Card Porras en la UPEL: «Tomar conciencia de que la educación es tarea de todos es un reto pendiente»

PALABRAS DE AGRADECIMIENTO EN EL ACTO DE CONFERIMIENTO DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA DE PARTE DE LA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR -UPEL- AL CARDENAL BALTAZAR ENRIQUE PORRAS CARDOZO. Caracas, 22 de julio de 2025.

Sr. Rector y demás autoridades y personal de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Apreciados amigos
Siento la obligación de confesarles que me encuentro muy a gusto y agradecido en esta casa del saber por razones que expondré a continuación. Vienen muy a cuento las estrofas del himno “Que una viva lección de esperanza brote siempre del pecho jovial, para hacer con arcilla de espíritu nuestro pueblo inmortal. Las ideas redentoras jamás podrán morir, moral y luces somos forjando el porvenir”.
Recibo este doctorado no por mis méritos sino por la razón de ser de esta Universidad. Como bien nos recuerda San Pablo en la carta a los romanos: “No tengan ustedes mismos un concepto superior a lo que es justo. Abriguen sentimientos de justa moderación cada uno en la medida de la fe que Dios le ha dado” (cap. 12).
La vida es el arte del encuentro, repetía con frecuencia el Papa Francisco. La existencia de cada uno de nosotros nos pone ante las exigencias de la vida para ser ciudadanos útiles a la sociedad, no para vanagloriarnos y sentirnos superiores sino para ser parteros del bien, de la ciencia, de las virtudes y valores que dignifican al ser humano. Por exigencias de mi obispo Mons. Miguel Antonio Salas, de feliz memoria, me inscribí en los cursos del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio en la especialidad de Geografía e Historia para poder representar ante las autoridades educacionales varios colegios que carecían de directores con las credenciales exigidas por la ley. Ello me permitió haber estado al frente de instituciones de preescolar, primaria, secundaria, normal, y más tarde, de educación superior.
Cuando hay que compaginar las obligaciones ordinarias con el estudio valora uno de manera distinta la adquisición de conocimientos y destrezas. Mis primeros estudios superiores los realicé en la Universidad Pontificia de Salamanca a la que debo la herencia de los grandes hombres que desde los albores del encuentro con el nuevo mundo tuvieron la intuición de la condición humana de los seres que vivían en el nuevo continente. Francisco de Vitoria, Diego Báñez, Domingo de Soto, dominicos; más tarde Francisco Suárez, jesuita, y tantos otros a los que sumo los que fueron mis maestros hace unas décadas, la capacidad de poner en alto la igual dignidad de las personas, sin otra distinción sino la lucha por la justicia y la equidad. La ciencia y la investigación tienen sentido si elevan la condición moral y ética de las gentes. Si no, se convierten en un arma de dominación y exclusión. La comprensión del hombre cambia con el tiempo, como también cambia la forma que tiene de percibirse y expresarse. Del mismo modo la conciencia de los hombres se profundiza. Pensemos cuando la esclavitud se admitía o la pena de muerte, o la restricción de las libertades, no suscitaba ningún problema. Hoy, es inadmisible y no es solución frente a la violencia. Así pues, en la comprensión de la verdad se crece.
La UPEL es la expresión de la madurez que también surgió en Venezuela para la formación integral de docentes. Si bien, a lo largo de nuestra historia patria ha habido proyectos educacionales, no es menos cierto que no se ha logrado el acceso de toda la población a una educación formal que garantice la superación personal, pero, sobre todo, el aporte significativo a la mejora social de vida de todos los venezolanos. En el primer lustro de los años setenta del siglo pasado, los que estudiábamos por Mejoramiento Profesional, tuvimos la suerte de contar con excelentes docentes procedentes de la Universidad Central de Venezuela y del Pedagógico de Caracas.
El sudor y el sacrificio que supuso dar cuenta de las exigencias, que no eran pocas, permitió la superación personal pero también la superación de los centros de educación diseminados por todos los rincones del país con lo que habíamos aprendido para obtener los títulos que convirtiera también en docentes de calidad con sentido social de formar mejores hijos de nuestra tierra. Ello hizo que quienes fuimos delegados de curso de las distintas especialidades nos presentamos en varias ocasiones ante el despacho del ministro de educación para solicitar la elevación a educación superior del Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio. Esto se logró, a Dios gracias, con la creación de la UPEL el 28 de julio de 1983, por el presidente Luis Herrera Campins, de lo que se benefició también el Instituto Universitario Pedagógico Monseñor Rafael Arias Blanco.
Tomar conciencia de que la educación es tarea de todos es un reto pendiente. Es parte también de los desafíos que la Iglesia en Venezuela ha asumido, con muchas limitaciones, pero con el coraje de saber que tenemos que ser promotores y protagonistas del bien de la educación. Esto nos exige como creyentes despertar la conciencia de personas e instituciones para que asuman su misión educadora con el compromiso de la recuperación moral de la gente y proponer con vigor valores que responsan a la visión cristiana de la persona y de la sociedad (Concilio Plenario de Venezuela, documento “la Iglesia y la educación, n. 115).
Responder a los interrogantes y a la emergencia que vive el mundo de hoy es una exigencia de la universidad. Hay que superar la amenaza del estancamiento. Convertirse en corporaciones pesadas y defensivas en relación con la evaluación y la crítica, instituciones que operan con retraso histórico en relación los debates de la época. En otras palabras, convertirse más en lugares de autopreservación que de renovación. Ante la crisis que atraviesa la educación a todos los niveles entre nosotros, es un toque de alarma para ser faro de luz y no sombra de atraso.
Por ello, apreciadas autoridades de la UPEL y queridos amigos que me acompañan recibo esta honrosa distinción con el compromiso de seguirme sumando a las iniciativas que lleven a dar más y mejor educación a jóvenes y adultos, docentes o investigadores, luchadores sociales y promotores de la dignidad de los excluidos de la sociedad para que tengamos un país mejor y más justo, con la esperanza de ser sembradores del bien. Es lo que deseo ardientemente para todos. Muchas gracias.-




