Luces encendidas, luces apagadas
La luz es algo difícil de encender, luego es complicado de mantener. Las causas justas son muchas veces difíciles de imponer

Elías Farache:
Janucá es una celebración de la victoria contra las estadísticas. Los pocos se imponen a los muchos, los débiles en apariencia a los poderosos también en apariencia. Estos últimos sólo tienen y muestran una fuerza superficial, la misma que se diluye en el tiempo y carece de bases que no sean de brutalidad.
Los judíos bajo el yugo de los griegos no aceptaron la imposición de dejar sus tradiciones, costumbres y la ley que los rige como colectivo. Se enfrentaron con las armas a un enemigo infinitamente superior y vencieron. La menorá, el candelabro de siete brazos que tenía aceite únicamente para un día cuando fue recuperado el templo de Jerusalén de manos de los profanadores, dio luz por ocho días consecutivos. Fue un milagro conseguir el aceite adecuado, fue un milagro que durase ocho días, fue un milagro recuperar el templo, fue un milagro derrotar a los poderosos y numerosos. Es un milagro que todos los años se celebre este encendido de candelabros por ocho días en todo hogar judío, en toda institución hebrea. Así van los judíos: de milagro en milagro.
Ha habido muchos intentos de apagar la luz que significan los valores judíos y su concepción de vida. Una festividad que es post bíblica tiene un profundo arraigo en los judíos de todos los tiempos. En nuestros días, ha cobrado una preeminente importancia. En todas las localidades donde hay comunidades judías, el precepto de encender el candelabro para publicitar los milagros asociados se lleva a cabo en los hogares y también en lugares públicos, plazas y espacios libres. El movimiento jasídico Jabad Lubavitch ha hecho de estos encendidos públicos una actividad bandera, una tradición alegre donde se comparte alegría y optimismo. Luces, dulces, bailes y amistad.
Janucá es una manifestación de identidad y de resistencia. Hace unos días dio la noticia que seis de los secuestrados en Gaza el 7 de octubre de 2023 prendieron un candelabro en cautiverio. Terminaron asesinados en febrero de 2024. Quedó el registro de su acción que ahora se conoce.
Cuando todo el mundo judío se prepara para encender las velas este año, los enemigos de siempre enfilan contra los judíos. En Australia, un monstruoso atentado cobra víctimas mortales de inocentes judíos que celebraban la ocasión. Mientras las excusas de rigor eran dadas por los gobernantes de turno de una Australia que no cejó en su empeño de atacar y vilipendiar al estado judío, otros atentados se registraban en Ámsterdam y California. Nada tiene esto que ver con Gaza, de acuerdo con la narrativa misma de estar en contra de Israel y sus acciones, no contra los judíos. A confesión de parte, relevo de prueba: antisemitismo puro y simple.
El imperio griego y su exponente de turno, Antíoco Epifanes, se ensañaron contra los judíos y pretendieron borrarlos. Los persas de antaño, unos siglos antes quisieron eliminar a los judíos. Unos y otros no reconocieron el derecho de los judíos a su autodeterminación, ni a su religión, ni a su existencia dentro o fuera de los confines de la Tierra Prometida. Hemos sido testigos ya de muchas razones, excusas y acciones. Nada nuevo, nada que sorprenda. Todo duele y todo se repite.
A ochenta años de la Segunda Guerra Mundial, a escasos 78 años del reconocimiento en las Naciones Unidas de un Estado Judío, se levanta una causa contra Israel por situaciones que no ha elegido, por actuar en contra de la fatídica tradición de dos mil años y dejar de ser las víctimas que dan lástima y no se defienden. Esa campaña de demonización de Israel es una máscara muy elegante, potable, de un antisemitismo que por allí se cuela de forma a veces subliminal, violenta y mortal otras. Como en Australia el 14 de diciembre.
Janucá es un símbolo eterno de las causas justas, de las agresiones rechazadas no obstante lo potentes que sean. Para los judíos de ayer, hoy y siempre, el espíritu de los Macabeos, los valientes guerreros que se levantaron contra los ocupantes de su nación y vencieron, son un ejemplo que se sigue todos los días, una inspiración siempre necesaria.
La luz es algo difícil de encender, luego es complicado de mantener. Las causas justas son muchas veces difíciles de imponer. Se tiene poco combustible y es necesario mantenerlas vigentes. Poco aceite, mucho tiempo. Resulta quizás más fácil tratar de impedir el encendido, de apagarlo luego de prendido. El pueblo judío ha elegido la luz en todos los sentidos, en contra de la oscuridad a la cual se le pretende sumir. Con acciones, con fe, con milagros. Con todo.
Entre luces apagadas y luces encendidas, vamos por las encendidas. Quienes han tratado de apagarlas… se han apagado. –
Elias Farache S.
14 de diciembre de 2025




