San Pedro de Los Altos: riachuelos y pozos, colinas y caminos

Horacio Biord Castillo:
San Pedro de Los Altos es un pueblo de ríos y caminos, un pueblo de montañas y campos cultivados, que se mueve lento y seguro al pie del Parque Nacional Macarao. Se asienta en un valle estrecho, cercano a Los Teques, capital del estado Miranda. El pueblo le da nombre al río, que en Las Adjuntas, ya en el distrito Capital, se une al Macarao y juntos forman el Guaire, que recorre la ciudad de Caracas, dividiéndola en norte y sur. En su tránsito de oeste a este, alcanza Petare y El Llanito y, por allí, se desprende en cascadas envueltas en olvido y misterio. Llega luego a Santa Teresa del Tuy, bordeando las tierras de Mariches, y le cae entonces al río Tuy, que nace precisamente detrás de las montañas de San Pedro. Así se vuelven a unir las aguas de las mismas lluvias, los estrépitos de los mismos truenos y las luces del mismo cielo, en el agua duplicadas.
Los antiguos caminos se elevaban por las laderas de San Pedro y conectaban con los Valles de Aragua, con las montañas de El Jarillo y la Colonia Tovar y se acercaban a la costa por Carayaca y Tarmas.
Como dice Lucas Guillermo Castillo Lara en su hermoso libro Una tierra llamada Guaicaipuro (Los Teques: Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos N° 54, Colección Cecilio Acosta, N° 1, 3ª ed.), obra que suma historia, crónica y poesía: “San Pedro había comenzado su historia primero que todos los demás pueblos de los Altos. Sin embargo, fue quizá de los últimos en independizarse como entidad autónoma. Su historia arranca de los primeros días de la conquista del Valle de Caracas, con el nombre que le dieron a su riachuelo, y el oro que sus Arenas arrastraban” (p. 177). Se trataba de pequeñas cantidades de oro aluvial, insignificante en volumen pero que tanto alimentó las aspiraciones y los sueños desbordados, las apetencias afiebradas, de los conquistadores.
Sobre la estratégica ubicación de San Pedro o su vocación de caminos, apunta Castillo Lara: “Desde los primeros tiempos San Pedro fue sitio de tránsito. Desde el valle de Caracas a los Valles de Aragua, el camino pasaba por estos rumbos. Por aquí también atravesaba un camino que se empinaba por la serranía y Norte Franco iba a tener al mar, allá por Carayaca. Era una senda india, y fue muy empleada en lejanos tiempos, por los españoles” (p. 178). Acertada la visión del historiador sobre las sendas de los indios, caminos que subían y bajaban la serranía y comunicaban las aldeas y los paisajes y pisos térmicos, cuyos recursos aprovechaban los indígenas. Se trataba de sendas y trochas que facilitaban el intercambio comercial y de información, así como visitas familiares y la prestación de servicios rituales.
Como sostiene Castillo Lara, “El sitio comenzó a poblarse, primero junto al río y luego en los aledaños del camino. Las casas dispersas se encaramaron, por Garabato y Lagunetas, Los Pocitos y Las Guamas, Pozo de Rosa. En el hondón del vallecito nació la pulpería que fue también posada. Luego surgieron otras casas en el costado de la colina. Después vino la Capilla. Pero su poblamiento fue muy lento. Estaba unido a Macarao, tanto civil como eclesiásticamente” (pp. 178-179). En 1777 monseñor Mariano Martí dispone que pase a depender del recién creado curato de Los Teques, lo cual objeta el cura de Macarao y tarda en cumplirse la disposición del obispo (p. 180).
La pluma de Castillo Lara delinea la historia de San Pedro: “Cuando se abrió la carretera de Caracas a los Valles de Aragua, el antiguo camino de recuas que pasaba por San Pedro, se extinguió. Todavía hoy entre el monte se ven sus muertos cangilones sobre la tierra. El pueblo dejó de ser tráfico y posada, y se convirtió en final de camino. Se recogió dentro de sí mismo y vivió desde entonces enclaustrado de colinas. Todavía hoy lo vemos así. Aldea de verdes y silencios, con sus tres calles trepando la colina donde está la iglesia” (p. 182).
La construcción de la Carretera Panamericana en 1955 cambió la geo-orientación de Los Altos. San Pedro, como San Diego de Los Altos, quedó al margen. De hecho, ambas poblaciones constituyen parroquias civiles del municipio Guaicaipuro, cuya capital es Los Teques, a diferencia de Carrizal y San Antonio de Los Altos que desde principios de la década de 1980 son municipios autónomos.
Tierra de caminos y de ríos, nos recuerda Castillo Lara, “San Pedro es una región de colinas y montañas que encierra pequeños valles. El río nace más abajo del Topo del Arado. Tiene allí el nombre de quebrada de Garabato, y va saltando por un lecho de piedra. Deja a un lado el Cañaote, y cuando se le une la quebrada de Maturín, comienza el San Pedro. Ahora [se] vuelve manso, se aquieta y despereza. Así le sonríe al pueblo plácidamente, y se va entre boscajes y hierbazales. Más allá, las quebradas de Las Guamas, Las Dantas y San Ramón completan el cauce que pasa por Los Teques” (p. 178).
Los viejos caminos se mantienen, a veces como trochas aún empleadas por los caminantes, otras como memoria. Las colinas siguen llenando los ojos de verdes y ocres, de flores y hortalizas. Las nacientes del río continúan cantando entre pozos y cascadas, como en Las Pailas, La Llovizna y Garabato. Y así, entre siestas y paseos, crecidas y acequias urgidas de agua para los cultivos, impregnan con su aroma de roca, agua y tierra las barbas de los árboles que señorean el bosque circundante.-
Foto: Xavier Villegas Godoy
Publicado en El Nacional. Carcas. Viernes 05 de septiembre, 2025
URL: https://www.elnacional.com/2025/09/san-pedro-de-los-altos-riachuelos-y-pozos-colinas-y-caminos/
Horacio Biord Castillo
Escritor, investigador y profesor universitario
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