Iglesia Venezolana

Formación de cuadros

El Concilio Plenario de Venezuela insistió por activa y por pasiva en este aspecto de la necesidad de formación. A 25 años del inicio de aquella asamblea el balance de aplicación, que registra innegables aplicaciones, exhibe también decisiones que esperan adecuada respuesta. A ello habría que añadir nuevos desafíos que esperan ineludibles compromisos

Mons Ovidio Pérez Morales:

Los desafíos que plantean las novedades históricas para nuestra Iglesia y su marco situacional nacional y global han de llevan a una actualización continua con miras a respuestas que correspondan a la densidad y amplitud de los escenarios en los cuales se sitúa la misión evangelizadora y el quehacer concreto.

La historia es continuidad y ruptura, herencia y creación continua por su condición temporal, que es permanente sucesión. Hay momentos, y en uno de ellos estamos, en que ésta se manifiesta de modo extraordinario si se toman en cuenta la profundidad y alcance de los cambios.

Quienes protagonizaron el Concilio Plenario de Venezuela, muy conscientes de lo anterior, formularon toda una serie de decisiones y propuestas como respuesta a la realidad nacional y a las perspectivas que encaraban. Ello los llevo a producir 16 documentos sobre los principales aspectos que reclamaban la atención de la Iglesia en las varias dimensiones de su misión. A 25 años del inicio de aquella asamblea el balance de aplicación, que registra innegables aplicaciones, exhibe también decisiones que esperan adecuada respuesta. A ello habría que añadir nuevos desafíos que esperan ineludibles compromisos.

Nada decide la voluntad que antes no haya pasado por la inteligencia. Esto lleva a la necesidad de una formación adecuada para una respuesta conveniente. El compromiso cristiano y el de la comunidad Iglesia reclaman una formación correspondiente e las tareas que se plantean en el escenario de la acción. Una tarea fundamental consiguientemente es la educación que haga posible un actuar a la altura de las exigencias.

Individualmente y con las comunidades en que está integrado, el creyente debe prepararse en doctrina y práctica para ponerse a la altura de las exigencias situacionales que les plantea el ejercicio de la encomienda evangelizadora.

Urge, por tanto, la organización de iniciativas y de centros formativos que capaciten para el ejercicio de la misión en sus diversos campos de quehacer. Y esa formación ha de tenerse en los varios niveles de Iglesia y en los diversos sectores del Pueblo de Dios. A título de ejemplo valga la pena recordar que el Arzobispo de Caracas Arias Blanco por los años cincuenta del siglo pasado y el Papa Juan Pablo II unos veinte años después a propósito del Sínodo sobre Catequesis, subrayaron la necesidad de preparar en Doctrina Social de la Iglesia a partir de la etapa más elemental de la formación en la fe.

¿Cómo se está hoy en materia de formación del laicado, cuya misión es una presencia transformadora en el mundo a la luz del Evangelio? A menudo se espera ver florecer lo que no se ha sembrado, o se tienen que llorar las consecuencias de la ausencia de orientaciones sociales en los ámbitos económico, político y ético-cultural, tarea a la cual no se le ha dado la importancia que merece.  Hay grandes vacíos que es preciso llenar.

El Concilio Plenario de Venezuela insistió por activa y por pasiva en este aspecto de la necesidad de formación. Como ejemplo valga el Desafío 3, del documento 7 sobre los laicos: “Proporcionar a los laicos, en todas las etapas de su vida, una formación desde la fe integral, gradual y permanente”.  Laicos y no laicos hemos de actuar esta interpelante, básica y urgente tarea.-

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