Testimonios

#Video «No puedo jurar fidelidad a Hitler en nombre de Dios», proclamó ante los oficiales

El martirio en 1944 del beato Josef Mayr-Nusser, padre de familia: «Dar testimonio es nuestra única arma»

Era el 4 de octubre de 1944 y en Konitz, Polonia, formaban unos 70 hombres surtiroleses reclutados a última hora por el Ejército alemán para intentar frenar el avance soviético. Casi todos eran católicos, bilingües en italiano y alemán, de esa zona fronteriza entre Austria e Italia.

Tras algunas semanas de formación, llegaba el momento de proclamar públicamente el juramento de fidelidad a Hitler, que incluía la frase: «Te prometo solemnemente obediencia hasta la muerte y que Dios me ayude«.

En ese patio en silencio, ante todos los compañeros y oficiales, se oyó la voz fuerte de Josef Mayr-Nusser, padre de familia de 34 años. «¡Mariscal mayor! No puedo jurar fidelidad a Hitler en nombre de Dios porque mi fe, mi conciencia y mis ideales políticos no me lo permiten», gritó.

El oficial le pidió explicaciones. También preguntó a los reclutas allí reunidos si algún otro aprobaba esa opción. Nadie tuvo el valor de pronunciar ni una sílaba. Después, el oficial invitó a Josef a presentar su objeción por escrito.

Todos volvieron a sus dormitorios. Los compañeros intentaron hacer desistir a Josef. Tenía esposa desde hacía algo más de dos años, y un bebé. «Seguro que Dios no existe un sacrificio tan extremo de ninguno de nosotros; la guerra terminará pronto, retráctate, haz el juramento previsto para mañana», le dijeron.

Pero él respondió: «Si nadie tiene el valor de oponerse al nacionalsocialismo, nunca acabará«.

De Acción Católica y San Vicente de Paúl

Él no era en absoluto afín a la ideología nazi, y era así, sobre todo, como había declarado, por su fe. Ya ocho años antes, a los 26 años, siendo líder juvenil de Acción Católica, había criticado en un texto al Führer alemán, «gran líder que se convirtió en un ídolo con el que esperaban poder salvarse de su miseria».

Cuando Josef Mayr-Nusser decidió significarse, estando en tierra extranjera, en el ejército alemán muy contra su voluntad, pensó en su esposa Hildegard que lo esperaba en casa con su hijito Albert que había nacido hacía poco más de un año. Pero también pensó en los jóvenes de la Acción Católica de Bolzano, a los que había presidido durante diez años. Les había hablado de la libertad, la paz y el amor, valores cristianos todos ellos ajenos al nacionalsocialismo.

Hildegard y él eran grandes lectores. Ambos creían que el cristianismo no debía ser instrumentalizado por los poderes políticos. Juntos habían leído textos de Romano Guardini, filósofo que los nazis espiaban y se mantenía exiliado en un pueblecito. También habían leído las cartas que Tomás Moro había enviado estando preso en la Torre de Londres en el siglo XVI, como ejemplo de su conciencia libre frente al poder de un rey que estaba creando su propia iglesia. También habían leído las homilías críticas con el nazismo del obispo de Münster, Clemens August von Galen, que sería beatificado en 2005 por Benedicto XVI.

Pocos días antes de su grito rebelde, Josef escribió a su esposa Hildegard consciente de que iba a llegar un choque entre fe y política, entre conciencia y poder, entre fe verdadera y paganismo.

«La urgencia de ese testimonio es ya inevitable. Dos mundos han chocado. Mis superiores han demostrado claramente que rechazan y odian lo que para nosotros los católicos es más sagrado e intocable. Ruega por mí, Hildegard, para que en la hora de la prueba actúe sin miedo ni vacilación», le rogó a su esposa.

El beato mártir Josef Mayr-Nusser y su esposa Hildebrand, en su boda, un par de años antes de ser martirizado

El beato mártir Josef Mayr-Nusser y su esposa Hildebrand, en su boda, un par de años antes de ser martirizado

Josef había trabajado con los pobres en la Conferencia de San Vicente de Paúl en Piani de Bolzano. También se había implicado en el único grupo de propaganda antinazi activo en el Tirol del Sur llamado Andreas Hofer Bund, cuyos líderes eran casi todos católicos militantes. Fundado en 1939, fue muy perseguido y casi desmantelado con la ocupación alemana de Tirol del Sur en 1943.

Era un hombre activo, pero no era amigo de escandaleras. Recordaba que Frederic Ozanam, el fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl, «odiaba cualquier actitud ruidosa o jactanciosa y nunca se jactó de su caridad silenciosa y la de sus amigos».

