Turismo, Petróleo y Economía Política
José Antonio Gil Yepes:
En el artículo anterior definimos las diferencias entre la Economía Política y las Políticas Económicas. La primera tiene como objeto el estudio de los impactos recíprocos entre la política y la economía, mientras que la segunda estudia las decisiones de los Estados para generar tales o cuales resultados económico-sociales.
El principal mensaje del artículo anterior es que las políticas económicas que han aplicado nuestros gobiernos, por muchas décadas, sino siglos, vienen filtradas por consideraciones políticas, no manifiestas, sobre los impactos que tienen tales o cuales políticas sobre la distribución de cuotas de poder en la sociedad. Con el agravante de que, como las políticas que desarrollarían al país equilibradamente son las que más distribuirían el poder político, la consecuencia es que no se aplican porque todos nuestros gobiernos han buscado la concentración del poder político. Por eso, nadie le hizo caso a la alerta de Arturo Úslar Pietri en el sentido de que debíamos “Sembrar el petróleo”, para generar inversiones diversificadas, producción, exportaciones y empleos en agro, cría, agroindustria, manufacturas, derivados del petróleo y turismo; en vez de usarlo, bajo un enfoque rentista, como una fuente fiscal predominante y como fuente de subsidios, clientelismo y corrupción. Cuando CAP II trató de corregir estos entuertos, el Congreso Nacional lo removió del cargo.
En esta entrega nos proponemos identificar las consecuencias que tiene la utilización del petróleo con fines rentistas, en vez de sembrarlo. Nos concentraremos en el turismo por ser la actividad económica cuyos efectos en nuestra economía, sociedad, cultura y política marcarían las mayores diferencias con los del petróleo.
Lo primero a resaltar es que Venezuela está superdotada de condiciones para desarrollar ambas actividades al máximo y como referente mundial. A partir de aquí se destacan grandes diferencias entre las características e impactos de cada una de estas dos actividades.
El petróleo moviliza pocos sectores comparados con la movilización de actividades económicas que mueve el turismo.
El petróleo genera muchos empleos y cada empleo genera grandes ingresos, pero poco repartidos. El turismo genera muchos más empleos y cada uno genera menos riqueza, pero muy repartidos.
Los sueldos petroleros son muy altos y crean un polo de atracción muy grande frente a otras actividades que pagan menos, por lo que se produce una fuga de mano de obra hacia el petróleo y el abandono “del campo” (Casas Muertas de Miguel Otero Silva). En cambio, otras actividades tradicionales generan más empleos, aunque con sueldos menores.
Los empleos que genera el petróleo exigen alta preparación; mientras que los empleos del turismo presentan una amplia gama de exigencia en adiestramiento, lo cual le da oportunidades de trabajo a poblaciones menos favorecidas.
La actividad petrolera se concentra en pocas áreas geográficas; el turismo y las otras actividades arriba mencionadas tienden a distribuirse ampliamente, generando oportunidades para más personas y empresas.
La contribución fiscal del petróleo es inmensa por su alto margen de ganancia, por los altos impuestos y regalías que pechan a las empresas petroleras y porque dichos impuestos se recaudan entre pocos actores, muy visibles. La contribución fiscal del turismo es mucho menor porque su nivel de rentabilidad es menor y los gobiernos no pueden ser tan eficaces en su recaudación fiscal por la gran dispersión de actores y la informalidad en algunas transacciones menores pero numerosas.
La alta ganancia y los altos ingresos petroleros generan una alta renta, lo que le da a los gobiernos la capacidad de invertir o gastar; es decir, de sembrar el petróleo para diversificar la economía y sus exportaciones o de gastar para subsidiar y concentrar el poder generando rehenes entre los que dependen del reparto. Esto último genera la llamada “Enfermedad Holandesa”: Alto ingreso de divisas, sobrevaluación de la moneda, alto gasto, alto reparto, alta capacidad de consumo, alta demanda, sesgo importador (contra la producción y empleos locales), alta inflación, déficit fiscal, endeudamiento para seguir gastando y subsidiando, imposibilidad de conseguir nuevos préstamos, crisis económicas, ajustes de la economía, reducción de subsidios, despidos, fuertes devaluaciones, inflación, aumento de impuestos, desestabilización del régimen político.
Por este ciclo hemos pasado varias veces en los últimos 100 años, sin que entender que necesitamos cambiar de enfoque en el uso del ingreso petrolero porque los gobernantes han preferido seguir haciendo lo mismo, aunque eso implique sacrificios para la población, porque hacer lo mismo les genera poder político, sin ver que, a la larga, los desestabiliza. No se trata de no recuperar las exportaciones petroleras, sino de usar sus ingresos para pagar e invertir en diversificar nuestra economía y, con ello, hacernos un país más pluralista, horizontal y democrático. Noruega se ha cuidado de evitar que el petróleo desplace la cría de renos y sus derivados, el cultivo de bosques, la madera, la carpintería, la pesca, la metalurgia especializada y el turismo a través de políticas económicas que han sembrado el petróleo; ejemplo del anti rentismo y uno de los cinco países más democráticos, de mayor bienestar y con el mayor fondo de ahorro per cápita del mundo.-
@joseagilyepes