De la Democracia en Hispano América
Para superar esta situación la clave no es apelar a un mesías, , muy común en los países subdesarrollados, ni que alguien que venga a salvarnos desde afuera. Esas fórmulas no tienen profundidad ni fortaleza institucional, no curan el problema de fondo: la desorganización y falta de representatividad. La clave está en el fortalecimiento del pluralismo

José Antonio Gil Yepes:
Muy orientador el resumen y los mensajes para reconstruir nuestro presente y futuro que se encuentran en el libro De la Democracia en Hispano América, recién publicado por Santiago Muñoz Machado, Presidente de la Real Academia Española.
Dice que las limitaciones de nuestras democracias actuales vienen desde su nacimiento como repúblicas porque nuestras instituciones no estaban consolidadas al momento de dejar de ser colonias. Por lo que no estaba claro quién (provincias, municipios o naciones) ni cómo ni cuánto debían gobernar. Los primeros fueron los militares que ganaron las guerras. Luego algunos civiles. Pero, después de electos o llegados al poder, todos querían perpetuarse en él, a pesar de llamarse repúblicas.
Dice Muñoz que en todas las nuevas repúblicas se promulgaron prometedoras constituciones liberales; pero ninguna se cumplió. Sin embargo, destaca que, al menos se avanzó en la alternabilidad en los cargos por elección, ocasionalmente y algunos países. Pero este avance estuvo acompañado, en casi todos los países, por un falso pluralismo porque quien en realidad gobernaba no era un consenso de los sectores, sino dictaduras militares o partidocracias civiles. En ambos casos se trata de regímenes de una alta concentración del poder, excluyentes y mayoritariamente corruptas e incapaces de cumplir lo que prometieron.
De allí surgieron golpes de Estado, algunos de derecha, y otros marxistas. Varios de estos últimos fueron derrocados por el intervencionismo de EE.UU., cosa que tampoco contribuyó con el desarrollo institucional, político ni cultural de nuestros países.
Ante esta evolución frustrante, dice Muñoz, ha surgido en varios países un Neoconstitucionalismo caracterizado por 4 rasgos: Democracia Participativa (presentada como participación activa y extensiva, una supuesta reivindicación frente a la democracia representativa partidocrática, incompetente y engañosa). Elegibilidad indefinida del Presidente de la República y otros cargos. Reivindicaciones de los derechos indígenas. Y multiplicación al extremo de los derechos humanos y de programas populistas de asistencia social.
Según Muñoz, todos estos rasgos son utilizados para manipular a los pueblos con el interés de que una pequeña élite concentre y se perpetúe en el poder.
Entonces tuve razón cuando, en 1978, dije en mi primer libro, El Reto de las Élites, que el régimen del Pacto de Punto Fijó se caía si no superábamos la pobreza que genera, no la falta de recursos naturales, sino a falta de una sociedad que funcione como equipo y a falta de un proyecto común entre las élites instalando un sistema político verdaderamente pluralista y no partidocrático, que tome decisiones que nos enriquezcan a todos, en vez de utilizar la pobreza para manipular a los pobres en contra de los ricos. Son precisamente los ricos y los militares los únicos capaces de hacer que las partidocracias cedan cuotas de poder.
En 2008, tampoco me equivoqué cuando publiqué Poder, Petróleo y Pobreza, libro en el que destaqué que, en la llamada V República, 1. las reglas de juego seguían siendo las mismas, 2. Pero más profundas, peores. La única diferencia significativa está en la desalineación de Venezuela de los países desarrollados de Occidente y su realineación con países de Oriente.
Para superar esta situación la clave no es apelar a un mesías, , muy común en los países subdesarrollados, ni que alguien que venga a salvarnos desde afuera. Esas fórmulas no tienen profundidad ni fortaleza institucional, no curan el problema de fondo: la desorganización y falta de representatividad. La clave está en el fortalecimiento del pluralismo. Eso sólo se puede lograr si se unifican y fortalecen sus partes, los grupos de interés y los grupos de la sociedad civil: las cámaras empresariales, los sindicatos obreros, los partidos políticos, las tecnocracias dentro de la administración pública, las iglesias y las ONGs. Ni sueñe que los derechos individuales se pueden hace respetar individualmente, sin el apoyo organizado de quienes tienen los mismos derechos y quieren hacer que se respeten. El poder no se reparte, se conquista, y eso se logra proyectando valores y principios atractivos, para atraer y reclutar a mayorías representativas de nuestros sectores, para organizarlas y movilizarlas en el logro de sus derechos y cumplimiento de sus deberes para con la sociedad. La reorganización pluralista no nos la va a hacer nadie, la tenemos que hacer cada uno de nosotros, articulando y armonizando nuestros intereses y acciones con nuestros homólogos, y aprendiendo a negociar “ganar-ganar” entre los diversos sectores; en vez de jugar al “yo gano-tú pierdes” del poderoso o, peor, al “yo pierdo-tú ganas” de los que se pliegan con tal y “les den algo, o de los que se apartan para que “ni los vean”.-
@joseagilyepes