Sheinbaum veta al rey por no condenar a Cortés: «Él inventó México», dice el experto Antonio Cordero
Este 25 de septiembre, la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, explicaba a través de una carta publicada en sus redes sociales el veto al rey de España, Felipe VI, de cara a su investidura que tendrá lugar el próximo 1 de octubre. En la misiva, la mandataria ofrecía algunas explicaciones por las que se ha invitado «solamente al presidente de España», Pedro Sánchez, quien ha calificado la decisión de «inaceptable» y manifestado «la ausencia de cualquier representante diplomático en señal de protesta».
La decisión, causante de una nueva crisis diplomática entre México y España, estaría motivada según Sheinbaum por el rechazo de Felipe VI a manifestar su condena a la evangelización y conquista de México exigida por Andrés Manuel López Obrador en 2019, entonces presidente de México.
En la carta enviada a Felipe VI el 1 de marzo de 2019, Obrador solicitaba «realizar una ceremonia conjunta al más alto nivel» en la que «el Reino de España exprese de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados y que ambos países acuerden y redacten un relato compartido, público y socializado de su historia común».
A juicio de Sheinbaum, la ausencia de respuesta por parte de Felipe VI supuso una afrenta «a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales», que para la presidenta electa solo podría repararse «con una renovada perspectiva histórica, acorde al desarrollo de nuestros pueblos».
Que se dieron «agravios» durante la conquista de México encabezada por Hernán Cortés es algo que nadie pone en duda. La pregunta es si con la condena pública por parte de Felipe VI se avanzaría en una de las históricas pretensiones de Sheinbaum como presidenta de México como es erradicar la presencia española en México y sustituirla por el indigenismo y la leyenda negra.
Ya en 2021, la presidenta electa logró retirar la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma -vía icónica de la Ciudad de México- y sustituirla por otra dedicada a ensalzar a la mujer indígena. Una sustitución que, según Sheinbaum, enfrentaría un legado marcado por la «esclavización, pandemias, el exterminio sistemático de la población y un racismo a combatir».
La mandataria nunca ha ocultado su rechazo a la presencia hispana en México. En la misiva de este 25 de septiembre también anunciaba que, desde su investidura, encabezará «el reconocimiento de los pueblos indígenas» como algo «fundamental para continuar avanzando en la transformación de nuestra vida pública». «Ahí es donde se encuentra la raíz de la grandeza cultural de México», agregaba la misiva.
Lo cierto es que esta última sentencia es rechazada por la práctica totalidad del cuerpo académico y los historiadores mismamente mexicanos.
Uno de los que actualmente encabezan en México la producción de una historiografía al margen de toda leyenda negra -también rosa- es Marco Antonio Cordero Galindo. Se trata de uno de los rostros más visibles del documental Hispanidad de José Luis López-Linares que en pocos días se estrena en buena parte de Hispanoamérica, pero también es autor de un destacado catálogo de publicaciones relativas a Cortés y la conquista de México. Más allá de la conquista. Hernán Cortés, la verdadera historia (Nowtilus) o Hernán Cortés o nuestra voluntad de no ser (Colofón) son las dos más conocidas.
Lo que encontró Cortés: «El mundo funcionaba con sangre»
Entrevistado por Religión en Libertad, el historiador mexicano comienza desmitificando el contexto de pretendida armonía que presenciaron los españoles a su llegada a lo que hoy es México.
«Para ellos, el mundo funcionaba devolviendo en sangre a los dioses lo que recibían en recursos. Era terrible, porque se hacía principalmente con esclavos y a medida que los mexicas se hacían más fuertes, aumentaban sus sacrificios, pero hoy lo justificamos como si fuera una cosmovisión», explica.
Cordero detalla que los mexicas llegaban al punto incluso de «deformar» la concepción del sacrificio, «ya cuestionable desde el punto de vista sagrado». «Los practicaban no solo para los dioses, sino como una forma de producir terror e imponer la pax mexica«, explica. Como ejemplo, menciona los conocidos tzompantli, «enormes osarios donde exponían cientos de miles de cráneos a modo de demostración religiosa», explica.
