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Íngrimo y solo

     El antropocentrismo conduce al relativismo. Si todo depende de mi punto de vista, el horizonte es muy estrecho

Rafael María de Balbín:

               Hay en el ser humano una enorme capacidad de relación con los demás., y también la terrible posibilidad de encerrarse en sí mismo, de refugiarse en un calabozo voluntario. “El que se cierra a Dios, tarde o temprano terminará por aborrecerse a sí mismo, porque no descubrirá la ternura del Padre, su mirada buena y afable. Descubrir eso es el camino más seguro para aceptarse tal como se es, con las propias carencias y límites. El rechazo de Dios lleva al rechazo de uno mismo”. (Jacques Philippe. Llamados a la vida (Appelés á la vie)

El antropocentrismo conduce al relativismo. Si todo depende de mi punto de vista, el horizonte es muy estrecho. “Creo que hay una ley absolutamente inevitable y la evolución de nuestra cultura después de unos siglos, me parece que demuestra eso. El hombre moderno tiene una terrible dificultad para amarse a sí mismo. La profusión de tratados psicológicos sobre el desarrollo personal y la adquisición de la autoestima, es un signo elocuente de eso. Los invito a que busquen en Google (sitio para buscar en Internet) “autoestima”, y verán la cantidad de resultados: ¡un millón cuatrocientas mil páginas, sólo en francés! Aparece allí lo mejor y lo peor” (Idem).

Sólo si el hombre acude a Dios, descubre desde su pequeñez la grandeza del Amor y de la ayuda de Dios. “No creo para nada conveniente un retorno a la Edad Media, pero estoy convencido de que el hombre del siglo XIII no tenía tantos problemas para amarse a sí mismo. Estaba convencido de que era una criatura de Dios, ciertamente pecadora, pero digna de amor y de redención. Era capaz de cometer grandes estupideces, pero creía en la posibilidad de redimirse“ (Idem).

El problema tiene raíces culturales, con varios siglos de desarrollo. “En los siglos XVIII y XIX, se ha rechazado a Dios, con la ilusión de pensar que así también se eliminaría la culpabilidad, y que finalmente el hombre sería libre y feliz. Se ha olvidado una cosa: sin Dios el hombre está solo para soportar el peso de sus angustias, de sus miserias y de sus faltas. Si no hay Dios, no hay perdón ni misericordia. Hoy en día, cada uno está un poco condenado a tener logros en su vida, sin perdón posible, en el caso de que fracase. El hombre no puede absolverse a sí mismo, a pesar de todos los intentos que haga para ello, incluso con una armada de psicólogos para desculpabilizarlo. La auto-estima necesita un fundamento: la certeza de que, paso lo que pase, soy amado y puedo amar. Esa certeza sólo puede ser absolutamente garantizada por Dios” (Idem).-

(rbalbin19@gmail.com)

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