Trabajos especiales

El Pacto de Punto Fijo: a 66 años

El pacto solo estuvo vigente en el primer período democrático, de 1959-1964, durante el gobierno de Rómulo Betancourt, su espíritu, debe iluminar a una nueva clase política para el presente y futuro

Jesús Mazzei:

Hoy jueves 31 de octubre, se cumplen 66 años de la firma de este importante acuerdo de gobernabilidad y de políticas públicas, factor político, clave en el desarrollo y estabilidad del régimen democrático en aquellos difíciles años de inicios de los años 60. Es una fecha para reflexionar y recordar las obras buenas que se hicieron en el país, en términos de ingeniería política y de un liderazgo con visión de estado en aquel entonces.

En efecto, se firmó este pacto político cuando se abría paso en forma tímida varios procesos de transición democrática, en un escenario complicado y complejo al final de la década de los años 50, década de prevalencia de autocracias militares. En un contexto internacional dominado por la guerra fría y la aparición de jóvenes proyectos democráticos en el continente latinoamericano, frente a los desafíos de gobernabilidad y estabilidad, que se cernían sobre el horizonte venezolano. La ultra y la izquierda marxista–leninista venezolana, siempre ha tratado de crear una infundada leyenda negra, muy típico de su forma de accionar político (destruir y no crear) en torno al Pacto, por cierto, hoy en el gobierno y con un balance y legitimidad de desempeño más que lamentable, en el despilfarro de más de un trillón de dólares, a lo largo de estos 25 años, de un balance negativo.

En efecto, tres extraordinarios líderes inigualables hasta hoy: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, con sentido de estado, y visión de miras, encararon los retos, anhelos y esperanzas de los venezolanos que, en aquel momento, buscaron crear un orden político gobernable, viable y estable y con un proyecto democrático de largo alcance. Los tres gozaban de una robusta auctoritas. Fue un acuerdo tripartito, buscando intersecciones socio-políticas en el período gubernamental del 1959-64. En este acuerdo hubo voluntad, articulación y claridad estratégica y sentido de darle piso político al gobierno que resultase electo en las elecciones de diciembre de 1958 y darle un sustento de gobernabilidad.

Para los jóvenes de hoy que no vivieron y conocieron el turbulento año 1958 y la década de los 60, que solamente pueden aprender de historia oral, para llegar a este acuerdo político que buscaba crear un orden político en base al consenso no fue tarea nada fácil, fue compleja. Sería útil que los estudiantes fueran a la prensa de la época para que vieran el desarrollo de los acontecimientos y el comportamiento de los diferentes actores, se quedarían sorprendidos. Así las cosas, fueron largo nueve largos meses, de reuniones, conferencias, estudios, en fin; paciencia, ponderación, prudencia política, y laboriosa elaboración de una difícil negociación, donde intervinieron todos los actores políticos que hicieron posible la caída de la última dictadura militar del país, para firmar este acuerdo centrista, y la necesidad de articular reglas de juego político.

En efecto, se estableció una Mesa Redonda de los partidos políticos, que tenía como método de trabajo unas comisiones de enlace que a su vez estaba divida en comités de trabajo de diferentes áreas de trabajo que cristalizó no sólo en el texto definitivo del acuerdo, sino en el Programa Mínimo Común,. Se laboró en forma ardua y se reconoce que el país, no puede volver a repetir la experiencia del trienio 1945-48, de conflicto político existencial, que debe haber algún grado de civilidad, diálogo, reconocimiento mutuo y entendimiento en la lucha política democrática.

Como diría uno de los maestros claves en la difusión de la ciencia política en Venezuela, el respetado académico Juan Carlos Rey, un régimen político que satisfaga ciertas condiciones de deseabilidad, equidad, consentimiento, institucionalidad y condición de viabilidad.

