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La Transfiguración: Signo de Manifestación del Reino

Este es un año interesante para el cristianismo desde el punto de vista de la cristología. Se cumplen 1.700 años de la afirmación dogmática de la realidad cristológica: “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador, verdadero hombre”

Nelson Martínez Rust:

Los Evangelios Sinópticos nos narran un acontecimiento en la vida de Jesús de una importancia muy significativa y que, quizás por su complejidad, no se le toma lo suficientemente en cuenta, pasándolo por alto en nuestra lectura de las Sagradas Escrituras. Nos referimos al hecho de la transfiguración (Mt 17,1-8; Mc 9,2-8 y Lc 9,28-36). Algunos estudiosos creen ver en Jn 12,27-28 y 2 Pe 1,16-18 alusiones a este acontecimiento. Para esta reflexión quincenal tomaremos como texto base el pasaje de Marcos.

Ahora bien, ¿cómo abordar nuestra reflexión? Considero importante analizar brevemente “El Contexto Vital” en el cual se ubica el acontecimiento, para posteriormente pasar a analizar el “Significado Teológico” en vista de alcanzar una aplicación para nosotros, cristianos del siglo XXI.

I.-     El Contexto Vital.

Las narraciones sinópticas, con algunas variantes, reflejan el mismo contexto: La ubicación de la narración es posterior a la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo y al primer anuncio de la pasión. Debemos señalar de entrada que el anuncio de la pasión hay que relacionarlo con la exigencia que Jesús le formula a sus seguidores: “tome su cruz y sígame” (Mc 8,34-38), a cuyo anuncio, y de manera inmediata, prosigue la tajante afirmación de que algunos de sus discípulos presentes habrán de contemplar el Reino en toda su manifestación y poder (Mc 9,1). Es en este contexto vital en donde los sinópticos introducen el relato de la transfiguración.

Pero, para entender de manera correcta el evento, a lo ya señalado,  hay algunas cosas que no debemos olvidar al leer este pasaje y que afectan a todo el Evangelio de Marcos: a.- Que la finalidad para la cual ha sido escrito el Evangelio de Marcos es la de dar a conocer y proclamar a Jesús como el “Mesías” esperado y como “Hijo de Dios”, y b.- Que, para alcanzar esta finalidad, Marcos ha dividido su Evangelio en dos partes: toda la primera parte está encaminada a plantear la interrogante sobre la identidad de Jesús (Mc 1,11; 8,29); mientras que la segunda parte trata de responder a este interrogante teniendo presente el acontecimiento de la Resurrección. Por lo tanto, la Transfiguración debe ser leída, entendida y meditada a la manera de una “epifanía anticipada” o, si se quiere, a la manera de un “anticipo de la Resurrección”. Acontecimiento este fundamental en la vida de Cristo (1 Cor 15,14), por medio del cual se manifiesta su “gloria”, es decir, la prueba fehaciente de que es el verdadero “Mesías” esperado y el “Hijo de Dios”. La Iglesia en su liturgia celebra gozosa “La Transfiguración del Señor” con el deseo de que los fieles cristianos tomemos conciencia de la realidad: “Cristo”.

II.-    La Doctrina.

A.- El episodio de la Transfiguración ilumina no solo el acontecimiento del Bautismo en el Jordán al profundizar más en su sentido teológico, sino que también aclara y profundiza el significado del anuncio de la pasión en Cesarea de Filipo en donde Jesús asume el título de “Siervo doliente” de Isaías en la explicación de su mesianismo. Esto era totalmente escandaloso para los discípulos y para todo el pueblo de Israel: ¿¡Cómo es posible que el Mesías esperado por todo el pueblo de Israel fuera a ser sacrificado a la manera del “Siervo doliente” de Isaías!? ¿¡Cómo es posible que la liberación tan esperada por el pueblo de Israel se llevara a cabo mediante una muerte tan cruel del liberador!? La manifestación anticipada de la “gloria” de este “Hijo de hombre” demostrada en la transfiguración paliaría en parte el escándalo.

         B.- La cita que se hace del salmo (Sal 2,7-8) reconoce en Jesús la realidad Mesiánica tan esperada; como la cita de Isaías (Is 42,1-2) al siervo de Yahveh.