Y, sin embargo, en una revista juvenil católica en 1938, Josef escribió sobre la importancia suprema de dar testimonio por Cristo para transformar el mundo.

«Dar testimonio hoy es nuestra única arma eficaz. Es una cosa insólita. Ni la espada ni la fuerza ni las finanzas ni las capacidades intelectuales de todo esto se nos presenta como condición esencial para construir el reino de Cristo en la tierra. Es algo mucho más modesto y al mismo tiempo mucho más importante lo que el Señor exige: dar testimonio», dejó escrito.

También había escrito con tristeza sobre la debilidad y la inercia de muchos sacerdotes y sectores eclesiales complacientes con el nacionalsocialismo o inertes ante la crueldad. Los llamaba «líderes adormecidos de la Iglesia, de los que aquí también hay demasiados, encerrados en el estrecho horizonte de sus preocupaciones cotidianas y asociativas«. Decía que «en el mundo futuro se forman cada vez más claramente dos frentes opuestos; uno cuyo lema es ‘el mundo para Cristo’ y otro que se ha consagrado a Satanás como guía supremo».

La pasión de Josef  Mayr-Nusser

Tras su proclama de insumisión, fue encarcelado en Gdansk (hoy Polonia), sufriendo raciones de comida más escasas y un frío cada vez mayor en noviembre. En su celda leía la Biblia, pero él acostumbrado a rezar en comunidad y hablar de Dios con otras personas, ya no pudo casi tener momentos de oración con otras personas.

Como en otros casos de objeción de conciencia en la Alemania nazi, el juicio apenas era una farsa con la sentencia ya estaba escrita. No quedan documentos de ese juicio, pero la acusación siempre era la de «desmoralización» (wehrmachtzersetzung), que normalmente se castigaba con pena de muerte en guillotina o la horca.

Sin embargo, por alguna razón, en vez de ser rápidamente ejecutado, se decidió que sería enviado al campo de concentración de Dachau. Tardó en salir y tardó en llegar, varios días de viaje muy duro, con una estancia en el campo de Buchenwald. Los aviones aliados bombardeaban las líneas de ferrocarril. Con frío, hambre y enfermedad, Josef llegó muy débil a Dachau. Un médico nazi lo examinó rápido y lo devolvió a su vagón considerando que no era grave, pero esa noche la bronconeumonía lo mataría.

Sus compañeros le recibieron en el vagón con lágrimas en los ojos. Josef pidió a un compañero que le leyese algunos versículos del Evangelio. Luego, le dejaron rezar solo. Murió en esa madrugada del 24 de febrero de 1945. Lo encontraron muerto con un evangelio, un misal y un rosario en sus manos. Lloraron los prisioneros, pero también algunos soldados alemanes que le habían tratado en ese viaje, que hablarían años después sobre los últimos días de vida de Josef Mayr-Nusser.

Su cuerpo fue trasladado a Tirol del Sur 13 años después, por iniciativa del hermano de Josef, Franz, ayudado por el conde Theobald Khuen y periodista Guido Clementi. Fue beatificado en 2017, 10 años después que Franz Jägerstätter, cuya historia es similar. En su beatificación, el obispo de Bolzano, Ivo Muser, dijo que Josef era un testigo incómodo, también para nuestra época.

Como un homenaje, delegaciones del movimiento cristiano Pax Christi de Italia, Austria y Alemania se reunieron en el ayuntamiento para releer su historia en paralelo a la de Franz Jaggerstater. Albert, el hijo de Josef Mayr-Nusser, abrazó a Maria, la hija de Franz Jäggerstäter, que esa tarde participaba en la esa ceremonia.

Albert dijo que lamentaba que esos mártires hubieran quedado marcados por cierto olvido. Pero dos años después se estrenó la película Una vida oculta, del gran cineasta Terrence Malick, contando la historia de Jägerstätter de forma magistral (el año siguiente, en 2020, ganó en España la Medalla de Mejor Película Extranjera del Círculo de Escritores Cinematográficos, entre otros).

La Espada y la Cruz, historias de católicos que se opusieron a Hitler, en editorial San Pablo

La Espada y la Cruz, historias de católicos que se opusieron a Hitler, en editorial San Pablo

Francesco Comina ha contado el testimonio de Josef Mayr-Nusser en el libro La espada y la cruz (editorial San Pablo), junto con otras «historias de católicos que se opusieron a Hitler». «Mayr-Nusser brilla como un ejemplo de cristiano normal extraordinario, joven, marido, padre, trabajador, comprometido en asociaciones, capaz de incidir con su palabra y su ejemplo en los jóvenes que tenía a su cuidado», señala.-

VIDEO https://youtu.be/EnnUbMdlE8o

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