Empobrecimiento generalizado

Gehard Cartay Ramírez:
El terrible legado del régimen chavomadurista, luego de un cuarto de siglo de pésima gestión, ha resultado ser el empobrecimiento generalizado de los venezolanos.
Se trata de una tragedia colosal y de algo que sin duda alguna podría catalogarse como un crimen de lesa humanidad: hoy la clase media se ha empobrecido vertiginosamente y los pobres son más pobres que antes. Esa es la verdad, lamentablemente, como lo comprueban todas las encuestas de opinión y los diversos estudios socioeconómicos, entre ellos, el último publicado por Provea esta misma semana, según el cual “una familia necesita 283,67 salarios mínimos para los 60 productos de la Canasta Alimentaria Familiar”.
Agrega este reciente estudio que “el poder adquisitivo del salario mínimo es de apenas 0,4 por ciento” y que “130 bolívares es un salario de hambre que afecta todas las conquistas laborales”. Informa también que para marzo de 2025 el valor de la Canasta Familiar, en relación con el salario mínimo, es de 526,86 dólares, según cálculos de Cendas/FVM.
Todos sabemos igualmente que el régimen acabó con los salarios dignos en Venezuela y que, desde 2022, el salario mínimo se encuentra estancado en apenas 130 bolívares. Todos estos datos muestran una desgarradora y trágica realidad: el empobrecimiento generalizado de la gran mayoría de los venezolanos, mientras que simultáneamente la cúpula en el poder se ha enriquecido groseramente.
Este es un cuadro injusto y trágico en una Venezuela que todavía cuenta con inmensas riquezas naturales, a pesar del saqueo, la depredación y la corrupción que la afecta desde hace varios años. Un cuadro que demuestra palmariamente la destrucción de un país que en el pasado fue considerado, con razón, entre las naciones latinoamericanas y del resto mundo, una potencia en todo sentido, cuya población percibía un ingreso per cápita importante y su moneda llegó a ser una de las más sólidas, después del dólar estadounidense.
A partir de la década de los años cuarenta del siglo pasado y hasta mediados de la primera década del actual la clase media venezolana prosperó en todo sentido, llegando a ser una de las más sólidas en Latinoamérica y el mundo. Su crecimiento fue notable en lo social, en lo educativo, en lo cultural y en lo económico, siempre en una línea de ascenso social sostenido y continuado durante casi seis décadas.
Igualmente, la pobreza decreció durante casi todo este tiempo, especialmente si se la compara con el legado de la dictadura gomecista que culminó en 1935. Y aunque es justo afirmar que no fue erradicada como debió serlo, sin embargo se registró una mejoría notable e indiscutible, no sólo en materia de salarios y beneficios laborales, sino también en cuanto a vivienda, salud, educación, servicios públicos y mejores niveles de calidad de vida en general, hoy liquidados por las políticas empobrecedoras del actual régimen.
Fue así como los hijos de la clase media y de los pobres pudieron estudiar en escuelas, liceos y universidades públicas, formándose una nueva clase profesional y técnica muy valiosa, así como también en los sectores de oficios y de mano de obra especializada, todo lo cual incidió en el mejoramiento general de la población y de la economía venezolana.
Todo aquello hoy sólo es un buen recuerdo de un tiempo mejor que el actual desde todo punto de vista, pues asistimos a una reversión criminal de los indiscutibles logros y conquistas que alcanzaron los venezolanos entre 1940 y 2000 bajo diversos gobiernos y que se potenciaron a partir de 1960.
Ahora asistimos a un empeoramiento de nuestra calidad de vida. Al empobrecimiento general que azota a la gran mayoría hay que agregar el incesante alto costo de la vida, el hambre y la precaria alimentación en algunos sectores más pobres, la creciente desnutrición infantil, las enfermedades, el deterioro indetenible de nuestro signo monetario, los pésimos servicios públicos -hoy paradójicamente más caros que cuando funcionaban con alguna eficiencia-, los hospitales quebrados e infuncionales y la gravísima crisis educativa a todos los niveles en lo que será, desde ya y a futuro, una nueva tragedia, entre otros gravísimos problemas.
La verdad es que Venezuela ha retrocedido al menos 100 años bajo el chavomadurismo. Hemos regresado a etapas más propias del siglo 19 y principios del siglo 20, a pesar de que estamos en la tercera década del siglo 21. Esa es la tragedia que nos trajo el presente régimen, cuando deberíamos hoy estar más cercanos al desarrollo pleno y a una etapa de bienestar y progreso que, lamentablemente, fue interrumpida en estas últimas décadas.
Mientras tanto, el régimen intenta desviar la atención convocando unas supuestas elecciones -convertidas, al final, en simples adjudicaciones de cargos, conforme lo decida la cúpula en el poder- que no resolverán ningún problema, mientras la debacle nacional se agudiza cada día.
Miércoles, 07 de mayo de 2025.
Imagen CGT Cantabria
Publicado por lapatilla.com