Así las cosas, se firma el pacto de Punto Fijo, ese 31 de octubre un día viernes, que es saludado por la incipiente y poco consolidada y desarrollada sociedad civil de aquel momento, como gremios profesionales, la academia, los sindicatos, la Iglesia, universidades existentes para ese entonces; intelectuales. Lo firman los partidos políticos más importantes de aquel entonces AD, Copei y URD, con la ausencia del Partido Comunista que tuvo una actitud valiente y férrea en su lucha contra la dictadura perezjimenista, que, aunque no firmó el acuerdo político siempre estuvo abierto a incorporarse a él, como queda plasmado en el testimonio periodístico de la época. Por ello, reitero y sugiero ver y leer, en ese sentido, la prensa del momento La Esfera, El Nacional, El Universal o Últimas Noticias, para observar la conducta de los diferentes actores sociopolíticos tanto individuales o grupales y cómo se expresaron acerca del acuerdo y su factibilidad.

El acuerdo de Punto Fijo, desembocó en otra serie de acuerdos-macros que se efectuaron a lo largo del año 1959, que fueron un complemento de él, son ellos normas «de unidad de acción para la defensa del régimen constitucional, protección a la Industria, lucha contra el desempleo» y otros, suscrito por los tres partidos firmantes del acuerdo el 24 de julio con carácter de reglamento del Pacto de Punto Fijo y el Programa Mínimo Común de Gobierno. Indudablemente, una consecuencia inmediata fue el proceso que llevó a elaborar y promulgar un nuevo texto constitucional; la Constitución del año 1961, por una de las élites políticas más preclaras y brillantes por su capacidad, prestigio político e intelectual, insuperable de cualquier época en la historia contemporánea venezolana.

Recomiendo finalmente, en ese sentido, a los jóvenes el texto del Dr. Naudy Suárez: Punto Fijo y otros puntos, el cual es un estudio serio y pormenorizado sobre cómo se llegó a ese acuerdo y los textos del eminente politólogo Juan Carlos Rey, sobre esa misma materia y el pionero libro, El Sistema Político Venezolano editado por el instituto de Estudios Políticos de la UCV, entre otros textos para su comprensión y estudio. Y además leer en la página web oficial del Dr. Rafael Caldera, un análisis que hizo este en 1959 a un año de la firma del acuerdo, en una Charla de Rafael Caldera en el programa «Actualidad Política», transmitida el jueves 5 de noviembre de 1959, las 10 pm, por Radio Caracas Televisión, y tomada de su versión taquigráfica, publicada en el diario La Esfera, el domingo 8. Enumero varias ideas-fuerzas que Caldera analizó allí, primero el contexto histórico del pacto, en segundo lugar, reafirmación de la unidad del 23 enero de 1958, luego los alcances del convenio político, posteriormente un plebiscito contra la Tiranía, luego los efectos del pacto en la dinámica política de aquel entonces, finalmente: el gobierno de coalición, lo decisivo del momento político, el espíritu de Puntofijo. Esto fue el recorrido de llegar al acuerdo que no fue un camino de rosas, menuda enseñanza para la actual clase política de tener madurez y visión y articulación estratégica, para lograr ver la luz al final del túnel de la crisis estructural venezolana.

El pacto solo estuvo vigente en el primer período democrático, de 1959-1964, durante el gobierno de Rómulo Betancourt, su espíritu, debe iluminar a una nueva clase política para el presente y futuro.

El Pacto de Punto Fijo, por otra parte, fue un ejemplo en acuerdos políticos similares que se trasladó a procesos redemocratizadores como el ecuatoriano o el peruano de finales de la década del 70 o en el pacto de La Moncloa en la naciente democracia española de mediados de los años 70. También fue un ejemplo de acuerdo político para las nacientes democracias centroamericanas de mediados de los 80. Necesitará Venezuela otro acuerdo; eso lo dirán las circunstancias históricas-políticas del porvenir y estimo y creo, desde hace tiempo estimo que sí, por los desafíos del futuro.

PD: En mi anterior artículo, en ciencias políticas, politólogos, tuve una grave omisión, olvide a dos extraordinarias profesoras de la escuela de Estudios Políticos y en algún momento del doctorado, son ellas: Graciela Soriano de García-Pelayo Elena Plaza, ambas doctoras en ciencias políticas, chelita, mi querida y recordada profesora, de Historia de las Formas en tercer semestre en 1979, la primera doctora en esa mención en 1977 y Elena Plaza, profesora de Estructuras Históricas II, sucesora de un brillante profesor como lo fue el Dr. Jaime Jaimes Berti, a ellas mi reconocimiento y admiración.-

jesusmazzei@gmail.com

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