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Hablar mal del prójimo es “canibalismo”, advierte cardenal argentino

"El verdadero peligro no es el conflicto, sino tener miedo a “no ser capaces de mirar a los ojos a los demás y no reconocer en ellos la dignidad de la persona"

«¿En qué momento hemos naturalizado el canibalismo?» La pregunta del Cardenal Ángel Rossi, Arzobispo de Córdoba (Argentina), resuena con fuerza al citar un artículo del jesuita español Genaro Ávila, donde se compara el hábito de hablar mal del prójimo con “comer carne humana”.

“Donde dos o tres se juntan, hay diversidad y puede haber conflicto”, señala el purpurado en una columna publicada en el diario La Voz. Sin embargo, advierte que el verdadero peligro no es el conflicto, sino tener miedo a “no ser capaces de mirar a los ojos a los demás y no reconocer en ellos la dignidad de la persona”.

Rossi exhortó a no caer en la “ley del hielo” ni levantar muros que nos aíslen de quienes piensan distinto. “No caigamos en la tentación de la maledicencia, de la murmuración y del canibalismo”, recomendó.

“¿En qué momento hemos naturalizado el canibalismo? ¿En qué momento la costumbre de hablar mal de los demás se ha hecho más fuerte que el mandamiento del amor que tiene su primera manifestación en el respeto?”, cuestionó el purpurado.

«Hablar mal del prójimo, sea quien sea y aunque lo que diga sea verdad, es comer carne humana», afirmó.

“La maledicencia es el pecado de los cobardes; de aquellos que no tienen el valor moral suficiente, ni la caridad necesaria para hacer a los hermanos una corrección fraterna y frontal, como nos lo pide el Evangelio”, subrayó. Y añadió que “la maledicencia es la consolación de los mediocres. Es signo de insatisfacción, de disgusto de sí mismo, proyectado sobre los otros”.

Finalmente, animó a usar las palabras no para «combatir, aplastar, humillar, ofender», sino «para animar, curar heridas, deshacer el hielo que aprisiona a tantas existencias, para buscar un sendero de acceso a soledades desesperadas, desclavar puertas cerradas, echar una mano a alguien que ya no puede más».

“Hay que volver a usar palabras de ánimo, sabiendo que animar significa dar vida a las personas, devolver el aliento y esperanza a quien está desanimado”, alentó.

Citando al sacerdote y teólogo holandés Henry Nouwen, concluyó diciendo que “una palabra buena hace bueno incluso a los malos, y una palabra mala hace malo incluso a los buenos”.

“Antes de hablar la próxima vez, nos detengamos un momento para examinarnos y, si hemos comido carne humana hablando mal del hermano, que tengamos el valor de arrepentirnos y pedir perdón”.-

Julieta Villar

Julieta Villar/Aciprensa

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