Lecturas recomendadas

La compasión humaniza

“La compasión requiere de gestos concretos”

Luisa Pernalete:

Hace unos días, el papa León XIV, en una de sus “catequesis de los miércoles” en la plaza de san Pedro, habló sobre la compasión, necesaria y urgente, lo de urgente lo ponemos nosotros. Dijo que “antes que ser creyentes, estamos llamados a ser humanos”. Sólo eso ya supone una gran reflexión para los que nos consideramos “creyentes”. Y agregó el Papa que, “Antes que un acto religioso, la compasión es un acto de humanidad”.

Y fue dando detalles de los encuentros que los humanos tenemos hoy: “nos encontramos frente al otro, frente a su fragilidad y su debilidad, y se puede decidir entre el acercarse a ese otro o hacer como si nada”. Toda la reflexión muy interesante y lo pone a uno a pensar, solo recogimos algunos elementos, muy pertinentes para toda la humanidad, pero ¿qué tal si la aplicamos aquí, a los venezolanos? “La compasión requiere de gestos concretos”.

Recordó la parábola del buen samaritano, que relata que un hombre iba a Jericó, en la carretera lo abordan unos maleantes, lo atracaron, lo golpearon y lo dejaron casi muerto tirado en el camino. Pasaron un sacerdote y un levita, pero iban con mucha prisa, asuntos “muy importantes” para ellos, más importante que ayudar a ese hombre moribundo; y luego pasó un samaritano, para aquel tiempo, una persona de un pueblo considerado despreciable, y ese si se detuvo frente a ese herido, le ayudó, le curó, se hizo cargo pues. El samaritano fue compasivo, se comportó de manera humana con ese “hermano” que no conocía, pero tuvo compasión y actuó.

Esa parábola siempre nos tiene que llamar a la reflexión sobre cómo nos estamos comportando los venezolanos – creyentes o no – ante tantos “heridos” que están en nuestros caminos. Basta con mirar una esquina en cualquier avenida de cualquier ciudad: niños, adolescentes, jóvenes y adultos ofreciendo limpiar los parabrisas de los carros, para poder comer; discapacitados en sillas de ruedas vendiendo, chucherías ante la orfandad de tanto joven con condiciones como esa de no poder caminar; madres con hijos pequeños pidiendo, de  paso, niños que deberían estar en las escuelas estudiando; ancianos y jóvenes hurgando en bolsas de basura algo para comer, como los que se pueden ver a escasos metros del Ministerio del Poder Popular para le Educación, e Caracas…  Mucha gente pasa al lado de todos estos “heridos”, y la mayoría, como el sacerdote y el levita, con mucha prisa, como para detenerse ante alguno de los “heridos”.

Pero añadamos otros “hermanos heridos”, que no están en las calles, como es el caso de tato anciano que está sumido en la soledad, ante la salida del país de sus hijos, nietos…En un informe reciente de la asociación Civil Convite, citado Euseglimar Gonzáles, (La Prensa de Lara, 28/05/25, p.2), se destaca las precarias condiciones de muchos adultos mayores en Venezuela, aunque tengan algún apoyo familiar, e incluso si reciben remesas, pero pueden sufrir de ansiedad, tristeza. Datos como que, en el 2020, según Convite, aproximadamente 600 mil adultos mayores vivían solos en Venezuela… Las cifras varían según los estados, pero lo cierto es que la soledad están dentro de los sufrimientos que hiere a muchos venezolanos, con pensiones que ya sabemos que no da ni para lágrimas artificiales.

Las” prisas” de esta vida llena de preocupaciones, carreras, nos pueden volver ciegos ante muchos heridos tendidos en el camino.

No olvidemos a los “heridos” de la propia familia. Michos niños, niñas y adolescentes se están sintiendo muy solos a pesar de tener familia, muchos dejados en manos de los celulares, tabletas… “Escáchame con los ojos”, me contó una madre, que su hijo de 9 años le había dicho a su papá. Que no soltaba su celular mientras él le explicaba algo que le había pasado en el colegio. Los hijos son “el prójimo” de los padres. Compasión con ellos es urgente también.

Volviendo a las palabras del Papa, la compasión nos humaniza, la compasión requiere de gestos. Saludar a esos ancianos solitarios, visitarles y escucharles, extender la mano a esos hambrientos que están en la calle, sonreír a quienes nos atienden, ya es ser humano y compasivo.

Una amiga me comentaba el otro día que varios días a la semana, cuando sale a hacer diligencias, le lleva una fruta, o una arepa, a un anciano que está en silla de ruedas, que sabe que duerme en la calle, en un pasillo de un centro comercial. Ella siempre anda apurada con mil tareas, pero se preguntó cuántos minutos podía tardar en acercarse con una fruta o cualquier alimento a ese anciano enfermo, y se contestó que eran pocos… Y dice que ya el anciano cuando le ve, le sonríe, es su manera de agradecer.

Ciertamente hacen falta “samaritanos” … Y hay mucha gente buena que tal vez con una pequeña reflexión se sumen a ser “samaritanos” y no comportarse como aquel sacerdote, aquel levita de la parábola mencionada. Seguro que Ud. encontrará algún gesto concreto de compasión ante tanto herido en el camino. No podremos arreglarlo todo, pero si dulcificar días a algunos, mientras también nos ocupamos de mirar más a largo plazo e ir reconstruyendo el tejido social venezolano.-

29/05/25

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