Aventuramos la afirmación siguiente: la presencia de Moisés en la narración pretende subrayar que desde ahora en adelante Jesús tiene que ser escuchado de la misma manera como fue escuchado el profeta creador del judaísmo – Moisés -, ya que Jesús es el nuevo Moisés esperado y bajo esta cualidad de conductor del pueblo de Israel es admitido plenamente por el profetismo del Antiguo Testamento. Por consiguiente, Jesús no ha venido a abolir la Ley sino a darle pleno y total cumplimiento (Hch 3,22 en alusión a Dt 18,15). Jesús sintetiza en su persona las tres grandes formas de mesianismo.

C.-  ¿Cuál es el significado de Elías? Es posible que la mención de Elías tenga por finalidad recordar que el profeta, por el mensaje de verdad que anuncia a los hombres, sea incomprendido y perseguido. La realidad humano-profética de Jesús no puede escapar a su condición de profeta – el portador de la palabra de Dios-Padre -. El escandalo que sufrirán sus discípulos así lo revela. La Pasión y la Muerte de Jesús es el mayor escándalo sufrido por sus seguidores: es interesante comprobar que los testigos de la transfiguración son precisamente aquellos discípulos que presenciaran como testigos la debilidad de Cristo en el Getsemaní. Por esta razón son ellos, precisamente, los escogidos para presenciar la gloria anticipada del “Siervo de Yahveh”.

D.-  En el episodio de la Transfiguración, Marcos nos enseña que Jesús se manifiesta bajo otra forma: manifiesta exteriormente la esencia de su ser, muestra su verdadero ser – ese es el significado de la palabra “Gloria” -.

La transfiguración es la revelación de la majestad divina de Jesús: Él es Dios (2Pe 1,16-18). Jesús les concede a sus apóstoles el poder contemplar su “Gloria” futura: la gloria del resucitado. Esto explica el miedo que sintieron los apóstoles y del cual nos habla el evangelista. Tiene un significado teológico: se trata del miedo sagrado ante la grandeza de Jesús, su maestro. Este anticipo servirá para paliar lo absurdo de la pasión. La pasión debemos verla como un paso: sin muerte, no hay redención. El siervo que sufre es precisamente el “Hijo del Hombre” descrito por Daniel. Pero en la humildad de su condición de siervo radica su grandeza de “Hijo de Dios”. Es curioso observar que para San Juan el trono del reinado de Cristo es la Cruz: “Y yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,32). El misterio de la Cruz, del sufrimiento y de la muerte.

E.- El Evangelio de Juan no nos habla de la trasfiguración. ¿Por qué, ya que es un acontecimiento de trascendencia en la vida del Salvador? La razón debemos buscarla en la perspectiva teológica desde la cual se sitúa el cuarto Evangelio. Para su autor todos los actos de Jesús deben ser considerados desde la perspectiva del Jesús resucitado. Juan trata de descubrir y mostrar a sus fieles, a todo lo largo y ancho de su Evangelio, que el misterio que subyace solapado en el título “Hombre Jesús” es el “Enmanuel” = el “Dios con nosotros”. Para ello es suficiente con acudir a la fe: La fe nos hace ver en el “Hijo de hombre” al “Siervo”; realidades anunciadas ya en el Antiguo Testamento.

Por todo lo visto, de cierta manera es en el hecho de la encarnación y en el transcurrir de la vida terrena de Cristo en donde aparece la gloria del Señor. De esta manera, para San Juan, el rostro meramente humano de Jesús es ya el reflejo – la manifestación – veraz de Dios en la tierra. San Juan es el producto de una teología mejor elaborada.

 

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Este es un año por demás interesante para el cristianismo desde el punto de vista de la cristología. Se cumplen 1.700 años de la afirmación dogmática de la realidad cristológica: “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador, verdadero hombre”. La Iglesia católica en Venezuela ¿cómo ha celebrado esta efeméride? ¿Qué significado tiene Cristo para cada uno de los cristianos venezolanos? En esta coyuntura histórica que vive Venezuela, ¿qué puesto ocupa Cristo? ¿Qué sentido sobre natural le damos al dolor, al padecimiento, al hambre, a la miseria? No es solo veneración a los santos. El que padeció, murió y resucitó por nosotros fue Cristo. Todas las demás manifestaciones religiosas tienen valor en la medida que nos conduce a Cristo. Es necesario y es el tiempo de reformular nuestro cristianismo, sin ideologías, sino a la luz del misterio de un Dios hecho Hombre para nuestra salvación.-

 

Valencia. Septiembre 28; 2025

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