Peña Parra: Que la teología sea «popular» para profundizar en el sentido de ser cristianos
El sustituto de la Secretaría de Estado interviene en la inauguración de la nueva sede de la Pontificia Academia de Teología (Path): su nueva misión implica también abrirse, en un fecundo diálogo crítico, a miembros de otras confesiones cristianas, así como a representantes autorizados de religiones no cristianas, ampliando los círculos de encuentro teológico hacia los no creyentes
El «Buen Samaritano», símbolo de la fe que actúa a través de la caridad, es el paradigma sobre el que se funda la Iglesia. La cita de la parábola vuelve en el discurso que monseñor Edgar Peña Parra, sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, pronunció este jueves 7 de noviembre por la tarde en la inauguración de la sede de la Pontificia Academia de Teología, donde se encontraban los antiguos locales del Vicariato de Roma.
Tras agradecer al presidente de la Academia, monseñor Antonio Staglianò, la invitación, el sustituto Peña Parra dijo que la teología «se desarrolla obedientemente dentro de las instituciones designadas, como son las Facultades de Teología; pero al ser una “ciencia de la fe”, es -como muy bien afirma Santo Tomás- una ciencia subalterna, es decir, depende de otra ciencia, de la “ciencia de la fe” que corresponde a la Revelación de Dios en Cristo Jesús». A menudo, sin embargo, debido a una interpretación errónea dada por tres siglos de Ilustración, ya no estamos acostumbrados a pensar así, es más, no lo interpretamos como pensamiento.
Por ende, se plantea la necesidad de reformular el pensamiento. Así, la teología por venir tendrá que volver a explicar adecuadamente que la fe es «un verdadero conocimiento» porque, «a la luz de Cristo, es posible elaborar una concepción del mundo y de la vida que no deja nada auténticamente humano fuera de ella; al contrario, da a la existencia el sabor del amor, que permite el encuentro de todos los hombres con la Verdad que salva, redime, libera del mal y libera de toda esclavitud, interior y exterior».
Nuevo impulso del Papa Francisco a la Academia
Para que se entienda la nueva epistemología de la teología, monseñor Peña Parra dijo que esta debe dejar de «concebirse sólo como una ‘ciencia académica’, y asumir un carácter más sapiencial, iluminando los pasos de la vida de todos, especialmente de los desorientados, para encarnarse cada vez más en los dramas de la existencia humana, con los muchos problemas que la aquejan, pero también orientándola hacia un futuro de justicia y de paz, de fraternidad universal».
¿Cómo no ver en estas palabras una referencia a la actualidad y al magisterio pontificio? La Pontificia Academia de Teología, de hecho, «ha recibido un nuevo impulso del Papa Francisco, gracias a los renovados Estatutos promulgados con la Carta Apostólica Ad theologiam promovendam del 1 de noviembre de 2023″, que la sitúan «en ese proceso de conversión y reforma de toda la Iglesia y especialmente de aquellos organismos que asisten al Sumo Pontífice en su misión y solicitud pastoral».
Peña Parra destacó la «profunda continuidad entre las líneas programáticas dirigidas a la Curia Romana en el Praedicate Evangelium y las tareas encomendadas a la Pontificia Academia de Teología en Ad theologiam promovendam». En efecto, afirmó que mientras el Praedicate Evangelium pide a la Curia, en sintonía con toda la Iglesia, una «conversión misionera», para que también ella sea expresión de una dinámica evangelizadora al servicio del anuncio del Evangelio», «en Ad theologiam promovendam, se exhorta a la Pontificia Academia de Teología a hacer una «teología en salida», no una teología ‘de escritorio’, elitista, replegada sobre sí misma, sino abierta al mundo, a sus desafíos, al grito que viene de las periferias, de esos territorios existenciales a menudo olvidados o ignorados que interpelan al pensamiento creyente».
Misión y diálogo
«En segundo lugar -añadió el sustituto-, la Praedicate Evangelium subraya cómo la misión de la Iglesia, en la que se inserta el papel de la Curia romana, está unida y fundada en la dimensión comunitaria que la comunidad cristiana debe vivir y proclamar en la medida en que responde al designio salvífico de Dios sobre la humanidad».
La Pontificia Academia, por tanto, debe convertirse también en «un lugar privilegiado en el que vivir la colegialidad y la fraternidad teológicas, en beneficio de un trabajo serio de profundización especulativa, realizado con rigor científico». Esta tarea no sólo exige abrirse a «una internacionalización cada vez más amplia de sus miembros y a una mayor implicación de laicos y laicas», sino que monseñor Peña Parra reiteró que «la nueva misión de la Pontificia Academia de Teología comporta también» «abrirse, en un fecundo diálogo crítico, a miembros de otras confesiones cristianas, pero también a representantes autorizados de religiones no cristianas, ampliando los círculos de encuentro teológico hacia quienes no creen».
Camino para la renovación de la Iglesia
Por último, la Praedicate Evangelium subraya «cómo no puede haber una auténtica reforma de la Iglesia y de la Curia sin una reforma interior, según «el paradigma de la espiritualidad del Concilio, expresado en la antigua historia del Buen Samaritano». Podrá, pues, tener fuerza propulsora precisamente gracias a «aquellas ‘instituciones de la Curia’ que por su naturaleza ya son dinámicas, como las Academias».
Peña Parra prosiguió diciendo que «los nuevos Estatutos de la Pontificia Academia de Teología y su ‘refundación’ en tres facetas (académica, sapiencial y solidaria) son ya, de hecho, una valiosa vía de renovación de la Curia, con la creación de nuevas ‘estructuras o figuras’ como los Referentes Interlocutores, los Cenáculos Teológicos y el Consejo de Estudios Superiores».
Asimismo, deseó que estos organismos ayuden a que «la teología sea popular», una realidad a la que tiende «el rostro sapiencial» del Camino, «proponiendo una reflexión sobre la fe que implique no sólo a los especialistas, sino también a quienes, comprometidos en los más diversos ámbitos de estudio y profesiones, quieren profundizar en el sentido de la vida y del ser cristiano». Ello explica la institución de los «cenáculos teológicos» diseminados por todo el territorio, en especial en las periferias más olvidadas (como los centros penitenciarios), a los que quiere dirigirse el rostro solidario de la organización, «para que la fe pensada en los cenáculos teológicos sea como debe ser: una fe que actúa a través de la caridad y no cae en la ideología o en el abstraccionismo racionalista». El arzobispo concluyó deseando lo mejor a la Academia Pontificia en su nueva sede.-
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