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La Esperanza: luz en medio de la tiniebla de la incertidumbre

Hoy el Señor nos pregunta: ¿Dónde está su fe?, ¿dónde su esperanza?

Monseñor Carlos Eduardo Márquez De Lima, Obispo  Auxiliar de Caracas:

Según el Diccionario de la Real Academia Española la incertidumbre se define:
• “inseguridad, inquietud, desasosiego, indecisión, vacilación, duda, recelo, sospecha, incerteza.

La incertidumbre en la vida del mundo es una constante. No sabemos con certeza que pasará en los próximos meses en nuestras vidas tanto como individuos, como familia, como sociedad, incluso como mundo.

No es necesario adentrarse a analizar en detalle los caminos sinuosos que está tomando el devenir de nuestra sociedad y de nuestro mundo actual, para experimentar de primera mano las consecuencias de la incertidumbre a nivel económico, político y social y su impacto en la vida de todos.

La incertidumbre corta nuestros proyectos, ahuyenta nuestro deseo de aportar al cambio y construcción de una nueva sociedad. Llega a impactar negativamente el emprendimiento de nuevas iniciativas empresariales, sociales, educativas, hasta familiares. Los jóvenes frente a la incertidumbre se rehúsan a comenzar experiencias formativas, a formar familia. La incertidumbre nos paraliza, coarta la construcción del futuro.

En la realización plena de la redención de la humanidad, nuestro Señor Jesucristo le anuncia a los apóstoles y a los discípulos que debe emprender camino a Jerusalén y allí ser apresado, torturado y morir en la cruz, pero también les anuncia la resurrección de entre los muertos al tercer día. Esto causa una gran incertidumbre entre los discípulos. Muchos lo abandonan. Creen que se ha vuelto loco. En medio de esta situación de desesperanza paralizante, el Señor Jesús se transfigura y nuevamente les anuncia la resurrección de entre los muertos:

“Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz… Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó:
—No cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.” Mt 17, 2.9

Jesucristo les da un adelanto del porvenir, les hace “saborear” la Gloria de la Eternidad, en fin, los renueva en la esperanza. Así en medio de la experiencia de la incertidumbre del anuncio de la subida a Jerusalén, la claridad del anuncio de la resurrección, nuestra esperanza, alumbra las tinieblas de nuestro “no saber” presente.

La esperanza es el motor de la vida que nos permite emprender caminos, buscar soluciones, superar incertidumbres. Benedicto XVI en su Encíclica Spes Salvi nos dice:

“El presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino» Spe salvi n. 1.” «solo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente» Spe salvi n. 2.

El Papa Francisco nos habla acerca de la esperanza como dinamismo de la vida:

“La esperanza no es un optimismo pasivo sino, por el contrario, «es combativa, con la tenacidad de quienes van hacia un destino seguro» Angelus, 6 de septiembre de 2015.

“En realidad, la “alegría en la esperanza” predicada por el Apóstol brota del misterio pascual de Cristo, de la fuerza de su resurrección. No es fruto del esfuerzo humano, del ingenio o del arte. Es la alegría que nace del encuentro con Cristo. La alegría cristiana viene de Dios mismo, del sabernos amados por Él.” Mensaje del Santo Padre Francisco para la XXXVIII Jornada Mundial De La Juventud, 26 de noviembre de 2023.

No sólo que la esperanza es la antorcha que disipa la tiniebla de la incertidumbre, de la inmovilidad y la inacción, sino que también es la fuente de nuestra verdadera alegría. “Alegres en la esperanza” cf. Rm 12,12

Asistidos por la esperanza, nos ponemos en camino hacia el Cielo, no nos quedamos inmóviles, pasivos como quien es víctima de los avatares de la vida.

La tormenta de la incertidumbre

La incertidumbre crea situaciones tormentosas, incluso violentas. Frente al no saber lo que va a pasar, tendemos a atrincherarnos en nuestras “posiciones seguras” y nos volvemos agresivos en la defensa. Defendemos hasta con los dientes lo poco o lo mucho que nos queda, porque no sabemos si tendremos mañana. “Comer y beber que el mundo se va a acabar”. Esta actitud inmediatista, propia de la gente sin esperanza, nos impide ver “más allá de la tormenta” y buscar la tranquilidad de la esperanza para vislumbrar soluciones, caminos que nos permitan superar y vencer las dificultades del camino presente.

El Señor calma la tormenta para que la barca de nuestra Iglesia, de nuestra vida pueda llegar a puerto seguro:

“Se levantó un viento huracanado, las olas rompían contra la barca que se estaba llenando de agua. Él dormía en la popa sobre un cojín.
Lo despertaron y le dijeron:
—Maestro, ¿no te importa que muramos?
Se levantó, increpó al viento y ordenó al lago:
—¡Calla, enmudece!
El viento cesó y sobrevino una gran calma.
Y les dijo:
—¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe?” Mc 4, 37- 40

El papa Francisco una vez más nos enseña: “Los discípulos se habían dejado llevar por el miedo, porque se habían quedado mirando las olas más que mirar a Jesús. Y el miedo nos lleva a mirar las dificultades, los problemas difíciles y no a mirar al Señor, que muchas veces duerme. También para nosotros es así: ¡cuántas veces nos quedamos mirando los problemas en vez de ir al Señor y dejarle a Él nuestras preocupaciones!”

Hoy el Señor nos pregunta: ¿Dónde está su fe?, ¿dónde su esperanza? Esta pregunta es una invitación a renovar nuestra confianza en Dios, a poner nuestra mirada en Él. A tener la certeza de que nuestro puerto seguro es vivir felices para siempre con Cristo en el Cielo y para ello, llenos de esperanza, tenemos que comenzar a vivir felices con Cristo en la tierra, construyendo una sociedad cada día más llena de paz, verdad, justicia y fraternidad. Esto es vivir en camino a hacer realidad plena nuestra esperanza, nuestra verdadera y plena felicidad.-

Monseñor Carlos Eduardo Márquez De Lima
Obispo titular de Cefala y Auxiliar de Caracas

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