Padre por nosotros con amor indescriptible:
«Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rom 8, 26).
Pero nos falta fe para creer plenamente en la palabra de nuestro Señor Jesucristo. Él dijo a sus discípulos:
«Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré… Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce» (Jn 14, 14; 16-17).
¿Qué nos hace falta para entender que Dios nos ama infinitamente? Ya murió y resucitó por nosotros, nos ha dejado su Iglesia y los sacramentos, y por si fuera poco, el mismo Dios Espíritu Santo permanecerá siempre con nosotros. Y aunque no lo veamos, Él actúa.
La acción del Espíritu Santo
Dice el Catecismo de la Iglesia católica:
«El que ‘habló por los profetas’ nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos ‘desvela’ a Cristo ‘no habla de sí mismo'» (Jn 16, 13).
Su acción es tan discreta que por mucho tiempo fue el «Gran Olvidado«, sin embargo su acción mantiene viva a la Iglesia y la mueve a la santificación.
Hay varias maneras de saber que el Espíritu Santo está en todo lo que hace la Iglesia; habla y actúa a través de sus miembros y por eso sabemos que existe:
– en las Escrituras que Él ha inspirado;
– en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales;
– en el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste;
– en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo;
– en la oración en la cual Él intercede por nosotros;
– en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia;
– en los signos de vida apostólica y misionera;
– en el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación.
Confiemos plenamente en que el Espíritu Santo sabe lo que necesita la Iglesia y dejemos todo en sus manos.-
Mónica Muñoz – publicado el 03/05/25-Aleteia.org