`Los tzompantli son cultos a la vida a través de la muerte, ellos pagan con la muerte para que siga existiendo la vida, para que el sol siga su camino, para que siga habiendo vida con la lluvia o la agricultura´, define el arqueólogo Raúl Barrera, investigador del Huey Tzompantli del recinto sagrado de Tenochtitlán, de unos siete metros de altura y cientos de cráneos.
Precisamente por ello y porque las víctimas de los «sacrificios humanos masivos» eran siempre «el otro, prisioneros de guerra» se explica que los españoles encontrasen a su llegada «gran afinidad con los enemigos de los mexicas y se hiciese posible la conquista».
Del Neolítico al Renacimiento en una década
Para Cordero, no existe ningún encuentro tan asimétrico en la historia como el que se dio entre europeos y mesoamericanos, estancados «en una etapa prácticamente neolítica».
«El encuentro se dio y se aceleró de una manera impresionante gracias al cristianismo y a las personas que lo hicieron. Cuando llegaron lo imponen al contexto indígena con una caridad cristiana que nunca se había visto antes en la historia de la humanidad. Esa aportación que prácticamente se da en la primera década fue un avance nunca visto en la historia, que llevó a México del Neolítico al Renacimiento», menciona.
`Más allá de la conquista. Hernán Cortés, la verdadera historia´ (Nowtilus), una de las últimas publicaciones de Antonio Cordero.
Moctezuma, a Cortés: «Cuida de mis hijos»
Hablando propiamente de la conquista de Tenochtitlán, el historiador y abogado de profesión no oculta que hubo «mucha violencia». Lo determinante, menciona, fue que Cortés «supo explicar poco a poco a Moctezuma a través de Fray Bartolomé de Olmedo o la hermosa Malinche lo que representaba la nueva filosofía [del cristianismo]».
«En seis meses se dio una conversión paulatina de Moctezuma y casi se puede asegurar que acabó convencido. Se dio un entendimiento completo. Antes de morir, le pidió a Cortés que se encargase de su familia y él cumplió su palabra, reflejándose en documentación que la familia de Moctezuma fue respetada como lo que era, una nobleza a la que se respeto en su dignidad», detalla.
«Todo lo que creemos sobre él es una falacia»
Tras un amplio estudio de las fuentes reflejado en sus publicaciones, Cordero no duda en afirmar que «todo lo que en España y México creemos sobre Cortés es una falacia» que «se desvanece con adentrarse en solo dos o tres libros. Con salir a la calle y mirar, te das cuenta de la verdad».
También explica que la labor de Cortés distó mucho de limitarse a la conquista. Tal es así que «en el mismo día en que se consumó la caída de Tenochtitlán, ya estaba pensando en erigir el Hospital de Jesús y en unos cuantos años ya había colegios y universidades con el idioma principal, el náhuatl, para que se conociese la filosofía cristiana».
Por todo ello, Cordero se refiere a Cortés como «el máximo benefactor del pueblo, quien inventó México» y cuestiona la ausencia de un monumento al conquistador que él mismo busca contrarrestar.
Una «cruzada» para exaltar a Cortés
Desde hace años el historiador plantea la construcción de un memorial para «el padre de la nación» y en la presentación de Hernán Cortés o nuestra voluntad de no ser en 2019 ya remarcó la importancia de que exista «un monumento y no un busto viejo en un hospital, sino en un lugar más importante».
«Lo tenemos recluido y no podemos tenerlo públicamente en una calle. Lo primero que debemos hacer es exaltar la figura de Cortés en España, donde no está tan vapuleado pero tampoco suficientemente reconocido. Deberíamos cogernos de la mano y hacer una cruzada juntos para este reconocimiento», concluye.