La COP en la encrucijada

Francisco González Cruz:
La COP 30 se inició con grandes expectativas y concluyó peor que como siempre: con una enorme frustración. Pero también existen grandes aprendizajes, como ya lo advertían el Cardenal Pietro Parolin, Secretario del Estado Vaticano, quien insistió en una respuesta ética al cambio climático, y de Ailton Krenak, el único indígena de la Academia Brasileña de las Letras, quien considera que la COP ha sido “secuestrada” por la perspectiva económica.
Ambos coinciden que mientras el enfoque sea de negociación entre intereses políticos, económicos y financieros que consideran al calentamiento global como “la enfermedad” y no como un síntoma de unos problemas mucho mayores, una enfermedad mucho mas grave que la fiebre, es decir, el incremento de la temperatura del planeta que se pueda curar con unos antipiréticos.
El asunto de fondo es que la economía mundial derivó de ser complejo sistema de producción, distribución y consumo para satisfacer las necesidades humanas, a ser un sistema para satisfacer los insaciables apetitos de lucro de unas pocas pero poderosas corporaciones. Si no se cambia ese modelo, no se modifican sus resultados.
La crisis del calentamiento global, de la contaminación de la tierra fundamentalmente por plásticos, el deterioro de la salud humana por obra y gracia del incremento abismal del consumo de “alimentos” ultra procesados, son fruto de ese modelo especulativo de la economía inhumana. Esto está clarísimo en la Carta Encíclica “Laudato si’” del Papa Francisco, mejor que en los miles de documentos de las Naciones Unidas y su multitud de órganos auxiliares.
La enfermedad es sistémica y allí confluyen intereses de todo tipo que sólo una transformación radical de orden ético puede revertir, un asunto que se ve difícil por lo que ha avanzado la cultura del consumo, el crecimiento y la sociedad hedonista. Los resultados están a la vista, el calentamiento global es uno de ellos, súmense la extensión de la pobreza, la exagerada concentración de la riqueza y del poder, la basura en la tierra, en los mares y en el espacio, le desertificación, las guerras, la pérdida de la biodiversidad, la extensión de los no-lugares, el deterioro de la libertad y la democracia, la extensión de la delincuencia y la corrupción, de la producción y el consumo de drogas, y muchos otros males no tienen otros orígenes que este modelo de economía que privilegia el lucro, el consumismo y el espectáculo
Frente a esta dramática realidad, sólo cabe una transformación cultural, o ética, o espiritual, que lleve al convencimiento de que este modelo o miope sistema debe ser sustituido por otro radicalmente distinto, basado en la idea que los humanos formamos parte de un sistema mayor, el planeta y el universo, cuya lógica va en sentido contrario el del derroche, que es antinatural.
El sistema lineal de «tomar, hacer, desechar» es lo contrario del modelo circular de la lógica ecológica fundamental. Sin esa base filosófica, o ética, o espiritual, todas las cumbres no tendrán otro final que ponerle pañitos calientes a una enfermedad que puede ser terminal para la especie humana. Serán meros “antipiréticos” para una enfermedad que va mucho más allá de una fiebre pasajera.-




