Misionero polaco: siéntanse orgullosos de ser católicos
Un misionero polaco, Dominik Kustra, cuenta su experiencia viviendo en distintos países para compartir la Palabra de Dios, incluso en sitios peligrosos
Dominik Kustra ha sido misionero seglar por veintiséis años. De origen polaco, colabora con la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, y desde hace ocho años vive en Tlaquepaque, Jalisco, México, dedicado a compartir la Palabra de Dios mediante su testimonio y trabajando con diferentes comunidades cristianas que ha visitado alrededor del mundo.
La valiosa libertad religiosa
Para él es una gracia de Dios que en México aún se puedan realizar eventos religiosos en espacios públicos, sin que nadie lo impida.
Ante más de tres mil participantes en un rosario misionero, celebrado en Celaya, Guanajuato -ciudad con alto nivel de riesgo debido a los cárteles del narcotráfico que pelean por el control del territorio-, compartió una experiencia vivida en Nigeria, el país más peligroso del mundo para los cristianos.
Dominik contó que visitaron una parroquia para entrar a la Misa de las 7:00 am. pensando que asistiría poca gente; sin embargo, a los pocos minutos, el enorme templo -con capacidad para unas 2 mil 500 personas – estaba lleno.
Hacía cuatro semanas que los terroristas islámicos habían explotado un auto, justamente cuando las familias entraban a Misa, dejando cuatro muertos y más de cien heridos. Sin embargo, este hecho no amedrentó a los fieles. Junto a las tumbas de los fallecidos, una mujer le dijo: «Hermano, aquí ni las bombas nos pueden separar del amor de Dios porque es mucho más grande que la violencia».
Luego, en la Misa de las once, en una capilla de la misma parroquia, un hombre mayor se sentó a su lado. Durante la homilía se quedó dormido. «Era algo tierno», comentó Dominik.
Le tomaron una foto y después de la celebración mostró la imagen al párroco, que, riendo dijo, «no es por mi homilía, ¿verdad?». El sacerdote les confió que el señor vivía en una aldea y que para ir a la Misa de las 11 se levantaba a las cuatro de la mañana para iniciar su caminata de cinco horas por desierto y montaña. Desde hace 13 años asiste sin falta a Misa.
La misión es para todos
Por eso es una fortuna tener la libertad de acudir a la Iglesia sin tener que enfrentar persecuciones. Y en cuanto a la misión, Dominik dice que todos los cristianos tienen la oportunidad de realizarla en donde viven.
Pero ciertamente, hay congregaciones religiosas que requieren voluntarios para ir a lugares específicos, como Chiapas y el Nayar, donde los jóvenes pueden hacer labores de ayuda muy valiosas. El requisito es ser mayor de edad y tener deseo de ir a apoyar.
Otra hermosa experiencia que recuerda con cariño fue la de una mujer de 55 años que quería acompañarlos a una misión en Nicaragua, pero que sentía que no tenía preparación académica suficiente para ser útil. Sin embargo, sabía cocinar muy bien. Se convirtió en la «mamá misionera» porque acudían con ella todas las jóvenes a platicar y pedirle consejo «ella hizo mejor su labor que todos nosotros», dice sonriente.
Orgullosos de ser católicos
Por último, Dominik considera que la situación de México es privilegiada, pues si tuviéramos las mismas dificultades que en esos países, donde podría costarles la vida manifestar su fe en público, quizá nadie iría a Misa.
Por eso pidió orar todos los días por los misioneros y los hermanos perseguidos, para que tengan fuerza de perseverar en la fe y afrontar las dificultades diarias.
Y para los que vivimos en libertad, pidió que valoremos y apreciemos lo que tenemos.
«Siéntanse orgullosos de ser católicos y creer en Jesucristo, porque la fe no debería avergonzarnos en ningún lugar» enfatizó. «Seamos auténticos testigos de Jesucristo con nuestra vida cotidiana».
Mónica Muñoz – publicado el 26/10/24-Aleteia.org