Opinión

La democracia: lenta y necesaria

 

Gloria Cuenca:

En oportunidades me siento como “disco rayado”. (Se cayó la cédula, al usar una frase de mi época.) Ocurría, cuando en el  tocadiscos con la aguja bastante usada, se quedaba pegado,  se repetía incesantemente alguna estrofa de la canción, un estribillo o cualquier frase, que no se dejaba de oír, hasta que alguien  se daba cuenta y levantaba el brazo del aparato, y paraba la música. Siento, por momentos, que repito y repito,  cuestiones como si fuera “un disco rayado”. El tema de la democracia, necesaria y lenta, ha sido abordado por  politólogos, economistas, abogados, sociólogos, historiadores, también por comunicólogos y periodistas. En efecto, la democracia es lenta. ¿Quién no piensa y sabe cuales son razones para que esto sea así? Los que no reflexionan, los ignorantes, los apáticos. No saben, ni se dan cuenta de que, para armonizar y poner de acuerdo a individuos, a ciudadanos, para comprenderse y entenderse, se requiere de tiempo.

Hay gente que no acepta la  lentitud, para cumplir con las reglas de la democracia. Un ejemplo que se maneja cotidianamente: las reuniones de las Juntas de Condominio con los habitantes de un inmueble. La mayoría de las personas, prefieren no participar: ¡Ah! Pero, como se quejan de todo lo que se decide. Llegar a un acuerdo sobre una cuota extraordinaria,  implica  conversaciones, debates y discusiones. Casi siempre este tipo de decisiones se toman por mayoría. Lo más adecuado sería hacerlo por consenso, difícil y fácil darse cuenta. Ocurre en  casi un 90% de los casos. Los que salen de ese porcentaje: son la excepción que confirma la regla.  Observo lo que pasa en Argentina con el nuevo presidente, Javier Milei. Lo eligen abrumadoramente, le dan el poder para que haga lo que hay que hacer. Sin embargo, el “trago es amargo”, hay que  poner en acción medidas drásticas y desagradables. No hay de otra.

Pretender cambiar de “golpe y porrazo” una estructura corrupta, donde se han mal utilizado las normas jurídicas y éticas, requiere de un país avanzado; además, de que, conozca y comprenda la verdad de lo ocurrido. Para avanzar en este sentido, imprescindible hacer uso de la pedagogía política: enseñar y hacer comprender lo que ha pasado; demostrar que lo mal habido, en realidad, no ofrece seguridad, ni recompensa. Es tarea diaria, y se debe poner al servicio de este objetivo todos los medios posibles, siempre con la idea de la educación en y para la verdad del pueblo. La “enfermedad del populismo”,  un cáncer social. Y, como  tal requiere ser erradicado, extirpado. Implica decisiones fuertes y varias etapas.

En primer lugar, la parte quirúrgica. Comparable al cese de los elementos que hacen popular, a la susodicha enfermedad. La adecuación de la nueva normativa ético-jurídica, eliminación de subsidios, devaluación correctiva, despido de trabajadores innecesarios de las industrias y organismos estatáles, entre las medidas más impopulares. También la privatización de algunas empresas básicas del Estado.

El segundo aspecto, comparable a la radio terapia. Desagradable para el paciente; igualmente, necesaria. Equivalente al momento de la verdad: cuando se dirá a la ciudadanía, el tiempo aproximado, requerido para superar el cuadro crítico. Con valor y sinceridad. Hay que arriesgarse  y  decirlo para que la gente entienda, por qué hay que pasar por este proceso que “quema y mortifica” siendo, imprescindible.

El tercer gran momento, no menos importante por ser enumerado de último, la toma de consciencia de que hay una nueva oportunidad: refiere a la estrategia informativo-comunicacional, donde unas primeras dosis requieren de gran claridad pedagógica; no propagandística para explicar, con el uso de los medios y las redes sociales, de qué se trata lo que se está implementando, qué problemas se presentaran, cómo abordarlos y cuáles medidas se deben tomar para resolver la crítica situación en la que se encuentra el país. Por supuesto, en nuestro caso, deberá ser conducido por la líder seleccionada: preparada, inteligente y democrática, capaz de entender el terrible momento que se inicia y tener claro los pasos que se deben dar para hacer posible la ejecución de la inmensa tarea de la reconstrucción nacional. Humildemente, para recibir retroalimentación; aceptar asesoría en materias especiales; bastante malicia, para distinguir las críticas adecuadas y necesarias, diferentes de la perversión y la envidia.

Reactivar la maquinaria productiva destrozada por el régimen nefasto, con más de 25 años en el poder, no es fácil. Sin embargo, el entusiasmo de recuperar el nivel económico perdido, al lograr y restaurar la seguridad jurídica, un rico país como éste, puede no sea tan lento. Ser una comunidad confiable,  el gran problema. El verdadero reto y el desafío es la re- educación de los venezolanos, en  diferentes niveles y edades. Borrar de la mente de las personas,  disparates dichos a lo largo de estas 2 décadas y media, es fundamental. El camino del facilismo, la ignorancia, “el cuanto hay pa´eso”, “ponme donde hay”, “robar no es delito”, grabado en la mente de gente común, contra eso habrá que luchar.

Se  instauró un régimen de “medalaganarios”, sin educación, ni instrucción, desesperados por el dinero, sin respeto a normas éticas, ni jurídicas; obsesionados por creer que pueden dirigir una ciudad, una empresa, un país, sin conocimientos. Haber descalificado la meritocracia, y pretender poner a ignorantes de todo tipo al frente de determinadas tareas y empresas, es de lo más vergonzoso que ha ocurrido.   La nueva etapa se debe iniciar con coraje y fuerza, con decisión, ética y valentía. Con voluntad, fuerza y Fe. ¡Hasta el final!.-

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